Gaucho y china bajo el alero del rancho (Idilio criollo). Circa 1995.

Grafito sobre papel, firmado. Medidas: 23.5 x 37 cm. Obra en buen estado, enmarcada. 

La obra recrea, con ligeras variaciones, el óleo de Jean León Pallière Idilio criollo, pintado hacia 1861, y conservado en el Museo Nacional de Bellas Artes argentino. Frente a la entrada del rancho de paja, pero lejos de la vista de los dos personajes del interior, un gaucho habla palabras de amor al oído de una muchacha. Ella le da la espalda, y con una mano se toca el rostro, quizás avergonzada. Dentro de las variaciones podemos observar en primer plano una gallina junto a sus pollitos, uno de ellos sobre un tronco-asiento. En el óleo original ese espacio es ocupado por esta misma gallina, pero junto a un gallo. Aquella pintura fue llevada a la litografía en el Álbum Pallière. Escenas americanas. Reproducción de cuadros, acuarelas y bosquejos, bajo el título No te vayas, luz nacida…, aunque por los detalles, inclusive variados, podemos observar que M. Larraechea tomó el óleo original como fuente.

Junto con los siguiente tres lotes conforma un conjunto inspirado en la obra de Jean León Palliere (1823 – 1887), uno de los más prestigiosos artistas que en la segunda mitad del siglo XIX nos legó preciosas vistas y escenas con los pobladores –criollos, indígenas y europeos- y sus costumbres de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. 

Su autora, Mercedes Larraechea (1974), artista uruguaya contemporánea, apegada a la estancia de la familia en Tacuarembó, siempre disfrutó con las más diversas manifestaciones de la cultura rural. Maestra en varios colegios, asiste a clases de pintura en el Taller Casablanca de Ignacio Iturria y luego junto a Clever Lara en Montevideo, donde reside actualmente. Se capacita también con Alejandro Rosemberg en Argentina y con Arantzazu Martínez en España donde se afianza en el realismo, recurso que aplica en sus obras para retratar la belleza de las costumbres criollas rioplatenses. Nos ha contado que estas cuatro escenas formaron parte del encargo hecho en la década de 1990 por Alfredo Folle, uno de los grandes coleccionistas uruguayos; estaban destinadas al exterior, le había comentado. Estas quedaron en su residencia particular y desde allí han venido al presente remate.