GUILLERMINA CABRAL. UNA TRAYECTORIA ATADA A LA MEMORIA.

Guillermina Cabral, junto a su hijo. Recibe el Premio Trayectoria 2021 otorgado por el Fondo Nacional de las Artes.



Junto a los demás premiados, en la ceremonia de entrega de las distinciones. Fondo Nacional de las Artes. 2021.



El primero desde la izquierda, poncho tejido por Guillermina Cabral. Formó parte de la exposición realizada en el Museo del Senado de la Nación. 2018.



Poncho de guarda atada desfilado por una modelo. Maestra tejedora: Guillermina Cabral. Foto: Romina Santarelli.



Maestra tejedora: Guillermina Cabral. Foto: Romina Santarelli.


Roxana Amarilla

(Corrientes 1966)


Nacida y criada en la ciudad de Corrientes, Argentina. Comunicadora social, egresada de la Universidad Nacional del Nordeste, especializada en Gestión cultural y comunicación por FLACSO, y en Patrimonio cultural inmaterial por la Universidad Nacional de Córdoba y CRESPIAL. Actualmente cursa la Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano de la Escuela IDAES, Universidad Nacional de San Martín.

 

En el campo laboral, es la Coordinadora del Mercado Nacional de Artesanías Tradicionales e Innovadoras Argentinas, MATRIA, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. Además, ejerce la Vicepresidencia de la Junta Latinoamericana del World Crafts Council y es Miembro de la Academia Nacional del Folklore.


Por Roxana Amarilla (*)

A la hora de la siesta, una mujer trabaja inclinada sobre un telar. La estructura horizontal que ocupa casi toda la habitación lleva tendida una urdimbre con grupos de hilos atados de cabo a rabo. La artesana cruza el hilo de la trama, acomoda el entrecruzado con un punzón de hueso, trae la pala con fuerza hacia ella y entonces, se detiene. Observa todo lo que le queda sin tejer y desata los amarres próximos. La secuencia se repite durante horas, hasta que siente frío, o hambre. La escena está coronada por el retrato de Veneranda Cabral, madre y maestra de la artesana. El rostro en la fotografía tiene su misma mirada. Pero los ojos en el papel no están en los hilos amarrados de la urdimbre, sino clavados en la memoria de un linaje que incluye a Rosario Peralta, la abuela tejedora y otras antiguas mujeres. Las técnicas de la lista y de la lista atada, el telar horizontal elevado y los tintes del monte pampa conforman un legado de la textilería del pueblo Ranquel.  Guillermina Cabral pertenece a una genealogía de artesanas que mantuvo y revitalizó esta herencia.


La secuencia cronológica de aquellos acontecimientos preservados en la memoria textil del oeste pampeano se inicia con la llegada de Llanquetruz en el s. XVIII. Ciento cincuenta años más tarde, hacia 1879, se produjo la última ofensiva militar que desarticuló la resistencia indígena en la zona. Tuvo lugar entonces, el proceso de sedentarización y cristianización compulsiva de las comunidades. La incorporación violenta a la modernización incluyó la prohibición del idioma, la supresión de los nombres indígenas, la proscripción de ceremonias y rituales, y el destierro de las prácticas artísticas artesanales.


En 1899 se creó la Colonia Emilio Mitre, fundación que aglutinó a la población nativa sobreviviente de las campañas militares y desplazada, como las familias Ranqueles de los alrededores de Luan Toro. En la misma Colonia, en sus áreas periurbanas y en la zona rural, la actividad económica prioritaria de los paisanos fue la agropecuaria y, fundamentalmente, la cría de lanares y la esquila temporal en los establecimientos cercanos. Estos son los pagos donde nació -en 1952- Guillermina Cabral. De niña fue criancera y de adolescente, hilandera. Muy joven y en busca de trabajo, se trasladó desde la casa familiar en el campo hasta un establecimiento cercano a Victorica. Su vida cambió, pero siguió hilando con los vellones que le traía su madre, y tejiendo.


A finales de los años ‘70 comenzó a operar el Mercado Artesanal de La Pampa, una institución que fomentó la rica tradición artesanal producida en zonas rurales. Mientras tanto, la joven Guillermina, al final de su jornada laboral, continuó tejiendo, porque le gustaba. Años después tuvo lugar el vínculo entre el Mercado Artesanal y la tejedora, dando paso a su vida pública como artesana. En la década de 1990 Héctor Lombera la identificó por sus saberes como hilandera, lavadora artesanal y teñidora con colorantes naturales. A partir de entonces participó de las actividades del Mercado Nacional de Artesanías Tradicionales Argentinas (el MATRA) como maestra capacitadora en estos temas. En 1998 fue seleccionada para exhibir sus labores en la edición de la Feria del Sol; organizada por la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes con la colaboración de MATRA. Cada año elegía un oficio artesanal que presentaba como actividad central en el Palais de Glace -CABA- y esa edición fue dedicada al poncho.


En el 2000 presentó un matrón con guardas de lista atada ante el jurado de la 30º Exposición y Feria de Artesanías Tradicionales de la Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria de la Sociedad Rural Argentina. El tribunal le otorgó el premio “Recuerdos de provincia”, por la revitalización de técnicas artesanales. Tres años después, en el mismo escenario recibió por un poncho de lista atada el premio al “Mejor Poncho” y el “Primer Premio en Tejido”. 


Guillermina participó en el 2011 del Primer Encuentro Latinoamericano de Tejido organizado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación -en colaboración con MATRA- junto a expertos tejedores tradicionales de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Haití, El Salvador, México, Nicaragua, Perú, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela.  En el 2012, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial -INTI- la identificó por su expertise en el uso de colorantes naturales.


La técnica de la lista atada


La lista atada es denominada en varias latitudes como ikat, término que deriva de la voz malaya mengikat - atar, anudar o enrollar-. Dicha voz ingresó a la nomenclatura textil global a principios del siglo XX cuando el coleccionismo europeo se interesó en esta rica textilería del sudeste asiático. Cien años más tarde, en el 2016, nació un proyecto que reunió centenares de tejidos artesanales del mundo con la técnica ikat. Sus curadores Edric Ong de Malasia y el especialista en artesanías kashmir, Manjari Nirula de India, seleccionaron un poncho de Guillermina Cabral y uno de Selva Díaz (Londres, Catamarca) para participar de la muestra World Ikat Textiles. La exhibición se inauguró en Brunei Gallery de SOAS University of London, institución de educación superior especializada en estudios de Asia, África, Cercano y Medio Oriente.


A pesar de la valía de las acciones antes citadas, ni las tejedoras del área pampeana ni el telar horizontal elevado gozaron del prestigio y visibilidad que se merecen hasta entrado el último lustro de nuestro siglo. Si bien hay citas en alguna literatura especializada de la región, el registro del procedimiento no formó parte de la circulación de información y saberes sobre los textiles sureros en el país, en principio centralizados en los tejidos en el telar vertical mapuche -huitral o witral- monopolizando aquel relato descriptivo.


En el 2018, la especialista e historiadora Celestina Stramigioli, dedica un párrafo al “telar horizontal elevado que utilizan las mujeres de la etnia ranquel” en una publicación del Fondo Nacional de las Artes, mencionando la convivencia en la región de este instrumental junto al “telar de dos palos clavados en el suelo”, utilizado para tejer la faja pampa. (1) En el oeste pampeano, ambos telares y el witral o telar vertical forman parte del instrumental tradicional indígena de los tejidos a pala.  Ese mismo año una pieza de Guillermina Cabral con decoración de listas y lista atada -un tejido logrado con quinientos sesenta amarres- se exhibió en la muestra dedicada al poncho del Senado de la Nación, junto a treinta y cinco prendas seleccionadas de toda la Argentina, y fue reproducido en el catálogo que acompañó a dicha exposición. (2)


El particular interés por los ponchos de lista atada propios del área Ranquel como del área Mapuche ha derivado en un problema que se relaciona con el patrimonio inmaterial de los pueblos. Estos modelos tan apreciados sirven en la actualidad para encargos en otros centros de producción artesanal fuera del área cultural de origen, hacia el centro y norte de nuestro país, donde la tejeduría se nutrió de los telares hispánicos. Se trata de un desplazamiento o difusión provocado por la demanda que impacta en la utilización de algunas terminaciones textiles como, por ejemplo, el uso de llancas -refuerzo en la boca del poncho- o de otro instrumental, los telares criollos modificados -para estas piezas se los arma más anchos- en el afán de lograr tejidos de un solo paño. Dicho en otras palabras, se encargan ponchos parecidos a los del sur en otras regiones donde se los elabora en telares de raíz hispánica con menor tiempo de producción, resultando más baratos, pero sin la carga inmaterial de los creados en su propia cultura y con sus propios recursos técnicos.


Guillermina, una maestra artesana que trasciende


En 2019 la edición latinoamericana de la revista Vogue publicó una visita a la tejedora titulada “Secretos de un poncho pampa”. (3) Y al año siguiente se incluyó parte de la historia y trayectoria de esta notable maestra en el libro resultado de la investigación sobre el universo de hilanderas y tejedoras del oeste pampeano realizada por la psicóloga y escritora Ana Martín. (4)


Ya como logro institucional es importante citar que ese mismo año, la Secretaría de Cultura de la provincia de La Pampa incorporó la “técnica de tejido en telar” en el “Inventario del patrimonio cultural pampeano”. (5)


El nombre de Guillermina Cabral fue escuchado nuevamente en noviembre de 2021. El Fondo Nacional de las Artes llevó a cabo la ceremonia de entrega de los premios a la Trayectoria con una nómina de consagrados que lleva al asombro y la emoción: Cristina Bajo (Letras), Ramón Ayala (Música), Carlos Gianni (Música y Artes Escénicas), Hilda Bernard (Teatro), Guillermina Cabral (Artesanías), Rubén Fontana (Diseño), Horacio González (In Memoriam), Lía Jelin (Artes escénicas), Lucía Pacenza (Escultura), Augusto Pantarotto (Arquitectura), los hermanos Koki y Pajarín Saavedra (Danzas Folclóricas), Osvaldo Segovia (Patrimonio y Educación), Aldo Sessa (Fotografía) y Clara Zappettini (Medios Audiovisuales).


Este premio reparó, de alguna manera, en el insuficiente conocimiento sobre la sofisticada técnica y el instrumental de nuestra tejeduría tradicional. Asimismo, la institución reconoció en Guillermina Cabral el resguardo de los saberes de las tejedoras del área Ranquel, fundamental para el actual proceso de restauración de la energía cultural que llevan adelante estas comunidades con la recuperación de sus lugares sagrados, la recuperación y difusión de la lengua, el reconocimiento de comunidades y derecho a la tierra, y la revitalización del arte indígena.


Su inclusión en los Premios Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes distingue toda una vida dedicada al arte de la tierra. Como sucede con muchas artesanas, aún anónimas, una infancia como criancera e hilandera moldeó a la experta en el hilado con los vellones locales. La identificación de los tintes forma parte de los conocimientos de la naturaleza que caracterizan a la tejeduría anterior al siglo XX. La técnica de listas atadas es transmitida de generación en generación como matemática y diseño “a ojo”. Tejer un poncho es tejer la piel cultural de un pueblo. El acto de tejer y destejer en el telar de las ancestras implica revitalizar una práctica que sobrevivió a la conquista militar y cultural. Guillermina hizo un inmenso aporte a esta historia de resistencia cultural cuando desoyó la falsa promesa de la modernidad e insistió en seguir tejiendo como su madre, como su abuela, todos los días de su vida.


El salitral ilumina los claros en Victorica, Árbol Solo y La Pastoril; coordenadas estas de las tierras de Llanquetruz donde viven y tejen aprendices de la maestra que hoy, a sus 69 años, sigue enseñando.

 

Notas:

1. Stramigioli, Celestina: Introducción. En La Argentina Textil, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2018, pp. 10 -13.

2. Poncho, territorio y cultura. Catálogo, Senado de la Nación, Imprenta del Congreso de la Nación, 2018, p. 53.  

3. Amarilla, Roxana: Secretos de un poncho pampa. En revista “Vogue”, noviembre de 2019, pp. 140 - 143.

4. Martín, Ana: Nos viene a la cabeza. Sobre la trama de hilanderas y tejenderas de la provincia de la Pampa. Santa Rosa, Fondo Editorial Pampeano, 2020, p. 124. 5. Secretaría de Cultura de La Pampa (2020) Resolución Nº 51/2020 Dictamen N° 57 de la gestión administrativa de la Ley N° 2083, realizada en 2020, ingresó al Inventario del Patrimonio Cultural Pampeano la “Técnica de tejido en telar” bajo el Registro N° 54.

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