La colección criolla de don Osvaldo Enrique Monti

Los coches de Osvaldo Monti; de izquierda a derecha, sulky, vagón y break de estancia. Colección particular.


Doble página del folleto editado en 1969 con la colección de «El Cinco», de Osvaldo Monti.


Cabezada de cuero con pasadores chatos y frentera con aro de plata y la marca de esencia “5”. Colección particular. Fotografía: Nicolás Vega.


Antiguo poncho pampa de guarda atada, de la colección de “El Cinco”. Fotografía: Nicolás Vega.


Guillermo Palombo

 

Miembro Emérito del Instituto Argentino de Historia Militar, integrante del Grupo de Trabajo de Historia Militar de la Academia Nacional de la Historia, Académico Correspondiente de la Academia Sanmartiniana y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, ex presidente del Instituto de Estudios Iberoamericanos.

 

Su producción impresa sobre diversas disciplinas (libros, folletos, capítulos en obras colectivas, artículos en revistas especializadas y diarios) supera los 300 títulos. Acaba de presentar Uniformes del Ejército Argentino (Lilium Ediciones, Buenos Aires, 2023), un estudio de consulta ineludible sobre el tema. LEER MÁS


Por Guillermo Palombo *

El hombre

 

Osvaldo Enrique Monti nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1912. Falleció en General Alvear el 17 de julio de 1993. Días más tarde lo recordaba breve pero acertadamente el diario La Nación: «El fallecimiento de don Osvaldo Monti en su estancia El Cinco de General Alvear, en la provincia de Buenos Aires, ha dejado esa sensación de dolor que genera siempre la pérdida de un hombre bueno. Fue útil a la sociedad. Trabajador de generoso espíritu emprendedor, equilibrado y sensato, virtudes estas y otras muchas que lo distinguieron en el amplio círculo de sus amistades, preferentemente del medio agropecuario. Criado y educado en la Capital Federal, lo conectó con el campo, desde joven, su afición por  la caza. Así fue como compró en General Alvear un pedazo de tierra. Las visitas al terreno de sus amores se hicieron cada vez más frecuentes hasta que se afincó en Alvear. Le dio mayor superficie al terreno que, con su esfuerzo personal convirtió en su primera estancia, El Cinco, que recuerda el número de orden del auto con el que corrió su primera prueba de carretera. Allí crió también sus primeros Aberdeen Angus y sus primeros caballos criollos, que llegaron a 300, y organizó su valioso museo de cosas camperas. Hombre de muy pocas palabras, Osvaldo Monti fue un buen intendente de General Alvear y un buen presidente de la Asociación Criadores de Caballos Criollos. Tenía 80 años y hoy descansa en el cementerio de Alvear». [1]

 

Apenas si puedo enriquecer estos datos con algunas precisiones. La cabaña “El Cinco” de Monti Hermanos S.A., dedicada a la cría de criollos de pedigree, padrillos, yeguas y caballos de trabajo de Monti Hermanos S.A., tenía su escritorio en el local de la planta baja de Mario Bravo 960, entre Córdoba y Tucumán, donde hoy funciona la Escuela Teatro “El Camarín de las Musas”.  Intendente, o mejor dicho comisionado municipal del partido de General Alvear en los períodos 1966-1973 y 1976-1983, durante gobiernos de facto, realizó una labor progresista, administrativamente intachable y ejemplar, fiel a esa consigna de “los hombres de antes” llamados circunstancialmente a la función pública: “no robar, no dejar robar, no hacer macanas”. Cuando aceptó hacerse cargo de la comuna de General Alvear el 4 de agosto de 1966, reemplazando al intendente interino Juan Manuel Lescano, lo hizo bajo la condición de mantener al Intendente destituido como secretario general de la Municipalidad. Continuó la  obra de sus predecesores en el cargo y entre tantas acciones, destacamos la construcción del barrio para empleados y obreros municipales (hoy conocido como Barrio Municipal), el primer laboratorio de análisis clínicos en el Hospital “Agesilao Milano”, el natatorio municipal, y la réplica del Fuerte Esperanza. Se construyeron las Escuelas N° 24 y 27, el Centro de Capacitación Integral “Remedios de Escalada de San Martín” con sus cursos técnicos y una verdadera Escuela Profesional. Creó las Asambleas del Consejo de la Comunidad. En su segundo período como intendente, desde 1976 a 1983, trabajador incansable, Monti logró el ensanche de la avenida Perón (antes Necochea), el tendido de aguas corrientes en la planta urbana con la puesta en marcha de la planta purificadora de agua y el desagüe de la ex calle Fray Cayetano Rodríguez que terminó con las inundaciones en esa zona del pueblo.

 

Patentes del sulky, propiedad de Osvaldo Monti.


Hombre sumamente parco y de cuentas claras, llegaba siempre a la Municipalidad antes que nadie para abrir personalmente sus puertas. Iba desde el campo al despacho en su auto particular, con o sin lluvia, y cuando el camino no lo permitía lo hacía en sulky. Comisionado o intendente, lo fue ad honorem durante 14 años, sin cobrar sueldo alguno, ni gastos de representación, ni viáticos, que pagaba de su bolsillo, ni vacaciones. Y cuando en cierto período en sus inicios cobró el sueldo como intendente, de inmediato lo transfirió íntegro al Dr. Christensen, a cargo de la Dirección de Salud y del Hospital. Por estos motivos, cuando abandonó el cargo, el nuevo intendente de General Alvear elegido democráticamente, Dr. Luis Celillo, lo homenajeó con un almuerzo popular multitudinario como agradecimiento a su impecable gestión. Y fue otro intendente de la era democrática, Gaudencio Fernández, quien después de su muerte impuso el nombre “Intendente Monti” a la calle Fray Cayetano Rodríguez.


Monti presidió en 1966/67 el Consejo Directivo de la Asociación Criadores de Caballos Criollos.


Casó con María Luisa “Chela” Limongelli, con quien tuvo descendencia.


La colección


Don Osvaldo Monti formó su propio museo en la estancia “El Cinco” de su propiedad. Un raro folleto que publicó en 1969, al cumplirse el centenario del pueblo de General Alvear, ofrece algunas vistas fotográficas del lugar y de las piezas expuestas [2]. Veamos ahora esas piezas.


Recados y aperos


En nuestro medio rural la palabra recado alude al conjunto de los arreos de montar, en tanto que la voz apero refiere a un recado de montar más lujoso que el común.

 

Comprende el recado al conjunto de varias prendas superpuestas que forman la silla de montar. En la pampa bonaerense, para “armar” el recado, siguiendo su orden de colocación sobre el lomo del caballo, van primero, a modo de sudaderas, dos jergas, también llamadas bajeras o matras o mandiles (mantas de lana o algodón, cuanto más grandes y gruesas mejor, dobladas en cuatro, que forman la “blandura” del recado protegiendo el lomo del caballo). Sobre ellas se coloca la carona (generalmente de suela de vaca o de potro, a veces dos, de una y otra clase, destinada a defender la pierna del jinete del sudor del caballo y a los bastos del lomillo del desgaste que les provoca el roce de los correones y las estriberas).

 

Sobre la carona se coloca el antiguo lomillo de suela, que tenía una armazón rígida de madera, inconveniente para el lomo de ciertos caballos, sobre todo si estaban flacos. Este conjunto (bajeras, carona y lomillo) chato y alargado, o los modernos bastos, se ajusta con una cincha de suela que pasa por sobre el lomillo sujetando fuertemente a éste y, por ende, a las piezas inferiores que lo inician. Dicha cincha se compone de la encimera  (parte superior de la cincha, constituida por un pedazo de cuero de 20 a 30 cm. de ancho por el doble o más de largo, que se coloca sobre el lomillo), la barriguera o cincha propiamente dicha (ancha faja de cuero, tejida de tientos, u otro material, que forma la parte inferior y que unida a la encimera tiene por objeto ceñir la barriga del montado), el correón (correa de 1 m. a 1,30 m de largo por 3 ó 4 cm. de ancho y que cosido a una de las argollas de la encimera, pasa por la argolla de la barriguera para ceñir el lomillo y las piezas inferiores del recado) y el correón del medio (que une la barriguera con la encimera por el lado opuesto al correón y sirve para regular la longitud total del conjunto de encimera y cincha y adaptarlo así a diversos caballos).

 

Encima del lomillo así ceñido se colocaba la acionera que sostenía las estriberas de la que colgaban los estribos.

 

Luego, para blandura del jinete, se coloca sobre el lomillo, recado o silla de montar  un negro cojinillo, cueros de lana redonda, tipo merino, y si la lana es corta, suelen usarse dos cojinillos superpuestos, y, sobre él, y sin cubrirlo por completo un sobrepuesto de piel de ciervo, carpincho, perico ligero ( perezoso del Norte), badana, baqueta o paño bordado, asegurados ambos con una sobrecincha o cinchón, pieza larga y angosta, de piel de ciervo, carpincho, badana, vaqueta, lana, algodón o seda, o una soga plana de cuero crudo de unos 3 cm de ancho y 4 metros o más de largo que, dando dos vueltas sobre el recado completo, ajusta y asegura el cojinillo y el sobrepuesto.

 

La visita de Luis Flores y Bruce Grant al museo de Osvaldo Monti en su estancia El Cinco. Imágenes reproducidas en la obra Encyclopedia of Rawhide and Leather Braiding, de B. Grant, editado en USA, en 1972.


Exhibía la Colección Monti varios recados montados sobre caballetes. Uno formado por carona de cuero crudo y otra de suela, lomillo porteño de suela, que tenía una armazón rígida de madera, con cabezal de plata cincelada con la marca de estancia en oro, “El Cinco”. Y el otro, para niño, de principios del siglo XX, compuesto por sudadera, carona, mandil, recado de bastos de cuero con tapas de plata, estribos de plata, cojinillo de lana negra, encimera de carpincho, sobrecincha y boleadoras de marfil; cabezada con riendas, bozal, cabresto y cinchón de cuero crudo con virolas de plata, con marca de la estancia “El Cinco” en oro.

 

También montados en caballetes, la Colección Monti exhibía varios aperos, entendiendo por tal a todo el equipo del jinete, es decir el recado más el soguerío (bozal, cabresto, fiador, cabezada, riendas, rebenque, manea, lazo, etc), aunque a veces se asimilan ambos términos.


Destacamos, primero, el que perteneció a Serafín Galán Deheza (subteniente Expedicionario al Desierto, reconocido como tal por Ley 15.818 de 1961), baqueano del general Roca, que logró la sumisión del cacique Curruhuinca a las autoridades nacionales y a fines del siglo XIX desempeñó en Neuquén las funciones de Juez y Comandante Militar [3]), compuesto por matra, carona, bastos con tapas de plata y monograma “S.G.D.”, estribos con tiradores de cuero y cañas de plata, cojinillo, cincha y sobrepuesto de carpincho, cabezada, frentera con monograma de estancia “El Cinco”, freno de metal con copas de plata lisa;  riendas,  bozal con cabresto de cuero, con pasadores de plata lisa con molduras en oro; espuelas de hierro nihelado; lazo y botas de potro.  

 

El segundo apero compuesto por carona, dos mandiles colorados, recado con bastos de cuero con cabezales de plata cincelada y oro, estribos de plata, sobrepuesto de carpincho, cabezada con freno (copas de plata calada) y riendas; bozal con cabresto y pretal de cuero con pasadores de plata lisa, con moldura y boleadoras de marfil.

 

Tercero en orden, uno entrerriano, compuesto por matra, y dos caronas, recado con lomillo de cuero grabado, con cabezales de plata con monograma en oro B. O., estribos de metal con pasadores de plata, cojinillos, cabezada con freno, riendas, pretal, y baticola de cuero con pasadores, bombas y aplicaciones de plata lisa y cincelada.

 

Y, finalmente, el cuarto apero compuesto por carona, recado de bastos chato, con tapas de plata con monograma “B.M.”, cincha, cojinillo, sobrepuesto y sobrecincha con terciopelo azul (principios siglo XX), cabezada bozal con freno, riendas y cabresto de cuero, con pasadores y copas de plata lisa y cincelada.

 

El primer apero mencionado tiene el punzón de José Gallo, nacido en Novara en 1861 quien llegó a nuestro país a los 2 años, aprendió el oficio de platero y cincelador, hacia 1885 instaló su taller en Rivadavia al 1300 y luego al 1268. Especializado en platería rural y religiosa, marcaba sus obras importantes con el punzón José Gallo y las menores [como en este caso] con J. Gallo. Dejó su actividad en 1925 aunque después realizó algunos trabajos esporádicos y falleció en 1934. Su trabajo fue apreciado por el coleccionista Joe Llobet Cullen. Los tres restantes aperos mencionados son de principios del siglo XX.  Y el cuarto de ellos tiene punzón G. Casas, orfebre que tuvo platería instalada en Lima 598 en los años 1883-1887.


Riendas

 

Se destacaba un par de riendas de hueso tallado con decoración geométrica, formadas por tramos cilíndricos con virolas en sus extremos y parte media con montura de plata lisa con virola de pequeños puntos; agarradera articulada, extremos de suela, y punzón de J. Vignolo, platero rural de fines siglo XIX y principios del XX.

 

Fiadores


De esta especie de collar de cuero, trenzado o de metal para ceñir el pescuezo del animal (antecesor del bozal) llamaba la atención uno en particular, de cuero con tientos trenzados, pasadores de chapones de plata cincelada, cadena de eslabones chatos y argolla, con punzón del platero L. Vignolo.

 

Conjuntos de cabezadas y freno

 

La Colección Monti exhibía cuatro diversos conjunto de cabezadas [correas o sogas que, ciñendo la cabeza y la frente del caballo, mantenían la posición del freno en la boca].

 

Así, un conjunto de principios del siglo XX formado por cabezada, fiador y freno, de plata repujada y cincelada: la cabezada y  el fiador con chapones y rosetones unidos por eslabones cilíndricos decorados con motivos vegetales, el colgante del fiador con decoración de angelitos e iniciales “B.E.”, freno de  hierro con copas y pontezuela de plata esta última con flores y decoración central, con punzón del platero E. Di Tulio, [de cuyo punzón se conservan un par de espuelas en el Museo José Hernández].

 

En segundo lugar, una cabezada con frentera, de fines del siglo XIX, de plata lisa y cincelada, formada por chapones rectangulares, separados entre sí por rosetones unidos por aros planos. La frentera con decoración de rosetón y un peso de 1.000 grs. Tercera en orden, una cabezada de plata lisa formada por doble cadenilla de plata con pasadores de plata lisa unidas en la frentera por un corazón dorado y en la hociquera por una moneda argentina de 1883, con peso de 600 grs. y punzón del platero Manuel Casal, seguramente obra de quien fuera en su momento socio de J. Fernández y que por largo tiempo trabajó con su comercio de la calle Buen Orden 454 de Buenos Aires -allí actuó al menos desde 1896, como lo indica su publicidad en la Guía Kraft. [4] 


El cuarto conjunto incluye cabezada, freno con puente de hierro y pontezuela, copas y aro de plata repujada, cincelada con decoración de rameados, flores y guardas de perlado, con punzón de Domingo Falcón [platero de Ayacucho de fines del siglo XIX], riendas de cuero, con pasadores cilíndricos y bombas de plata lisa con moldura en los extremos, y fiador.  

 

Y finalmente, una cabezada de cuero con pasadores chatos o aplanados de plata lisa con doble moldura en sus extremos (ver imagen), unidos entre sí por rosetones con argollas rectangulares, frentera con aro de plata y marca de estancia “El cinco”, freno de copas con media bomba y barbada con medallones calados con monograma en oro A. V. Punzón del célebre orfebre Dámaso Arce (1879-1942), radicado en Olavarría, donde trabajó desde los inicios del siglo XX. La obra de este exquisito artista se puede apreciar en el Museo Municipal que lleva su nombre, en la referida ciudad bonaerense.

 

Frenos

 

Del freno, instrumento de metal que colocado en la boca del caballo sirve para conducirlo a voluntad del jinete, la colección Monti tenía catorce, destacando en el conjunto cuatro de ellos. En primer lugar uno típicamente federal, de candado de hierro, con copas de plata con una guarda cincelada de hojas, flores y frutos, a las que le sigue una banda circular con la inscripción “Viva la Federación Mueran los Unitarios”. Perteneció al Regimiento 5 de Milicias de Caballería de Campaña, al mando del coronel Narciso del Valle. Otro con coscoja, de plata lisa y cincelada con decoración, pontezuela móvil en forma de media luna de borde lobulado y centro calado con decoración de corazones, copas con media bomba con decoración lobulada y estriada, con punzón en las bombas y en la pontezuela de Juan F. M. Ramos, platero de Arrecifes que actuó a fines del siglo XIX y principios del XX. Un tercero, de plata lisa y cincelada, pontezuela en forma de medialuna con decoración de guardas con flores, copas de media bomba repitiendo la guarda anterior con inscripción Claudio Rojas, con punzón en las bombas de Santiago Podestá, platero de origen italiano, con comercio en Buen Orden 549 en 1870. Y, finalmente, uno con puente y aro de hierro, copas de plata de forma circular con guarda de hojas, punzón del platero Toribio López, afincado en el pueblo de Chivilcoy en 1869.

 

Rebenques

 

El rebenque, látigo fuerte para estimular el caballo que se compone de manija, cabo y lonja o azotera y se diferencia de cualquier otro tipo de látigo por la lonja trenzada y cilíndrica que aquellos poseen, aquí formada por una sola pieza de cuero muy bien sobada, plana y con un ancho de alrededor de 4 cm. El largo de la lonja es igual o muy poco mayor que el del cabo. Del grupo de veintisiete rebenques de la Colección Monti eran dignos de mención uno de cabo troncocónico liso, dividido por tres soajes cincelados con guarda de vegetales, mango con argolla plana con decoración calada de cuatro rosetones, azotera de cuero crudo y largo de 18 cm, firmado por el platero José Buschiazzo radicado en San Antonio de Areco a fines del siglo XIX. Otro, de plata lisa y cincelada, cuerpo dividido en dos por una bomba, mango en forma de argolla aplanada con cuatro rosetones, azotera de cuero crudo, largo 21 cm., con punzón del platero uruguayo A. O. Sanguinetti, y el tercero, de chasqui, de plata lisa, cabo con decoración de molduras y motivos vegetales, la tapa del pomo a rosca para dejar ingresar los mensajes escritos, punzón del platero J. Fernández.

 

Arreadores

 

De la especie de látigo llamado arreador, consistente en un cabo cilíndrico o ligeramente cónico, retobado o no con cuero, de 50 a 70 cm de largo, que en la extremidad inferior lleva un ojal de guasca al que va asida una argolla de metal, de la que pende una trenza de tientos que tiene generalmente más de 1 m, y termina en la azotera; la Colección Monti disponía de nueve ejemplares.

 

Maneas

 

La manea de cuero crudo sobado o de tientos trenzados, dispuesta convenientemente para abrazar y mantener juntas las manos o las patas de un animal, con el objeto de limitar sus movimientos, estaba representada en la Colección Monti por tres ejemplares.

 

Lazo


Poseía la Colección Monti un ejemplar del afamado y raro lazo pampa de tendones de avestruz, trenzado de ocho y con argollas de bronce. Medio siglo atrás solo se conocían tres en el país, otro de ellos en el Museo de “Los Libres del Sur” en Chascomús; pero en la actualidad hay otros, realizados por modernos artesanos como curiosidad o pieza de colección. Instrumento primordial del jinete-pastor que tuvo que ingeniarse para dominar al equino bagual y al vacuno cimarrón y para el manejo cotidiano de esos animales, cuando más o menos domesticados quedaban confiados a su custodia, el lazo sirve para atrapar un animal sin que el arma abandone al cazador. En nuestro país es producto de un prolijo trenzado o torcido de tiras de cuero crudo, llamadas tientos, en número variable entre uno y ocho. Uno de sus extremos lleva sujeta una argolla de hierro (para formar, pasando por ella parte del conjunto, una abertura o lazada corrediza denominada armada), y el otro una presilla también de cuero, con un ojal que abrocha en un nudo o botón de trenza del mismo cuero con la que se prende el lazo a la asidera del recado. Tito Saubidet expresó en su tiempo que el usado en la provincia de Buenos Aires, de forma cilíndrica, era de 17 a 20 metros de largo, pero por las noticias que he reunido al respecto, me parece que era más real el de 14 a 18 metros.


Estribos


Es sabido que de estas piezas de metal, madera, cuero u otro material, pendiente de la ación, en que el jinete apoya el pie, se usaron en el pasado una variedad que en su momento fue estudiada por suma prolijidad por el desaparecido Roberto De Vincenzi en un magnífico libro, tenían la característica común de estar limitada su capacidad al permitir la introducción de la punta del pie, y  la Colección Monti ofrecía una docena de diversos modelos: campana, corona; guitarra, de suela; de asta; de madera, de cuero y suela, y perita.


Espuelas


De este instrumento de castigo  para estimular al montado, compuesto de arco [parte que encaja en la posterior del calzado de quien la llevaba y que abarca el calcáneo del pie], rodete [pieza circular adherida en la parte posterior del arco] del cual arranca el pihuelo en que se sostenía y giraba la rodaja [disco de acero, con púas, en que remataba la espuela], destacaban en el conjunto de los diez pares de la Colección Monti, unas nazarenas de plata fundida y cincelada, arco con decoración de motivos vegetales, rodete con forma de rosetón  calado lo mismo que el pihuelo, que representan estilizaciones vegetales, gran rodaja de hierro calado de 12 puntas, alzaprima  de eslabones redondos y ovalados, bajo empeine de cuero con hebilla  y cartucho de plata.


Cuchillos y dagas


Llamaban la atención del visitante de la Colección Monti, cinco de sus cuchillos, de una veintena de exhibidos. El primero, de plata repujada y cincelada, con cabo y vaina decorados con rameados estilizados rematados por rosetones en oro, puntera con estilización vegetal con monedas doradas, agarradera con punzón del platero Enrique Giaccio, de la ciudad de Buenos Aires [Caseros, 2977] registrado en 1896 y 1903 en la Guía Kraft. El segundo, de plata repujada y cincelada, cabo troncocónico culminado en semiesfera con gallones radiales, con decoración junto con la vaina. El tercero, de 45 cm. de largo, de plata, repujado y cincelado, cabo con decoración de motivos geométricos con separadores en oro, vaina ornamentada con motivos de rameados y flores, agarradera con iniciales “M.M.”, puntera con decoración de hoja, y punzón del platero Constantino Rey, establecido en Azul hacia 1903.  El cuarto de plata lisa con aplicaciones de oro y decoración de flores y hojas, bordes con  cordoncillo y parte media  con soaje, agarradera con corazón de hojas, puntera  con iniciales JBN,  hoja de acero Dufour, punzón del platero Antonio Iannicelli, largo 46 cm. Finalmente un verijero, de 23 cm. de largo [circa 1940] con cabo y vaina con decoración de motivos vegetales y aplicaciones de flores en oro, hoja de acero “La Movediza” y punzón de Amoroso y Llera, razón social de una joyería que funcionó hasta 1970 en la ciudad de Olavarría, y supo tener dos locales, uno en la calle Vicente López, al lado de la vieja confitería Express y frente al templo San José, y la otra en la misma calle pero entre Belgrano y Dorrego, al lado de la desaparecida zapatería de Nappolitano y Sosa.

 

De  las cinco dagas de la colección Monti, armas livianas y no muy grandes, de tamaño  mayor que el del cuchillo pero menor que el del facón, siempre de dos filos y con “S” o travesaño guardamano y hoja recta similar a la del facón y muchas veces del mismo origen, fijamos nuestra atención en una de 45, 5 cm. de largo, hoja de acero,  cabo troncocónico de plata lisa y cincelada  con decoración vegetal y guardamonte en forma de “S”,  vaina de cuero con sujetador y puntera de plata,  y punzón del platero S. G. Lobbe.


Tiradores y rastras


No faltaban en las prendas criollas de uso personal de la Colección Monti dos tiradores de cuero, usados a modo de cinturón, uno de ellos con aplicación de monedas de plata de países sudamericanos y una inglesa de oro, con peso 1,600 kg; y media docenas de rastras, todas con seis tiros o brazos de cadenilla, que servían para cerrar el tirador.


De estas últimas, la primera, de plata fundida y cincelada, aro circular con figura de gaucho a caballo en el centro con aplicaciones en oro, e iniciales “F.B.”, tiros con monedas españolas; la segunda de plata cincelada, centro circular con decoración vegetal, que encerraba un monograma de oro con las iniciales “E.O.M.”, y contenía además cuatro gemelos aplicados con inclusiones de pequeños zafiros y diamantes, tiros de cadenillas culminados en botones dorados, y peso de 150 gr; la tercera de plata cincelada y oro, placa central decorada con una escena campestre, tiros terminados en monedas uruguayas, peruanas y chilenas de plata con aplicaciones de monedas en oro, peso 475 gr; la cuarta de plata fundida, con la representación del escudo de la Confederación Argentina al centro, tiros con cadenillas terminadas en escudos de la Confederación de menor tamaño, título 600 y un peso de 150 gr. La quinta rastra, también de plata, con placa central  fundida y calada representando un gaucho a caballo, tiros de canevones intercalados con monedas argentinas con aplicaciones de oro, peso 250 gr; y la sexta y última, de plata y aplicaciones de oro, placa central fundida y calada representando la figura de un flautista con su perro, tiros con decoración de motivos vegetales terminados en rosetones calados, punzón del platero A. Ferrari,  de actuación en Buenos Aires en la  segunda mitad siglo XIX.

 

Otros elementos


El Museo se completaba con muchos otros objetos, entre ellos un valioso conjunto de mates de plata [con predominio de los ovoides], media docena de yesqueros y una tabaquera de avestruz; cuatro chifles, otras tantas boleadoras y el infaltable conjunto de ocho vasos y cuatro copas “culonas” de pulpería o esquina, de vidrio incoloro moldeado.


Destino de la colección


Tuve la oportunidad de admirar esta colección por invitación de su propietario, hace ya muchos años, allá por 1975, cuando estaba expuesta en la estancia “El Cinco”, y por azar del destino fui testigo presencial de cómo el martillo de la subasta realizada por la firma Posadas Remates S. A. [Bullrich, Gaona y Guerrico], en su sede de Marcelo T. de Alvear 1560, dispersó en agosto de 1994 esta colección formada a lo largo de toda una vida [5]. No obstante, a treinta años de su fallecimiento, en General Alvear el nombre de don Osvaldo Monti se pronuncia con respeto.


Notas:

1. “Osvaldo Monti. El fallecimiento” en La Nación, Buenos Aires, 26 de julio de 1993. Agradezco a Emiliano Tagle haberme buscado, copiado y enviado el texto de esta necrológica.

2. Prendas y caballos criollos criollos. Trabajo e Historia. Cabaña “El Cinco” de Monti Hnos. S.A. Presente en el Centenario de General Alvear 1869-1969. La copia de este raro folleto debo a la gentileza de la profesora Liz Solé, reconocida historiadora del partido de General Alvear.

3. El escribano e historiador marplatense don Julio César Gazcón (1878-1968), bajo el seudónimo de “El gaucho Mano Mora”, en su libro “Charamuscas” (Buenos Aires, Librería “Las Ciencias”, 1920) dedica el primer poema del volumen, titulado “Desde la tranquera” a Olivera Galán Deheza, cuya foto montado a caballo publica en la pag. 8.

4. Adolfo Luis Ribera en su Diccionario de orfebres rioplatenses. Siglos XVI al XX (Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1996, p. 123), también menciona un platero homónimo activo en el año 1854  con su taller en calle Buen Orden 144. El profesor Ribera, de quien he tomado los sucintos datos sobre plateros mencionados en el texto de esta nota, reunió importantes noticias sobre el platero Manuel Casal, pero es de advertir que si bien en la página citada de su Diccionario en nota 581 remite a las fuentes, posiblemente por una trocatinta en la composición del volumen, dicha remisión resulta inexacta pues las referencias están contenidas en la nota 580 de p. 222.  

5. Posadas Remates S. A. Bullrich Gaona y Guerrico. II Remate de obras de arte y antigüedades. Remate n° 1840. Buenos Aires-Julio de 1994. Buenos Aires, 1994, sin paginar. En la solapa de la tapa se observa la fotografía a color de un conjunto de piezas de plata de la Colección Monti (Ejemplar de mi biblioteca). Otra venta de algunas piezas de la colección Monti, fue realizada el miércoles 9 de octubre de 2019 en la acreditada casa martillera Martín Saráchaga. 


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