Por Roberto Vega Andersen *
Esta vez el museo nos sorprende con una original puesta en escena de la colección Collazo, formada en especial por tres áreas de interés, todas referidas a la platería: virreinal, criolla e indígena, incluyendo como tal, las piezas de uso en el complejo etnográfico “pampa” y las araucanas.
En el catálogo que acompaña la muestra, Oscar Collazo cuenta que su «colección empezó con un regalo que me hiciera mi abuela: un sahumador que su tatarabuelo había mandado hacer con Martínez [1]. Este sahumador fue pasando de mano en mano, de generación en generación hasta que, cuando cumplí 50 años, me lo regalaron». Lo singular de su historia es que la colección responde a un criterio estético muy sólido, alejado de un interés llano de acumulación; «las diferencias de estilo hacen de esta colección -sostiene su propietario- un diálogo entre las distintas maneras de expresar un arte».
Vemos en la sala del museo una importante selección de piezas pampa, muchas recolectadas por Alfredo Anchorena, quien escogió a Oscar Collazo para que tomara el testimonio de su colección, aludiendo en esta idea a dicho elemento en una carrera de postas, donde cada participante se lo entrega al siguiente y así sucesivamente. En el catálogo, retornamos al mismo, Oscar le agradece a Tina, la hija de aquel coleccionista con su campo en la provincia de La Pampa, por haberle permitido seguir en contacto con ese mundo, y lo reconoce: «cuando estoy frente a una pieza pampa siento que estoy en presencia del indio que la usaba». De igual modo, la impronta criolla entre los avíos del apero y la vestimenta del gaucho, lo sitúan en el escenario natural de nuestro jinete.
Obras de carácter religioso y de uso civil; espuelas, estribos, cabezadas, riendas, frenos, fiadores, rebenques, rastras, cuchillos, mates, jarros… y el ajuar femenino de las nativas pampas y araucanas, son verdaderos testimonios de identidad y de dominio de un oficio. Poco más de un centenar y medio de piezas dialogan a través de los tiempos y los espacios geográficos. Algunas identificadas por la marca de su autor y las más, nacidas en esas manos anónimas que se curtieron a golpe de martillo, replicando un sentir estético heredado y celosamente preservado.
La visita al museo les permitirá además, emocionarse con los originales de Florencio Molina Campos, pintados para ilustrar los célebres almanaques de la firma Alpargatas, junto con distintos objetos personales que formaron parte de su vida cotidiana. La colección del museo cuenta también con la pintura de Luis J. Medrano, las témperas que ilustraron aquellos almanaques en los años 1946 y 1947, y las acuarelas y dibujos de Jorge D. Campos, pintor costumbrista.
Ubicado sobre la calle Moreno 279 de San Antonio de Areco, el museo cuenta con los siguientes días y horarios de visita: Jueves a domingo y feriados, de 10 a 13 h y de 15 a 18 h. Costo de las entradas. Adultos: $1300. Grupos: $1200. Estudiantes/Docentes: $1150. Jubilados: $1000. Sin cargo: Menores de 12 años y personas con discapacidad junto con un acompañante.
La muestra permanecerá abierta hasta el domingo 11 de junio, inclusive.
Nota:
1. El punzón “Martínez” es uno de los más antiguos identificados en el siglo XIX en Buenos Aires, en muy raras ocasiones, aplicado junto a la marca de localía, “Bs. As.”. Costumbre que sólo hemos advertido en este autor y en Cándido Silva, otro de los grandes plateros de la época.
* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios