Guillermo Roux y La Constitución guiando al pueblo

El momento en que se descubre la obra para asombro y alegría. Fotografía: Gentileza Archivo diario El Litoral, ciudad de Santa Fe.



Antonio Alice, boceto de Los constituyentes de 1853. Óleo sobre tela. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, ciudad de Santa Fe.



Marcelo Olmos 

 

Arquitecto, se desempeñó como Director por Concurso de los Museos Provinciales de Bellas Artes de Entre Ríos y de Santa Fe entre 1992 y 2011. Fue docente en las Universidad Nacional del Litoral y la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Premio Fray Mocho 2003, máximo galardón literario de su provincia, Entre Ríos. Pertenece a la Academia Nacional de Bellas Arte como Delegado Académico en Entre Ríos. Ha publicado investigaciones sobre el arte de su provincia, sobre autores como Israel Hoffmann y Juan Manuel Gavazzo Buchardo, y un minucioso ensayo titulado “Paraná: arte y sociedad. 1730 - 1940” (2022).


Por Marcelo Olmos *

La vacía cabecera de la cámara de diputados de la legislatura santafesina siempre estuvo dispuesta para el cuadro de Antonio Alice (1886 – 1943), “Los Constituyentes del 53”, una obra que nunca pudo estar en el sitio para el que fue pensada y terminada en 1934 [1]. El cuadro de Alice es muy importante para los santafesinos como escribiera el profesor Juan Bautista Walpen en el diario El Litoral: «La imagen de la obra "Los Constituyentes del 53", del pintor Antonio Alice, es para quienes habitamos esta ciudad un anclaje simbólico a nuestro pasado. Afirma nuestra idiosincrasia de ciudad estado, ... y hasta ha desatado arduos debates (y mitos) en torno a su lugar de pertenencia y emplazamiento. Desde donde la abordemos, sentimos que nos pertenece parte de su memoria, de su identidad» una identidad, por cierto, construida a través de más de 400 años con muchas dificultades. De hecho, la colección del Museo Provincial guarda cuarenta y ocho bocetos al óleo y dibujos preparatorios del cuadro de Alice.

 

La relación del pintor con nuestra ciudad nace cuando asiste a la inauguración del Museo Provincial de Bellas Artes en 1922, participando también del Primer Salón de Santa Fe, y continuará en el tiempo. Tan importante es su figura por su obra íntimamente ligada a la identidad santafesina, que los restos de Alice, fallecido en 1943, fueron trasladados y sepultados en la iglesia de San Francisco de la capital provincial en 1999. Las tratativas para que la obra se enviara a Santa Fe fracasaron a lo largo del tiempo, a excepción de la breve presencia en 1973 en que se mostró en la ciudad de la Constitución con motivo de los ciento veinte años de su proclamación y jura. Una larga ausencia que siempre estuvo vigente y que dio lugar a la posibilidad de llegar a poseer la estupenda obra de Guillermo Roux “La Constitución guiando al pueblo”.

 

El enorme cuadro de la Cámara de Diputados de Santa Fe que da origen a este texto comienza su historia cuando el presidente del misma, el diputado Eduardo Di Pollina me hace llamar. Era entonces director por concurso del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, cuyo edificio se encuentra frente a la Legislatura. Crucé a la entrevista en donde Di Pollina me consulta sobre quién podría hacer una copia del cuadro de Alice de Los Constituyentes. Le pregunté si no le parecía mejor encargar una obra diferente. Me pregunta quién podría hacerlo y le contesté que Guillermo Roux. Me pidió el contacto y que le anticipara su llamada. Ese fue el principio.

 

Roux llegó a Santa Fe en medio de tractorazos por la 125 [2] que desfilaban atronando el viejo barrio sur y lo recibió el gobernador Hermes Binner; recorrió la Legislatura, la Cámara y aceptó el reto. Recuerdo algunos momentos, como las visitas que Roux hacía a Santa Fe a verificar medidas y adentrarse en el recinto para, seguramente, percibir su obra y su relación con el espacio. La pintura de Alice mide 360 x 542 cm y fue concebida para encajar perfectamente en el plano rodeado de una gruesa y elaborada moldura que se ubica a espaldas de la presidencia del recinto. Pero el maestro Roux trabajaba en principio en una obra más grande, de 358 por 652 cm, y fue necesario modificar el plano mencionado, quitar el recuadro y hacerlo nuevamente.

 

Y otra vez me consultan en la Presidencia de la Legislatura, en ese momento sobre quién podría hacer el trabajo de eliminar y realizar nuevas molduras sin que nada se altere de su diseño. Stephan Descours, propuse, un francés radicado en Paraná, egresado de la Escuela de Artes y Oficios en París, quien ya había trabajado en la Catedral Vieja. Fueron un par de años, una espera ansiosa que terminó con el solemne descubrimiento de la obra. En el interín Roux fue el invitado de Honor del Salón de Santa Fe de 2010 donde se exhibió el boceto de Canto a Buenos Aires que colgaba en su casa.

 

Aunque conocía a Guillermo Roux protocolarmente, comencé a tratarlo de forma personal en octubre de 2002 cuando la arquitecta Silvina Irurraspe, docente de la Universidad Católica de Santa Fe gestionó con éxito una clase magistral del maestro, que dictó en la sede de la universidad en Guadalupe, barrio de la capital santafesina. Fue un éxito total; ante un aula repleta, trabajó con modelo viva y con un resultado estupendo. Cenamos en Paraná donde Roux desplegó su simpatía, su encanto revelando que no solo era un artista excepcional, sino que también era una persona cercana, brillante. Vinieron después el compartir algunos viajes, como en 2004 a Jujuy, a El Calafate en 2005; San Juan en 2006, Chaco en 2007 y Mendoza en 2008. Se sucedieron después encuentros en la Academia Nacional de las Bellas Artes [Nota del editor], con anécdotas que contaba con gracia como su relación con Cesáreo Bernaldo de Quirós. Quirós conocía a su padre y éste, mostrándole algunos dibujos de su hijo, le solicitó al maestro si podía enseñarle. Quirós, orgulloso y lejano aceptó recibirlo los sábados en su casa de Vicente López. En la primera visita, lo contaba Roux, Quirós estaba envuelto en una robe bordó; lo atendió en su atelier donde trabajaba una naturaleza muerta cuyo modelo era un ciervo colgado de una viga. Otra de sus anécdotas inolvidables la vivió en un viaje a Roma cuando fue con Franca, su esposa, a conocer la casa paterna de ella, situada en un barrio elegante y que abandonaron en épocas oscuras para marcharse a Sicilia primero y después a Mendoza. La casa pertenecía entonces a una congregación de religiosas que recibieron a los visitantes y se asombraron de la historia. Los invitaron a alojarse con ellas y cada vez que pasaban por Roma eran espléndidamente recibidos. Imagino la emoción de Franca, recuperar el pasado, y feliz, recorrer otra vez la casa de la infancia, de sus padres.

 

Exhibición de los bocetos y demás estudios que dieron origen a la obra La Constitución guiando al pueblo. En la imagen, de izquierda a derecha, el autor del presente artículo, Guillermo Roux, su ayudante y Franca, su esposa. 


Junto a la entrega de la obra el 6 de abril de 2011, el Museo presentó la exhibición de más de un centenar de bocetos, estudios y maquetas, que se volverían a mostrar en octubre de ese año en el Museo Emilio Caraffa de Córdoba. El despliegue de los bocetos preparatorios revelaba las ideas de Roux. Una mujer hermosa, alzando en sus manos los colores de Santa Fe y de la Nación, mientras que en el fondo se agita el cielo-río, el celeste y blanco de la Nación uniendo y cobijando; el verde y los girasoles de la prosperidad santafesina, y sus banderas; la de la Provincia Invencible, portada por los seguidores. Un día el maestro me llama y me lleva a una sala donde estaban los bocetos de algunos personajes de la primera línea, me señala uno y me dice: ahí estás vos, es tuyo. Nunca voy a olvidar la profunda emoción por el gesto generoso y cómplice que contados conocen porque preferí callarlo. El dibujo lo hizo apelando a su memoria, de encuentros pasados, es como Roux estimó que era, así me recordaba.

 

Gracias Hilario por traerlo otra vez a mis recuerdos.

 

Notas:

1. Su obra cumbre, se encuentra exhibida en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional, en la ciudad de Buenos Aires.

2. La Resolución 125 fue una iniciativa del actual senador Martín Lousteau, por entonces ministro de Economía en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en 2008. Proponía un esquema de retenciones móviles sobre las exportaciones agrícolas y provocó una inmediata reacción del ámbito rural con protestas que se extendieron por todo el país. La medida fue finalmente derogada en el Senado de la Nación luego de una sesión histórica.

 

Nota del editor: Guillermo Roux fue nombrado académico de número de esta Casa en 1990, y el autor del presente artículo, en 1999 recibió la designación de Académico delegado por la provincia de Entre Ríos.

 

* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


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