La verdadera patria es allí donde has vivido, has amado, has sufrido y luchado
Gustavo Cochet
El pintor, grabador y escritor, hijo de padre francés y madre santiagueña, nació en Carlos Pellegrini, una localidad rural de Santa Fe, donde su padre trabajaba como maestro primario. Siguiendo los destinos laborales de su progenitor vivió en aquella y otras zonas rurales de Santa Fe como Esperanza, San Jerónimo y Maciel. Residió luego en Rosario, en Santa Fe; en Montevideo, Barcelona, París; en el pueblo francés Collioures, y de regreso en Argentina, en Luján, nuevamente en Santa Fe y finalmente en Funes, a pocos kilómetros de Rosario, donde construyó su casa-taller. Este gran derrotero por ambas márgenes del Atlántico esquiva sistemáticamente una ciudad, Buenos Aires. Parece un dato trivial, anecdótico o circunstancial, pero no lo es en un país por demás centralizado. Particularmente en el ámbito de las artes, pareciera que todo gravita en torno a su mayor metrópolis financiera, económica e institucional.
En esta breve entrega los invitamos a ingresar en la vida de un gran artista que, nacido hace 128 años, ahora protagoniza en la ciudad de Rosario -desde el pasado 18 de octubre y hasta el 2 de noviembre- una muestra monográfica con óleos y grabados, titulada “Mil 937”. [1] Entre otras razones, Cochet es un artista vigente por su sinceridad, su compromiso político y estético. Gran retratista de su tiempo, de sus amistades y amores, y de los muy diversos lugares en los que vivió, amó, sufrió y luchó.
Su juventud santafesina
Como ya lo expresamos, Gustavo Cochet nació en Carlos Pellegrini, en 1894, y con tan solo diecisiete años, se lanzó a la búsqueda de su destino de artista; corría el año 1912. Recuerda -escribió reiteradas veces- aquella despedida con su madre, quien entró sollozante de regreso al hogar cuando Gustavo partió hacia Rosario. Allí trabajó de telegrafista, estudió con el joven pintor César Augusto Caggiano y en viajes a Buenos Aires, con Thibón de Libián y Walter de Navazio, artistas que había conocido en el primer Salón de Arte Nacional “Petit Salón” de Rosario, en aquel 1912. Simultáneamente comenzó a frecuentar los círculos de artistas, intelectuales, periodistas y políticos donde bullían los ideales anarquistas y libertarios. En 1915 viajó a Montevideo y compartió durante varios meses un altillo con refugiados anarquistas rosarinos, hasta que finalmente se embarcó de polizón en un buque hacia Europa.
Sus primeros pasos en el Viejo Mundo
A la inversa de los inmigrantes arribados a la Argentina desde el Viejo Mundo, llegó a Barcelona prácticamente con lo que llevaba puesto. Recuerda que tomó el tranvía y se dijo para sí que “donde termine el recorrido, allí bajaré y allí me instalaré”. Dos años después ya trabajaba en el taller de restauración de José Dalmau, marchante propietario de una galería de arte que se arriesgaba a exhibir a la vanguardia de entonces. Pasaron por su salón Picasso, Torres-García, Nonell y Miró, y allí realizó Cochet su primera exposición personal en Barcelona, en 1919. Al año siguiente se casó con Francisca Alfonso, su gran compañera de vida; ambos se mudaron a París, ciudad meta de todos los artistas. Escribió Cochet sobre Barcelona: “allí me hice al trabajo, al sentido artesanal del oficio”, allí aprendió la ardua técnica del grabado junto al artista Pedro Daura (1896-1976). En París continuó con su labor de restaurador. “Trabajé muchos años en la restauración de cuadros y retratos antiguos, lo que me permitió conocer a fondo las técnicas y procedimientos de los viejos maestros, como asimismo de interpretarlos y comprenderlos hasta en sus más sutiles expresiones”. Estudió a los impresionistas y se vinculó con las extremas vanguardias que evolucionaban en la bohemia parisina, aunque su decisión fue madurar un estilo propio, realista, el realismo social. Esquivó el pintoresquismo y retrató los suburbios, las fábricas y los trabajadores, la gente común con la que convivía; sus amigos, su esposa y su hijo, el zapatero, los borrachos… Expuso en París y en Barcelona en 1923, en Bruselas en 1927, en el Museo de Arte Moderno de Madrid en 1928, y en Bilbao y Perpiñán.
Luego de una estancia de seis meses en Rosario en 1928, regresa al seno familiar, en Barcelona, pero retorna con los suyos y entre 1931 y 1934 vivió en la ciudad santafesina junto a su esposa Francisca y Fernando, su hijo. Con su nombre en plena construcción europea, buscó el camino en su provincia; organizó exposiciones, lo intentó, pero la respuesta fue nula. Reflexivo, siempre lo era, escribió sobre aquella siembra infructuosa: “Rosario es como un frontón donde la pelota rebota tantas veces como se la lance. La pelota es en este caso el espíritu nuevo del arte. Es toda idea verdaderamente nueva. El pintor vive en Rosario como un ser inútil, al margen de la vida de la ciudad”. El gran fruto de aquellos cortos años en nuestro país fue la publicación de su Diario del pintor Gustavo Cochet, ilustrado con quince obras propias, y uno de cuyos cuarenta y siete pensamientos es la cita precedente. Este libro gozará de reiteradas reediciones en vida del artista, en nuestro país, en España y en Francia.
Corría el año 1934 y regresó con su familia a Barcelona, queriendo el destino que aquel viaje los cruzara con una de las grandes tragedias que ha conmovido a la humanidad en el siglo pasado, la guerra civil española. “El 19 de julio de 1936 cerré las puertas de mi taller en Barcelona y allí quedaron inconclusas las obras que estaban en curso de ejecución; ¿en qué podían servirles mis pinturas al pueblo en armas en su magna lucha? En nada absolutamente. Me consideré entonces un miliciano más”. Cochet, como militante republicano anarquista, apoyó al gobierno republicano. Participó como presidente del sindicato de artistas plásticos de la Confederación Nacional de Trabajadores, y desde allí jugó un rol crucial en la salvaguarda del patrimonio artístico barcelonés, cuyo rescate constituyó el patrimonio base para la creación del “Museo Nacional de Cataluña”. En plena guerra publicó su segunda edición de Diario de un pintor y realizó su serie fundamental “Caprichos'' entre 1936 y 1938. En ella, siguiendo la tradición de Francisco de Goya, registró en treinta aguafuertes la lucha de los hombres y mujeres por su libertad, y los horrores de la guerra. En esta serie -que no se editó ni exhibió en vida de Cochet [2]- se aleja del realismo que lo caracteriza, acercándose al expresionismo de Otto Dix, el gran artista alemán que retrató la Primera Guerra Mundial (sobre Goya y Dix, ver “Arte en tiempos de guerra. Cuando se cruzan lo mejor con lo peor” VER).
19 de Julio 1936. Uno de los grabados que conforman la serie Caprichos sobre la guerra civil española. Fotografía: Gentileza Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona.
En 1939, derrotados los ideales por los que lucharon, Gustavo, Francisca y Fernando se exiliaron en Collioures, un pequeño pueblo pesquero francés. Entre los refugiados estaba Antonio Machado, que falleció allí. Al poco tiempo Cochet y su familia viajaron rumbo a la Argentina.
Zapatero remendón, aguafuerte realizada en la década de 1940 en Santa Fe, en base a la pintura realizada en Barcelona en 1935.
Su retorno definitivo a nuestro país
De nuevo en su país de origen, primero se estableció en Luján, y cuando en 1941 Gustavo fue nombrado profesor de pintura en la recién establecida Escuela de Artes Plásticas de Santa Fe -la dirigía José Planas Casas-, se mudó a Santa Fe, donde vivió junto a los suyos hasta 1947. Aquellos fueron años prolíficos en su producción artística, tanto plástica como literaria, y además, pintó, y llevó al grabado dibujos y acuarelas realizados en la última etapa de su residencia europea. En 1943 se celebró su boda de plata como pintor con una exposición en el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe. Ese mismo año publicó su segundo libro, El grabado, historia y técnica, editado por Poseidón, y al año siguiente fue incluido por el crítico de arte Julio E Payró en su libro 22 pintores. En 1945 ganó el Primer Premio Adquisición del Salón de Santa Fe, y editó el libro Daumier. En 1947 publicó una nueva obra, Entre el llano y la sierra, editada por Castellvi en Santa Fe e ilustrada por el autor con xilografías, y junto a los suyos se radicó definitivamente en Funes, una villa de quintas ubicada a escasos kilómetros de Rosario, donde construyó su casa-taller. Allí vivió y pintó rigurosamente todos los días, hasta su fallecimiento en 1979 a los 85 años. Actualmente su casa es el Museo Gustavo Cochet.
Retrato de Cochet (1968) de Víctor Rebuffo. Xilografía realizada en dos tacos para el voluminoso libro en ocasión de la Exposición homenaje en el Museo Castagnino de Rosario. [3]
Notas:
1. El martes 18 de octubre a las 20 hs se inauguró en la ciudad de Rosario la muestra Mil 937, exposición de óleos y grabados de Gustavo Cochet de la serie Caprichos, sus registros de la Guerra Civil Española. La misma permanecerá abierta hasta el miércoles 2 de noviembre, de lunes a viernes de 17 a 20 hs. en Sala la Tertulia, calle 3 de Febrero 464 de aquella ciudad
2. En el año 2014 la provincia de Santa Fe publicó un magnífico catálogo con la reproducción de toda la serie, a partir de una carpeta traída por Cochet desde Europa, junto a un estudio de María Eugenia Prece, Gustavo Cochet. Caprichos. Estampas 1936 / 1938. Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, 2014.
3. Mele Bruniard, Eduardo A. Serón, Gustavo Cochet y Emilio Ellena. Gustavo Cochet. Estudio Gráfico, Buenos Aires, 1968.