Enero de 2019. Victoria & Albert Museum. Noche de viernes en Londres, salida de la Unión Europea, fiesta –triste, melancólica– en el vestíbulo de entrada.
Una recorrida rápida. Casi al salir, en una sala a la izquierda de la entrada, repleta de porcelanas en forma de caracol y de muebles con incrustaciones animales, en concha, tortuga y nácar. En la pared derecha, abajo, medio escondido, con el número de Inventario 933-190 correspondiente a la Caja WS de la Sala 7, dedicada a Europa entre 1600 y 1815, en una galería cuyo nombre celebra la protección de la jequesa Amna Bint Mohammed Al Thani, de la casa de los monarcas de Qatar –esos que le están poniendo precio al arte mundial—, una tela roja con motivos en tonos azules y amarillos.
PORCIÓN DE UN TAPIZ
1680–1720
Autor desconocido
Lanas de colores, sedas e hilos dorados, tapicería tejida
Este tapiz se realizó con seda china importada a México a través de Manila.
El color rojo se obtuvo a partir de la cochinilla, insectos triturados
originarios del continente americano.
El pájaro del centro es el mítico fénix asiático, cuyas alas
muestran la amplitud de las del cóndor andino.
Dos sirenas tocan el laúd.
Las flores recuerdan a los crisantemos chinos.
Hecho en Perú
La pieza fue adquirida en 1901 a Vitall Benguiat (1865-1937), importador de bordados antiguos, de brocados, encajes, terciopelos, alfombras finas, joyas, obras de arte. Una casa con sede en 11 Savile Row en Bond Street, la calle de los sastres, la de los vecinos ricos y las tiendas de objetos de lujo, un domicilio visitado por los connoisseurs de antigüedades.
En junio de 1901, el comité de adquisiciones del museo Victoria y Alberto –establecido en 1852 en South Kensington como repositorio dedicado a las artes aplicada para su uso en la educación de artesanos e industriales— aprobaría la compra de 33 piezas de un lote más grande ofrecido por los Benguiat, entre ellas esta muestra de tapicería de Goa, cuidadosamente renovada, lavada y tasada en 80 libras, aunque parece haberse comprado por 23 libras. Para entonces, este museo y sus imitadores del continente se habían volcado a las artes decorativas no sin antes haber educado a los comerciantes acerca de las piezas que estaban dispuestos a adquirir.
Los cinco hermanos Benguiat eran una garantía y no se indagó mucho más. Desde fines del siglo XIX proveían de tapicería antigua y tejidos exóticos a los museos más importantes de Londres, París y Nueva York, donde la demanda creció tanto que un cargamento especial iba, todos los años, a subastarse a esa ciudad. Efraín, el mayor de los hermanos Benguiat, decidió radicarse de este lado del Atlántico. David y Leopoldo conservaron por un tiempo los locales de Londres y París; Vitall y Benjamín, entrado el siglo XX, elegirían mudarse a Estados Unidos no sin antes enjuiciarse, demandarse y expoliarse mutuamente. De remoto origen español sefaradí, la familia se había radicado en el Cercano Oriente, primariamente en Esmirna y Alejandría, haciéndose experta en el arte de obtener y comerciar tapicería persa y renacentista, así como en el de envejecer alfombras modernas y transformarlas en antiguas mediante una piedra pómez y la correcta aplicación de una tintura en base de azafrán.
Los señores Benguiat gozaban de gran prestigio entre los millonarios estadounidenses y sus arquitectos. Les vendieron las colecciones de tejidos y alfombras más raras y notables. Tanto en Nueva York como en Londres urdieron, además, excelentes vínculos con los coleccionistas, las casas de remates y las asociaciones de connoisseurs que, por su parte, promovían sus remates y los promocionaban en sus revistas. Entre ellas, el Burlington Magazine, establecida en Londres en 1903, cuna y tribuna de críticos e historiadores como Roger Fry y Herbert Read, receptáculo de los estudios de los guardianes de las colecciones del Museo Británico, del Victoria & Albert y demás instituciones relacionadas con los gustos de la época. La revista, en mayo de 2022, acaba de publicar el número 1430 del volumen 164.
Por su parte, en Manhattan, la American Art Association, fundada en 1883, en la década de 1920 promovió las ventas de los Benguiat, fijando las bases y condiciones. La Asociación hoy sobrevive incorporada a las casas más importantes del negocio de la venta del arte antiguo, moderno, decorativo, degenerado o lo que sea: dinosaurios, ídolos aztecas, imágenes coloniales, afiches de mayo de 1968...
David Benguiat se había hecho un nombre como uno de los mayores expertos en textiles: establecido en Londres desde 1878, era consultado por los principales museos de Inglaterra y del continente en lo que respecta a bordados ingleses de las épocas tudor, jacobina y georgiana. También por los terciopelos genoveses del siglo XVI de color rubí y carmesí, las telas del Renacimiento italiano y español, así como los estandartes, baldaquinos y bordados de la China, el Oriente Próximo y resto de Europa. Mesoamérica, el Amazonas, los Andes no formaban parte de los territorios ni estilos que dominaban o producían, pero sí Portugal y España, por lo que es probable que la pieza de Goa, procediera de la península ibérica.
La exuberancia de la fauna y la flora en un detalle del tapiz. Victoria & Albert Museum. Londres. Fotografía: Gentileza Victoria & Albert Museum.
Los Benguiat, nunca fueron puntillosos a la hora de declarar procedencias y los nombres de los hermanos fueron desapareciendo no solo del mercado sino también de las historias de las piezas publicadas en el Burlington Magazine. En esa revista, en junio de 1913, el antropólogo británico Thomas Athol Joyce (1878-1942) redactó una nota sobre un tapiz peruano presumiblemente del siglo XVII. Joyce, ex alumno de Oxford, en 1902 se había incorporado al Museo Británico para trabajar como ayudante del arqueólogo Charles Hercules Read (1857-1929), responsable de las antigüedades británicas, medievales y etnográficas, una división que incluía campos posteriormente escindidos: las culturas de los pueblos etnográficos y las colecciones orientales más allá de Egipto y Cercano Oriente, la cerámica, el vidrio y los objetos europeos post-medievales. Joyce, desde temprano, se dedicó a reunir artefactos etnográficos, interesándose cada vez más por la antropología americana. Como la mayoría de sus contemporáneos y colegas, fue invitado a escribir en la famosa edición de la Enciclopedia Británica de 1911, donde tuvo la infeliz idea de resumir las investigaciones que discutían las potencialidades de la población negra y los conflictos raciales surgidos de la ley vigente en Estados Unidos.
El tapiz objeto de su interés formaba parte de las colecciones de Etnografía a su cargo en el Museo Británico, un lote llegado gracias a Louis Colville Gray Clarke (1881-1960), arqueólogo de la Universidad de Cambridge quien lo había adquirido en Cuzco, Perú. Era raro, nunca visto. Colores estridentes, característico de las tinturas peruanas. Un escudo de armas en el centro, rodeado de árboles con flores y frutas, pájaros, bestias y sirenas, muchas sirenas, tocando arpas y vihuelas. Otros dos paneles mostraban hileras de personajes femeninos y masculinos que Joyce asimiló a figuras incas. El escudo de armas estaba coronado por el lema “Si dios es por nos quién será contra nos”, desconocido en las casas nobles españolas, ausente entre los conquistadores llegados a Perú en el Siglo XVI. Se trataba de un versículo de la epístola a los Romanos del Nuevo Testamento, atribuida el apóstol Pablo, algo que el protestante Joyce ni ninguno de los colegas del Británico o del Victoria & Albert Museum pudieron identificar. Estos, en cambio, lo ayudaron a buscar emblemas, motivos, escudos de armas de las casas ibéricas del siglo XVI y XVII entre las piezas compradas, entre otros, a los Benguiat. Así, Albert van de Put (1876-1951), un asistente del encargado de las colecciones del Victoria & Albert, experto en cerámica hispano-morisca, en la corona de Aragón y autor, en 1914, del catálogo de los tapices en existencia, le sugirió compararlo con los escudos de las casas de Vizcaya y Guipúzcoa y con ello se quedaron. La técnica, sin embargo, era típicamente precolombina. Joyce no fue mucho más lejos, apenas si sugirió una fecha –el siglo XVII—, un intervalo que hubiese dado tiempo al artista para incorporar los motivos europeos, si bien seguía manteniendo las técnicas de tejido de sus ancestros.
Joyce, paralelamente, se hizo famoso con la descripción de un tótem de la costa oeste norteamericana y con sus trabajos sobre los mayas de Belice y los aztecas de México. La Enciclopedia Británica y el tapiz peruano quedaron en el olvido.
Habría de pasar más de una década para que el historiador Albert Frank Kendrick (1872-1954), guardián del departamento de Textiles del Victoria & Albert Museum (1897-1924), exhumara ese trabajo para compararlo con la pieza comprada en 1901 – el tapiz de Goa—, hasta entonces, al margen de todos los catálogos. Para Kendrick, todo el conjunto era peruano y, además, había sido tejido en la misma localidad, el argumento de un trabajo breve pero fundamental para entender que la historia de Cuzco no podía desligarse de la del comercio y de la industria que conectó, desde muy temprano, las geografías más disímiles creando híbridos: un término muy utilizado en Inglaterra y México, entre los conservadores, estudiosos y guardianes de la década de 1920 que no sabían dónde ubicar las cosas que encontraban bajo su cuidado y que hoy se le atribuye al primero que pasa o llega.
Detalle del tapiz. Victoria & Albert Museum. Londres. Fotografía:
Kendrick armó el grupo tomando como eje la pieza adquirida en 1901 a los Benguiat: el tapiz de Goa, es decir el tapiz peruano de Joyce. Según Kendrick, el ave central, las flores y otros detalles del tapiz del Victoria & Albert Museum, hablaban de China. El león, el unicornio y las sirenas, por su parte, remitían a España, a Europa. Las sirenas de esta pieza, a su vez, tendían un puente con las del tapiz descripto por Joyce en 1913 (el comprado por Clarke en Cuzco) que, al mismo tiempo, se emparentaba con otro de la colección Kelekian publicado en su catálogo de tejidos venecianos y del oriente como un espécimen de Arte indo-portugués del siglo XVI. La serie, sin embargo, no terminaba aquí: debían sumársele otros fragmentos y el futuro traería unos cuantos más que se exhibieron en Los Andes coloniales, una exposición realizada en el año 2004 en el Metropolitan Museum de Nueva York.
Otra vez la sirena en el arte popular peruano. Aquí ejecutando un charango en un plato chúa. Mayólica tricroma. Pucará, Puno. Imagen: en Las artes del Perú, por Francisco Stastny. Fundación del Banco Continental para el Fomento de la Educación y la Cultura.
Kendrick confirmó el carácter o el uso sacro-profano de las mismas, que ahora empezaban a ser vistas como parte de una serie que existía repartida entre cinco o seis repositorios públicos y privados del hemisferio norte y a ambos lados del Atlántico. Hoy, gracias a las investigaciones de Elena Phillps, sabemos que eran muchos más. Se adjudican al mismo taller, resultado del tejido de una combinación de materiales, técnicas y motivos andinos, chinos y europeos.
La pieza del Victoria & Albert Museum está tejida principalmente en seda con lanas de colores e hilo de plata dorada y probablemente se habría utilizado como colgante o cortina. Aunque se tejió en Perú, el diseño muestra una fusión de técnicas y colores autóctonos con motivos e imágenes importados de Europa y de las colonias españolas de Asia oriental, sugiriendo que el tapiz fue realizado por artesanos peruanos. Los motivos siguen generando dudas y reflexión. Sin embargo, nadie cuestiona que el diseño representa una variedad de criaturas y flores de origen asiático. En particular, el xiezhai de un cuerno de la mitología china y el unicornio, que no parecen tener paralelos mitológicos en los Andes. Los instrumentos de cuerda que tocan los seres marinos se asemejan a los laúdes utilizados en España. La paleta de colores, especialmente el rojo intenso de la cochinilla, es típicamente andina, un tinte abundante tanto en Perú como en México, donde se habrían teñido los hilos de color rojo. Los hilos de seda habrían llegado a México en el galeón de Manila. Procedían de Asia y probablemente fueron tratados en México antes de ser enviados a Perú. El hilo de plata dorada es otro elemento de origen extra-andino: hechos de una lámina metálica enrollada alrededor de un hilo central, responden a un método que sugiere la fabricación europea, probablemente importados de España, pero compuestos de plata extraída en América.
La representación del unicornio. Detalle del tapiz. Londres. Fotografía: Gentileza Victoria & Albert Museum.
Las plumas de los pájaros, las colas con escamas de pez y las coronas de los leones están tejidas con hilos de seda. Todos los animales blancos son de seda, excepto el unicornio, que es de lana. De la crin del unicornio, solo quedan los hilos de la urdimbre, sugiriendo que pudo haber sido tejida con hilos dorados o de otro tipo que hoy se han perdido. En el centro del diseño hay un gran pájaro, probablemente un fénix representado con un aspecto similar al de un pavo real. Este pájaro está rodeado de flores, de hojas de diferentes formas y tamaños y de varios tallos con frutos. En medio de estas formas hay numerosas criaturas: además de las sirenas, un león coronado, loros y otras aves de plumaje multicolor; un unicornio con la cabeza baja, animales con aspecto de perro, de los cuales uno lleva un collar dorado.
Sirena burilada en un cuerno. Vaso decorado con distintos motivos. Fechado en 1872. Bajo Mantaro. Imagen: en Las artes del Perú, por Francisco Stastny. Fundación del Banco Continental para el Fomento de la Educación y la Cultura.
Arte religioso hecho en Cuzco con motivos chinos que en el Cuzco carecen de significado, dispuestos a combinarse según la demanda, las habilidades y los colores locales. Una urdimbre inesperada, resultante de los acontecimientos políticos, lejanos y violentos, en apariencia imposible de afectar las alturas andinas, un sacudón que, sin embargo, lograría amontonar en la misma superficie, en las mismas tramas, las insignias de los oficiales y las damas de los Ming, los emblemas del neo-humanismo europeo, los símbolos del cristianismo universal, los gustos de un fraile u obispo y la interpretación de los tejedores andinos gracias a quienes, un ala se vuelve manga y el arpa, charango.
Nota:
* Adelanto de su libro “Desubicados”, Beatriz Viterbo, Rosario, junio de 2022.