A mediados del año 1968, la voluntad de dos estudiantes universitarios, mi esposa Lucía Solís Tolosa y yo, con un puñado de libros pusimos el basamento de la biblioteca privada que lleva el nombre de mi padre: J. Armando Caro. Esfuerzo que años después compartimos con nuestros cuatro hijos.
En 1996, después de 28 años de forzada trashumancia de ciudades, e incluso de país, nuestra biblioteca se asentó, creció y consolidó en Cerrillos, a 15 kilómetros al Sur de la ciudad de Salta. Es algo no frecuente construir una biblioteca de estas características a pesar de ese nomadismo. Fue un desafío. La inestabilidad y la precariedad de sus primeros treinta años, no impidió mantenerla y acrecentarla.
Tal esfuerzo y la pasión puesta en él, quizás haya sostenido la respuesta a ese desafío. Perseverar en esta obra fue un recurso, no deliberado, para contrarrestar la desmemoria y el desarraigo físico. Fue una elección para echar esas fuertes y perdurables raíces con el papel del que se nutren los libros y la memoria que ellos atesoran.
Desde el año 2000 su fondo principal está en un salón de 126 metros cuadrados y casi seis de altura. Fue construido con criterios funcionales, de conservación preventiva y seguridad. Se levantó con el aporte desinteresado de un arquitecto amigo. En Salta, éste es uno de los pocos edificios construidos para albergar una biblioteca. Años después, se añadieron espacios que suman alrededor de 200 metros cuadrados.
Después de atravesar una tupida arboleda recostada a metros de una cadena de cerritos que festonean el paisaje, el salón principal aparece como brotado de la tierra. En el silencio de la noche, sus 36 lumbreras dan a ese edificio apariencia de un arca varada en medio del verdor, de espaldas a los cerritos cuyas rocas tienen 470 millones de años.
“El atizado aroma de sus vejeces”, como escribió el poeta Néstor Groppa refiriéndose a su biblioteca, y un alto, tallado y original mostrador “Art Noveau” abren paso a largos estantes colocados en peine no regular: un laberinto. A los libros, ordenados por secciones y temas, se añaden publicaciones periódicas, impresos, fotos antiguas, mapas de la región, discos de pasta y vinilo, y objetos.
De un mueble de viejo almacén, cuelga una frase: “Más que nunca necesitamos al libro, pero los libros, a su vez, nos necesitan a nosotros. ¿Qué privilegio más bello que el de estar a su servicio?", se preguntó George Steiner.
Dijeron ilustres visitantes
“Esta es una obra de amor e inteligencia”, dijo de ella Félix Luna en 1998. Marcos Aguinis la llamó “tesoro escondido” en un artículo publicado en 2008 en el diario La Nación. “Esta es la biblioteca del Norte”, opinó el ensayista Ignacio Colombres. En 2015, Juan José Sebreli destacó la “dedicación y obstinación en la recuperación y preservación del libro, un caso excepcional en nuestro país”. Alberto Manguel, que la visitó en 2016, escribió: “Un maravilloso viaje de exploración de un lector excepcional”.
La biblioteca recibió a cuatro directores de la Biblioteca Nacional. Carlos Fayt, salteño que fue presidente de la Corte Suprema, la visitó con su esposa en octubre de 2009. Para él, escribió, entrar a esta biblioteca fue ingresar “a una pequeña catedral que contiene lo mejor de la obra de quienes han honrado la investigación histórica, sociológica y política de Salta, la Nación argentina y lo universal de la cultura”.
Dos gruesos libros de visitas reúnen opiniones de sus visitantes. El poeta Santiago Sylvester anotó “Al mundo que esta Biblioteca ha hecho caber en Salta”. José Edmundo Clemente, que fue director de la Biblioteca Nacional, la llamó “magnífica”. Para Jorge Rouillon, “Es una interesante biblioteca que sus constructores han sabido levantar en el fondo de su propia casa y en el interior de sus corazones generosos”.
En septiembre de este año 2022, Abel Alexander escribió: “Visitar esta biblioteca retempla el espíritu y permite soñar que existe una Patria mejor y que debemos luchar por ella y por la cultura”. El arquitecto Ramón Gutiérrez, opinó”: “Esta biblioteca formada por el aporte de otras bibliotecas testimonia la confianza de quienes valoran esta capacidad de administrar la cultura que tienen sus dueños”.
A la arquitecta Graciela Viñuales le llamó la atención el sector donde se reconstruye un aula escolar de comienzos del siglo XX: libros de lectura de 1890, bancos, tinteros, cuadernos, lapiceras con plumas, mapas, tizas, borradores, figuras geométricas y cuadernos de caligrafía. “Es una radiografía del siglo XX con algunos detalles anteriores que animan el espíritu”.
Un paseo por este laberinto
Especializada en información sobre el Noroeste argentino y la Región Andina Centro Suramericana, la nuestra es una biblioteca privada de acceso público, sin fines de lucro. Su interés en libros, publicaciones, información y relaciones con bibliotecas, instituciones culturales y personas del Noroeste argentino es uno de sus rasgos específicos.
Durante los últimos 22 años, la biblioteca fue visitada por miles de personas y consultada por decenas de investigadores de Salta, de otras provincias, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de países de América latina y de Europa. Otra particularidad es que la preservación, organización, catalogación, cuidado y atención del patrimonio, está solo a nuestro cargo.
La construcción del salón principal contó con el apoyo y la generosidad familiar. La biblioteca se sostiene exclusivamente con aportes de sus fundadores. Su despegue se produjo en mayo de 1995 con la adquisición de la importante colección que perteneció al doctor Carlos Serrey. Los fondos se fueron incrementando en parte por compra, y en parte por la generosidad de decenas de personas que donaron libros y materiales impresos, cuyos nombres y aportes están registrados en nuestra memoria y también en documentación escrita. A su vez, nuestra biblioteca donó miles de ejemplares a bibliotecas públicas, populares y escolares.
La biblioteca conserva catalogadas algunas pocas ediciones de la última década del siglo XVI, otras de los siglos XVII y XVIII. Las más numerosas, son las editadas en los siglos XIX y XX.
Algunas primeras ediciones
Un catálogo especial incluye primeras ediciones extranjeras y nacionales, cuyos ejemplares conforman una colección especial que, en su totalidad, se conserva en caja de seguridad, fuera del edificio. Entre las primeras ediciones argentinas más importantes están: Facundo (1845) con autógrafo y dos anotaciones a mano de Sarmiento; Soledad (1847) de Bartolomé Mitre; las Memorias de José María Paz y de Gregorio Aráoz de La Madrid; la Historia de la revolución argentina y la Historia argentina de Vicente Fidel López; la primera edición completa de Obras completas de Sarmiento (53 tomos); Escritos póstumos de Alberdi (16 tomos).
A lo que se añaden el primer libro de Dalmacio Vélez Sarsfield (1834); Obras de Hilario Ascasubi; Evaristo Carriego de Jorge Luis Borges con dedicatoria a Eduardo Schiaffino (autógrafa); Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes; impresos de la Liga del Norte contra Rosas; la colección completa de El Plata Científico y Literario; la Memoria Descriptiva de Tucumán de Paul Groussac (1886) y la Memoria Descriptiva de Salta de Miguel Solá (1889), además de una colección de periódicos de Salta (1856-1913), con algunas series completas y otras discontinuadas.
Publicaciones periódicas
La biblioteca reúne más de 2300 títulos de publicaciones periódicas, algunos en ejemplares originales y otros en facsímil. Entre otros periódicos tiene: El Telégrafo Mercantil; la Gazeta de Buenos Ayres; El Plata Científico y Literario; Revista del Río de la Plata; Revista de Historia, Derecho y Letras; Caras y Caretas; Revista Telegráfica; El Hogar; Sur; Nosotros; Realidad; Desarrollo Económico; Revista de Letras y Ciencias Sociales y publicaciones culturales del Noroeste argentino. La hemeroteca lleva el nombre de su principal donante, el contador Miguel Naser.
En mayo de 2018 nuestra Biblioteca adquirió una colección de ejemplares originales del diario “La Nación”. Comprende ejemplares del año 1870, cuando apareció el primer número, hasta los de 1929. Esto es, de los primeros 59 años del ahora más antiguo diario de la Argentina y uno de los tres más longevos de América latina.
Una parte importante del fondo de esta biblioteca es la colección de Diarios de Sesiones de la cámaras de Senadores y de Diputados de la Nación, que abarcan los años 1853 a 1976 con un total de 665 volúmenes encuadernados; recopilación de legislación argentina (1862-1946), fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (1866), debates de convenciones constituyentes argentinas y censos provinciales y nacionales; Recopilación de Leyes de Salta (1853-1940); Revista de Legislación y Jurisprudencia (1869-1878); “Mensajes” de presidentes de la Nación y de gobernadores de Salta.
Casa de Libros Expósitos
Nuestra biblioteca es una especie de Casa de los Libros Expósitos. Miles de libros encuentran aquí abrigo y cuidado. Son alimentados, pero también alimentan a quienes vienen a consultar estos libros. Estos libros son, a la vez, semillas y herramientas de trabajo no solo para nosotros, sino para cientos de personas que durante años vinieron y vienen aquí.
En 50 años de incertidumbres y mudanzas, de esfuerzos y desesperanzas neutralizadas, esta biblioteca es un ancla, pero es también la vela de una nave cuya hoja de ruta apunta al futuro. Por eso hemos colocado aquí lo que dijo T. S. Elliot: "La sola existencia de las bibliotecas ofrece la mejor evidencia de que aún podemos tener esperanza sobre el futuro del hombre".
* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios