Este relato se inicia en el número anterior de la Revista Hilario cuando presentamos dos fotografías vintage - ambas en el pequeño formato "Carte-de-visite"- con los retratos posados de estudio sobre el cacique tehuelche Casimiro Biguá y de su hija Juana, realmente tempranas; obras localizadas en la ciudad de Montevideo y sin indicación alguna de su autoría fotográfica. El análisis de estas imágenes - para nosotros desconocidas hasta la fecha - nos reinstaló en la historia de vida de aquel especial jefe tehuelche [1]. Consultamos además a un especialista en esta temática, el gran amigo, Osvaldo Mondelo autor del libro "Tehuelches. Danza con fotos" y por supuesto la bibliografía tehuelche que obra en nuestra biblioteca indígena para seguir avanzando de esta manera, sobre una crónica que realmente nos entusiasmó. Pero, como sucede tantas veces, la publicación nos permitió acceder a nuevos y reveladores datos que reformulan ciertas observaciones plasmadas en la primera entrega.
Como lo hemos expresado tantas veces, siempre se trata de historias en proceso. Y esta vez, un lector nos habló de los retratos hechos en Montevideo por la firma Jouant [2] donde Biguá aparecía con su uniforme militar en uno, y su hija, en el otro. Ya esta referencia nos obligaba a continuar en la búsqueda... Y dimos con el autor de las notas escritas al dorso de cada carte-de-visite comentada en el artículo de mayo. «Dos hermanas descendientes del escocés Mac Coll sostenían que Biguá había estado en el campo de su antepasado y, además, que se trataba de la imagen de la esposa, no la hija del cacique». Ellas afirmaban que el cacique argentino tuvo varios hijos en la estancia de John Mc Coll, uno de los últimos fue Pastor Ríos, así bautizado. Se sabe que aquel emprendedor escocés «tuvo campos en Flores y en Soriano, incluida la estancia Chamangá en el primero» [3].
El tema había despertado gran interés en esta persona, quien hace años había visualizado las dos pequeñas carte-de-visite en un álbum fotográfico de los Mc Coll -con más precisión, de su esposa, Flora Mac Eachen (1833 - 1886)-, colmado de retratos de los distintos miembros de aquel grupo familiar. En esa ocasión conversó con las hermanas, ya octogenarias, y tiempo más tarde prosiguió indagando sobre esta historia para dar con la noticia publicada en un diario de la época, El Siglo, en la década de 1860 y en plena guerra de la Triple Alianza: Biguá había llegado a Montevideo y en esta ciudad fue recibido con honores oficiales; lo acompañaba su hija. Al dorso de las fotografías conservadas en la BN del Uruguay se indica: El Siglo 21 junio de 1866; nos imaginamos, el día en que se publicó una noticia sobre la visita de Biguá y su hija. Lamentablemente, aún no hemos logrado dar con ese ejemplar para informarnos sobre lo que allí se anunciaba.
Imagen tomada y comercializada por Jouant Hermanos, de Montevideo, en 1866. Fotografías: Gentileza Biblioteca Nacional de Uruguay.
Durante la estadía uruguaya confirmamos ahora, que Biguá y su inseparable Juana fueron retratados por el reconocido estudio Jouant. Una de las fotografías vintage conservadas en la Biblioteca Nacional de Uruguay en Montevideo - otro ejemplar de la toma publicada en el número anterior de Hilario - se encuentra montada sobre el soporte secundario original, una cartulina blanca impresa litográficamente en tono oro de la firma Jouant Hermanos [4] y las otras dos, nueva sorpresa, distintas a las que dieran origen a nuestro artículo anterior. Este nuevo hallazgo refuerza la idea del carácter especial de su viaje. En una de ellas observamos al jefe tehuelche vestido con el uniforme militar argentino -con las insignias de capitán y la gorra de caballería utilizada con frecuencia por los llamados «indios amigos» [5] - y en la restante, a su hija, con ropa urbana de uso en la época. Esta transculturización tehuelche ejemplificada a través de la veraz imagen fotográfica, merece un mayor estudio de nuestra parte... que dejamos para más adelante. El mobiliario de ambos registros nos indica que todas las tomas fueron realizadas en la galería de pose del estudio de la casa Jouant Hnos, cuando ésta ya se encontraba ubicada en calle Ituzaingó N. 139, esquina Rincón, de la ciudad de Montevideo. El pedestal tipo columna, la silla con respaldo salomónico, la alfombra floreada, el pesado cortinado y el fondo liso y neutro para resaltar las figuras y observable en toda la serie, alude también a una única sesión donde los retratados variaron su vestimenta con el objetivo de mostrar sus dos facetas culturales y sociales.
Como lo señalamos, la crónica sobre su estadía habría aparecido en el diario El Siglo, de Montevideo en junio de 1866. En la ocasión Biguá se hospedó en el "Hotel Oriental", ubicado sobre calle Solís N° 22, esquina Piedras, donde hoy se encuentra la sede central del Banco de la República Oriental del Uruguay. Aquel jefe tehuelche había sido nombrado oficial del ejército por Bartolomé Mitre, en esos días presidente de la nación argentina. Nuestro amable investigador oriental también ubicó otra crónica sorprendente: pues previa a su partida y luciendo el uniforme del ejército argentino, fue homenajeado militarmente por un regimiento uruguayo.
Antes de dejar la capital uruguaya visitó junto a su hija el cuartel del batallón «Libertad», ubicado en calle Sarandí esquina Patagones (hoy Juan Lindolfo Cuestas). Biguá pasó revista al batallón y junto a su hija, fueron agasajados con una comilona. A propósito de este batallón, nos informa el historiador militar Alberto del Pino Menck que, por entonces: «estaba al mando del Coronel Fortunato Flores, el hijo mayor del general Venancio Flores, gobernador provisorio del Uruguay. Sublevado Fortunato Flores en febrero del año 1868 contra el gobierno de su padre, el batallón “Libertad” fue disuelto y, con sus restos se formó un nuevo Batallón que tuvo como denominación “Constitucional” y que hacia 1869 pasó a denominarse Batallón 1º de Cazadores».
Se cuenta además, que Biguá le acercó un obsequio al general Flores, por entonces la autoridad máxima del Uruguay, antiguo aliado del general Bartolomé Mitre, a cuyas órdenes había combatido en la batalla de Pavón. Con su respaldo Flores inició su asonada contra el presidente uruguayo Bernardo Berro a quien desplazó en la más alta magistratura contando con el apoyo de la escuadra brasileña. Aquel episodio sucedido en la heroica ciudad de Paysandú entre fines de 1864 e inicios de 1865, es asumido por la historia como el origen mismo de la Guerra de la Triple Alianza celebrada contra el gobierno de Paraguay.
Pero retomemos el paso del cacique Biguá por el Uruguay hacia 1866. ¿Qué razones habían impulsado su viaje a la otra orilla del Plata? Quizás una misión oficiosa entre los jefes de Estado ya en plena guerra contra el gobierno del Paraguay, recordemos que aquel cacique tehuelche ya había cumplido otras tareas ante la diplomacia de Chile y Argentina por la disputa territorial de la Patagonia, celebrando tratados con ambos gobiernos; primero con las autoridades chilenas y más adelante con las argentinas, reconociendo la soberanía de esa nación. Otra posibilidad es que el vínculo con John Mac Coll bien pudo originarse en su actividad comercial, pues contaba con un barco llamado Ariadne asociado en Buenos Aires con Guillermo Steward [6], o tal vez por su pertenencia a la masonería, una razón más que poderosa según veremos.
Ya instalado en Uruguay Mac Coll fue uno de los fundadores de la gran Logia Oriental, en tanto que Bartolomé Mitre era otro destacado masón en suelo argentino -Grado 33°-, y se sabe que Biguá había viajado hacia Buenos Aires junto con Luis Piedrabuena (1833 - 1883); marino austral introducido en la masonería por el fotógrafo alemán Adolfo Alexander [7]. Piedrabuena se incorporó a la Logia Obediencia en un acto realizado durante la presidencia del presidente Bartolomé Mitre. Estos vínculos secretos pueden explicar mucho de lo que ahora observamos y estamos conociendo.
Distendido, Casimiro Biguá, el cacique tehuelche, posa ante la cámara en el estudio de la firma Fotografía Argentina. Montevideo. 1866. Fotografía: Gentileza Alberto del Pino Menck.
En Buenos Aires, los retratos de Casimiro Biguá fueron realizados entre otros, por el alemán Adolfo Alexander y, luego en Montevideo, lo hemos documentado a través de los hermanos franceses Jouant. También y posando de modo informal - aunque con el mismo uniforme y su wincha - la firma "Fotografía Argentina", ubicada sobre calle del Sarandí 274 de esta ciudad capital, lo inmortalizó sentado sobre una silla, sin más escenario que una alfombra de estudio y el fondo liso y neutro de aquel gabinete.
Queremos resaltar que la iconografía fotográfica rioplatense realizada en ambas ciudades - Buenos Aires y Montevideo - hacia mediados de la década de 1860 sobre la figura el cacique tehuelche Casimiro Biguá y de su hija Juana, coincide plenamente con el auge de la popular tarjeta de visita o "Carte-de-visite" en francés. Esta nueva técnica representa la segunda etapa universal de la Fotografía, pues reemplazó el costoso daguerrotipo por el proceso negativo-positivo con negativos de vidrio emulsionados al colodión húmedo y copias infinitas en papel a la albúmina o albuminado.
Utilizando ambas técnicas el perspicaz fotógrafo francés André Adolphe Eugene Disdéri (1819 - 1889) patentó hacia el año 1854 un formato pequeño - de tan solo 9 x 6 cm. - gracias a una cámara de cuatro objetivos y que permitía a los profesionales entregar una docena de retratos en diferentes poses y mucho más barato que los daguerrotipos y ambrotipos, cuya vigencia colapsó definitivamente. Esta moda que se instaló en el Río de la Plata hacia 1860, multiplicó notablemente los estudios fotográficos y la profusión y circulación de miles de retratos dio nacimiento al álbum fotográfico.
Por último, esta serie de hallazgos iconográficos reafirma un concepto que acuñamos hace cierto tiempo: «La antigua fotografía guarda aún grandes misterios... Solo falta subirnos a esa máquina del tiempo y viajar hacia historias que sorprenden».
Notas:
[1] Lo había investigado al estudiar la masonería y la fotografía en Argentina -Fotografos masones del siglo XIX-, donde me ocupo de mi ancestro Adolfo Alexander, masón, quien lo retrató en su viaje a Buenos Aires.
[2] Agradecemos a Felipe Cirullo, uruguayo, doctor en medicina, coleccionista e investigador de fotografía antigua.
[3] Gustavo San Román, Juan Mac Coll y su guía para emigrantes a Uruguay, en “Sentir el lugar, Diálogos Uruguay - Escocia”, Montevideo, Universidad de la República, Linardi y Risso, 2011, p. 70.
[4] Inaugurada en 1863, la firma publicitaba su actividad bajo la razón social de Fotografía Artística de Desiderio Jouant Hermanos. En 1865 aún se domiciliaba en su sede original, sobre la calle de los 33, próximo al templo inglés, en el número 196.
[5] Agradecemos la información provista por Alberto del Pino Menck.
[6] Años más tarde, esta empresa se encargó de traer desde Inglaterra el fanal que cumplía funciones en el faro de la Isla de Flores.
[7] Alcibíades Lappas, La Masonería Argentina a través de sus hombres, Buenos Aires. 1966.
Agradecemos la gentileza de la licenciada Anilán Nievas, del área Materiales Especiales, Biblioteca Nacional de Uruguay, Ministerio de Educación y Cultura.