Universidade do Vale do Itajaí (Santa Catarina, Brasil)
(Segunda y última entrega)
En el universo de los textiles mapuche, los tipos de figuras difieren en la vestimenta femenina o masculina, y son categorizados con nombres nativos (MONDSELEWSKY, 2015; MEGE ROSSO, 1990). Para cada sexo tendremos características diferentes en las piezas y sus diseños. Básicamente podemos observar las fajas femeninas y masculinas; las primeras con un diseño más complejo y con las variantes de uso entre las niñas impúberes (pichitrarüwe) y entre las mujeres adultas fértiles, la trarüwe propiamente dicha, con sus variantes. En tanto que las fajas de hombres (trarüchiripa), si bien cumplen la misma función que las femeninas, no presentan a lukutuel [1] y en general incluyen el color rojo como símbolo de poder y actitud guerrera.
Además, encontramos el chamal, tela de forma cuadrada que en su uso entre las mujeres lleva el nombre de kepam, se trata del vestido femenino, y entre los hombres, es el chiripá, ya en desuso desde hace varias décadas. En ambas versiones, en general con un tejido de gran calidad, listado en la prenda masculina, básicamente negro y en ocasiones con un borde multicolor en la versión femenina, quienes además utilizan la Ikülla o capa de mujer.
Y definidamente masculino, el poncho, maküñ o manta del hombre, con su orificio central para pasar la cabeza.
Fuera del vestuario encontramos otros enseres tejidos para la casa, como las frazadas (pontros), y las alfombras (lama), y entre las piezas para montar, las que se colocan en el lomo del caballo, para tener menor fricción entre el jinete y la piel del animal, las matras y peleros (chañu), los segundos utilizados sólo por las mujeres, y para el transporte de objetos, las alforjas (kutama).
Fajas -femeninas y masculinas-, ponchos, matras y alforjas pasaron a formar parte de la indumentaria y el apero de montar de los gauchos de la pampa argentina, a partir del mencionado sistema de intercambios con la etnia mapuche.
Vestimenta gaucha: reseña sobre influencias indígenas
La indumentaria en la pampa sudamericana, es decir, de los gauchos argentinos, uruguayos y los gaúchos brasileños, sufrió diversas adaptaciones y transformaciones a lo largo del tiempo. Hoy en día, esta ropa en particular se ha convertido en una forma de comunicar quiénes son estos sujetos del campo y de las tradiciones gauchescas, mostrando también su uso en la vida de la campaña. Como afirma Assunção (1963), a veces se discutía la vestimenta de los gauchos sin especificar las características sociales, ecológicas, económicas o étnicas. La transformación más significativa de la vestimenta tuvo lugar a medida que se produjeron contactos interétnicos con pueblos indígenas y esclavos negros. El autor propone un análisis de la indumentaria en tres períodos: el primero desde mediados del siglo XVIII hasta 1820; el segundo sería hasta 1870; y el último hasta principios del siglo XX, cuando se disuelve la categoría social del gaucho.
Los sujetos pampeanos del siglo XVIII vestían, en principio, con la ropa de los colonizadores y, poco a poco, se fueron produciendo algunos cambios (ASSUNÇAO, 1963). En los informes y grabados de viajeros, aparecieron descripciones que muestran la forma de vestir de estos sujetos caracterizados como gaudérios (del portugués), y luego como gauchos. Félix de Azara (citado por ASSUNÇÃO, 1963) añade la descripción de algunas piezas como el poncho: una especie de tela de algodón con un agujero para pasar la cabeza. Este viajero incluso menciona una tela atada a la cintura, pasada entre las piernas, llamada chiripá.
Fernando Assunçao (1963) resumió así la vestimenta de los gauchos en el siglo XVIII: «Sombrero aludo o gacho de fieltro, o de paja de Jipijapa, o de panza de burra; pañuelo en la cabeza atado atrás, a veces en lugar de sombrero, solo el pañuelo o un gorro de manga; camisa de crea o algodón de mangas amplias y cuello solapa; pañuelo al cuello como corbata o grande de “golilla”; chaleco o armador con o sin solapa, cerrado, chaqueta o chamarra o chupa, esta última llamada de chaleco de mangas que es lo que era en realidad, las dos primeras de cuello volcado, a veces de terciopelo; calzón corto a la rodilla, comúnmente de tripe azul o colorado, sujeto a la cintura por un ceñidor antecesor del de tirador con enormes bolsillos generalmente hecho de una tela de calidad y con bordados y pasamanería; calzoncillos de crea o hilo, con cribos o bordados en su parte inferior y deshilado o con flecos largos cuyas extremidades salían por debajo del pantalón pero que dejaban descubierto una parte de la pierna, cubierta con medias de lana hasta la rodilla, de vicuña negras o a rayas, y botas de cuero de potro o de gato. Se complementaba con el infaltable poncho, cuchillo y a veces bolas a la cintura, un culero de cuero para jinetear y las grandes espuelas de latón, de hierro o de plata». (ASSUNÇAO, 1963, p. 221-222).
El gaucho y su apero hacia fines del siglo XVIII, aún sin vínculos en su vestimenta y avíos de montar con los usos mapuche. En “Un viajero virreinal. Acuarelas inéditas del Río de la sociedad rioplatense”. Ver AQUÍ
La siguiente fase de la indumentaria aparece en el siglo XIX, periodo en el que se producirán otros cambios. Los historiadores discuten el uso específico del chiripá, pieza que, en la vestimenta de los hombres, reemplazaría a los calzones cortos mencionados en el texto anterior. El chiripá siempre se relaciona con las etnias indígenas de la región, y consiste simplemente en una tela que rodea la cintura y pasa entre las piernas, amarrándose al frente. El uso de esta pieza mostraría precisamente la mezcla y contacto frecuente entre el indígena y el descendiente de europeos, admitiendo de manera muy concreta el componente étnico originario de los gauchos. El chiripá estaría relacionado con sujetos de la clase más pobre, como comenta Rodríguez Molas en varios momentos de Historia Social del Gaucho (1982): «El chiripá vendrá años más tarde. Los porteños distinguen fácilmente a los santiagueños por la ropa característica que visten: chiripá de poncho, calzoncillos de lienzo, poncho azul a rayas punzó denominado “santiagueño” y sombrero blanco». (RODRÍGUEZ MOLAS, 1982, p. 152).
El chiripá se sujetaba con una faja tejida -en el noroeste argentino, utilizando prendas indígenas de raíz altoperuana y entre los gauchos de la pampa, los trarüwe mapuche, y sorprendentemente, los de uso femenino entre su comunidad originaria-, adicionando uno de cuero de vaca o carpincho, convirtiéndose en lo que sería el tirador, con bolsillos para guardar municiones en el noreste de Argentina, o guaiaca (en portugués), pieza que se colocaba encima del cintura.
Posteriormente, la aparición de la bombacha como pantalón de hombre en tierras pampeanas se relaciona con la guerra en otras latitudes. Habría evidencia, y consenso por parte de varios autores, de que esta pieza fue utilizada en los ejércitos que lucharon en la guerra de Crimea, es decir, franceses e ingleses, aliados contra los turcos. Con el fin de esa guerra y el excedente de ropa militar, se pensó en la exportación para equipar a los ejércitos sudamericanos que se preparaban para los conflictos internos. Así, la bombacha comenzó a usarse en los ejércitos sudamericanos y, posteriormente, terminó vendiéndose también en mercados y almacenes de campo, siendo rápidamente adoptada por los pampeanos como pantalón de hombre a fines del siglo XIX.
El poncho fue una prenda de vestir que, según los investigadores, se encontró tanto en Europa como en las civilizaciones indígenas sudamericanas, y de esta forma, los colonizadores, y posteriormente los gauchos, adoptaron algunos estilos como el telar de los indígenas patagónicos. Fue a partir del intercambio de estos ponchos que comenzaron a circular diseños cosmológicos mapuches en la vestimenta de los hombres de campo en el siglo XIX (en particular, la cruz con escalones), constituyendo hoy en día las figuras que identifican al gaucho o gaúcho.
La vestimenta de los gauchos contemporáneos y los diseños de identidad
Es notoria la incidencia de los diseños mapuche en gran parte de la indumentaria campesina en diversas regiones, desde la Patagonia hasta las pampas del Brasil. La prenda donde aparece con más frecuencia la cruz con escalones es en los ponchos, luego es bastante evidente en los pañuelos del cuello, y en las fajas de la cintura, que sirven para sujetar el chiripa (algunos prescinden de esta pieza y usan directamente el cinturón de cuero con la rastra o la guaiaca (portugués). Aparecen también los dibujos como detalles decorativos en sombreros y en algunas boinas tejidas en hilo o lana, así como en algunas piezas femeninas, como mantas y abrigos, cinturones y bolsas.
Mi propia experiencia se refiere a la compra y uso de algunas piezas, que utilicé en algunas reuniones de campo y en festivales de música gaucha en los que participé. Todos, o casi la mayoría, tienen el diseño de la cruz americana, mapuche. Notoriamente, la mayoría de los sujetos de campo poseen y visten alguna ropa con el diseño de la cruz, lo que pone de manifiesto tanto la cuestión de la apropiación de estos diseños por parte de la industria textil, como la idea de identificar a estos campesinos vistiendo ropas con esta imagen.
En cuanto a la apropiación por parte de la industria textil de los diseños mapuche, hay algunos datos a destacar. Un tema es la creación de rótulos o marcas para este tipo de prendas, fomentando así las llamadas griffes [2]. Esta sería una de las razones por las que estas prendas tienen cierto atractivo comercial. Muchas de estas marcas utilizan el diseño de la cruz para decorar pantalones, chalecos, camisas, sombreros, bufandas, cinturones y otros artículos. Asimismo, los dibujos son utilizados de manera recurrente en el sector artesanal, es decir, en la elaboración manual de prendas u objetos del universo gauchesco.
La búsqueda y creación de emblemas o figuras que de alguna manera simbolicen grupos sociales podrían estar relacionadas con la vestimenta. A partir de esta búsqueda, la socióloga de la moda Susana Saulquin (2006) afirma que, a mediados del siglo XX, distintos modistos de la ciudad de Buenos Aires comenzaron a acercarse y explorar el arte textil de algunos pueblos aborígenes, en busca de nuevos procesos creativos para el desarrollo de propuestas innovadoras, la autora comenta que: «La necesidad de recuperar las identidades locales y regionales y ofrecer productos para quienes, agotados de los diseños masivos, buscaran algo diferente, se hacía cada vez más imperiosa» (SAULQUIN, 2006, p.230).
Así, los diseños de diversas etnias en el contexto textil argentino se darían a conocer hasta la década del 2000, notablemente, los de la etnia mapuche se mantendrían para la indumentaria gaucha, impulsados por el mercado y por las marcas de indumentaria tradicional para las actividades de campo.
Cabe mencionar que la industria textil tradicional y la artesanía regional gaucha o gauchesca se desarrollarían de manera equivalente en casi toda Argentina, Uruguay y el sur de Brasil. La vestimenta gaucha se extendió por estos países sudamericanos, pero cabe decir que la diferencia se daría en la región patagónica, donde la etnia mapuche aún está presente, principalmente en lugares cercanos a la cordillera de los Andes. Es en estos lugares donde con mayor frecuencia se observan los dibujos en la vestimenta de los indígenas y gauchos, actualmente denominados paisanos.
El producto de la mezcla y la interpretación del simbolismo de los diseños (Consideraciones finales)
Con lo expuesto hasta aquí, se puede apreciar que la circulación y difusión de los dibujos indígenas se refieren, en primera instancia, al sistema de intercambios producto de los contactos interétnicos y al proceso de araucanización antes mencionado, configurando una apropiación cultural desde un intenso intercambio de bienes y animales, y en consecuencia, la adaptación de algunas formas de sociabilidad (MANDRINI; ORTELLI, 2002). Luego, el uso y difusión de estas prendas entre los pobladores descendientes de europeos, y posteriormente, entre gauchos y campesinos, como remanentes de los españoles y la mezcla con los indígenas. Sin embargo, más adelante se evidencia una verdadera apropiación de la industria textil con fines comerciales, en el sentido de utilizar imágenes, dibujos que representan específicamente la cosmovisión araucana.
Sobre la figura de la cruz andina mapuche su simbolismo y posterior paso del contexto indígena al gauchesco, sería posible trazar un paralelismo con lo expresado por el antropólogo Roy Wagner en su obra La invención de la Cultura (A Invenção da Cultura, 2010). En pocas palabras, estas figuras tienen algo que comunicar y representar, son elementos simbólicos, por lo tanto, tienen un significado, y como símbolos están localizados en un contexto, en un entorno donde se comprende y valora su significado. En este caso, las figuras participan de dos contextos, el indígena y el gaucho, que se relacionan, aunque los modos de simbolización [3] difieren en ambos. En el contexto indígena, la cruz tiene un modo convencional o “colectivizante”, donde existe un contraste entre los símbolos y lo que representan, en este caso, los seres y formas de la cosmovisión mapuche. En el contexto gauchesco, la misma figura pasa a tener un modo de simbolización “diferenciante”, como metáfora o tropo, por lo tanto, los símbolos asimilan las cosas que representan. Así, el símbolo se representa a sí mismo (WAGNER, 1986), convirtiéndose en un emblema del gaucho. El paso del símbolo se daría en términos de la obviación mencionada por Wagner (2010) en su obra, como un proceso dialéctico de mediación, refiriéndose al efecto de negar o abolir la distinción entre modos de simbolización, o más bien, su derivación o pasaje entre ambos modos de simbolización. En este caso, el símbolo de la cruz andina mediaría y, por lo tanto, representa los dos contextos, el indígena y el gaucho, la cruz es el elemento obviador, fusionando “sujeto” (gauchos, indígenas) y “objeto” (signo, diseño, formas), transformando un por el otro (WAGNER, 2010).
Notas:
1. Lukutuel: hombre o mujer arrodillado en acto de nguillatun o kamarucun – rogativa; la ceremonia más relevante en el calendario mapuche.
2. Marca registrada, generalmente asociada con el nombre del fabricante o creador (por ejemplo, ropa de diseñador).
3. Para analizar este asunto de las figuras y diseños mapuches recurro a la teoría del simbolismo propuesta por el antropólogo Roy Wagner en la obra citada. Los dos modos son: uno colectivizante, el de los indígenas, y el otro, diferenciante, el de los gauchos.
4. Nota del Editor: para consultar la Bibliografía citada, ver AQUÍ