Introducción
La aparición de una nueva obra, desconocida para el público e incluso para los especialistas es siempre una grata sorpresa, en tanto permite profundizar en un creador, en su producción y en el significado de la misma en su contexto socio-cultural. En esta oportunidad abordamos un cuadro caligráfico realizado por el vasco Juan Manuel Besnes e Irigoyen en Montevideo, en 1829, que recientemente fue divulgado en la exposición "América tierra de jinetes. Del charro al gaucho. Siglos XIX - XXI" (2018), organizada por Fomento Cultural Banamex, México, abierta en Ciudad de México y Santiago de Chile, obra reproducida en el libro que acompañó la exposición.
Breve biografía de un artista polifacético
Juan Manuel Besnes e Irigoyen nació en San Sebastián, Guipúzcoa [1], y emigró a Montevideo hacia 1809, durante la dominación española. Resta por investigar sus actividades en la ciudad antes de la década de 1820. Es entonces cuando se vincula con el sector dirigente de la Cisplatina, principalmente con la poderosa familia Durán, por su matrimonio con Juana Josefa Zamudio: se incorpora a la Hermandad de San José de la Caridad, se dedica a la enseñanza, realiza ambiciosas obras de dibujo y caligrafía, retratos-caricatura de personalidades, amigos y coterráneos. Establecida la república su actuación continúa en ascenso, incorporándose a la Comisión Topográfica, a instituciones educativas y a actividades de carácter científico, llevando a cabo indagaciones y experimentaciones sobre óptica, escenografía teatral y litografía. Pero sobre todo, es recordado por su destacado rol como iconografista del siglo XIX. Su producción incluye álbumes ilustrados, pinturas (vistas urbanas, acontecimientos políticos y militares, símbolos nacionales e institucionales), objetos decorados (huevos de ñandú, pañuelos), y trabajos caligráficos. Como hombre, le tocaron tiempos difíciles: en España la invasión napoleónica, en el Río de la Plata, la revolución, la dominación luso-brasileña, el advenimiento del Estado Oriental, la Guerra Grande, las guerras civiles… Como ilustrado, sus lecturas, de las que han quedado huellas en sus obras caligráficas lo presentan como alguien reflexivo, pacífico, atento a su tiempo y a las complejidades de una nación en formación, en la que falleció en 1865.
Un personaje frecuente en la obra de Besnes
Fructuoso Rivera fue una de las figuras más representadas en la iconografía nacional, con distintas técnicas y en diversos soportes. Uno de sus primeros retratos fue pintado por el francés Amadeo Gras en 1833, junto con el de su esposa, Bernardina Fragoso. El pintor dejó anotado en su cuaderno de apuntes los días de sesiones en su residencia, y el costo de los cuadros. [2]
A partir de entonces, fuese tomando como modelo dicho retrato u otros posteriores, su efigie fue reproducida infinidad de veces en pinturas y estampas a lo largo de los siglos XIX y XX. Se cuenta, además, con un daguerrotipo, por lo cual podemos afirmar que su imagen se plasmó en varios de los medios para la creación de imágenes, en sellos, medallas, abanicos, incluso en los bolsos femeninos llamados “ridículos”. [3] Estos objetos de uso cotidiano tuvieron también su vertiente política y publicitaria.
Detalle del Epicedio o canción federal: "A la heroica muerte del bravo Coronel Don Bernabé Rivera" (1833), y detalle con la primera viñeta, Montevideo, Museo Histórico Nacional.
Besnes e Irigoyen y Rivera mantuvieron vínculos estrechos, al punto que el calígrafo y pintor realizó varias obras vinculadas a su persona, o a él dedicadas. En 1833 ilustró el epicedio o canción funeral “A la heroica muerte del bravo coronel Don Bernabé Rivera”, compuesto por el poeta Francisco Acuña de Figueroa. Este trabajo de caligrafía y dibujo a tinta fue dedicado por ambos “al digno hermano del héroe, el Excelentísimo Señor Brig.r Presidente Don Fructuoso Rivera.” [4] En esta composición encontramos, en la primera viñeta, una imagen de Rivera, vestido con el uniforme que presenta en el retrato ecuestre que abordamos en esta oportunidad.
En el óleo sobre papel pegado en tabla, “Paso del Ibicuy”, pintado en 1830, que muestra el pasaje de las tropas durante la campaña de las misiones, en 1828, aparece a la derecha Rivera junto a otros personajes.
En 1838, Besnes realizó otras obras tomando como centro la figura de Rivera. En octubre éste había derrocado al presidente Manuel Oribe, prologando la Guerra Grande en Uruguay. Dos litografías aluden al conflicto. El calígrafo aprendió esta técnica de estampación en Montevideo con el litógrafo belga José Gielis, quien se había establecido en la ciudad pocos años antes. En uno de sus álbumes conservados en la Biblioteca Nacional, Besnes detalló información al respecto. [5] El único ejemplar conocido de una de ellas se encuentra pegado en una de las páginas del álbum “Prontuario de paisajes”, siendo una prueba, posiblemente destinada al folleto titulado Declaración del Exmo. Sr. General en Gefe [sic] del Ejército Constitucional D. Fructuoso Rivera, Hecha en los momentos de su entrada en la Capital de la República el 11 de noviembre de 1838, de los principios que han de guiarle en el desempeño de la alta misión que le está confiada, Montevideo, Imprenta de la Caridad, 1838. Al pie de la estampa se lee “11 de Noviembre de 1838», la firma «Irig.n» en el ángulo inferior izquierdo dentro de la lámina, y «Entrada del General Dn. Fructuoso Rivera – Con dirección a la Casa de Gob.no», en tinta sobre la hoja del álbum. [6] La segunda litografía, de la cual conocemos también un solo ejemplar, se titula “Mi General, un mate… Muy bien, mi amigo. El Exo. Sor. Don Fructuoso Rivera —en campaña— en 1838». [7] Esta estampa resulta muy interesante por el manejo que hace Besnes de la composición, y la jerarquización y actitud de los personajes. [8]
Hay referencias a otro retrato, realizado conjuntamente con el del entonces presidente Manuel Oribe, ambos se encuentran perdidos. De acuerdo a la información disponible habrían sido llevados a París por José Ellauri, cuando cumplió allí funciones diplomáticas, exhibiéndose en 1840. Como testimonio de su realización, en el Museo Histórico Nacional, en Montevideo, se conserva un pequeño cuadro que contiene dos plumas, y debajo una inscripción del calígrafo, fechada en 1864, que certifica: “Plumas con que trabajé los retratos de los 1ºs Presidentes de la Rep.ca, D.n Fructuoso Rivera y D.n Manuel Oribe el año 1838”. [9]
Pero Rivera también es objetivo de la mirada de Besnes en otra pintura al óleo sobre papel titulada "Llegada del Gral. Fructuoso Rivera a Montevideo en 1846." [10] En este sentido no se trata solo de la presencia y actuación pública de Rivera, también de un partidismo y conocimiento personal, que lo llevaba a estar atento a los eventos en los que participaba.
El retrato ecuestre de Rivera
La efigie de Fructuoso Rivera que abordamos en esta oportunidad debe vincularse a las representaciones monumentales ecuestres, que cuentan con una larga tradición desde la antigüedad romana, siendo ejemplo el monumento del emperador Marco Aurelio, del siglo II de nuestra era, cuya versión original se conserva hoy en el Museo Capitolino, en Roma.
En el Río de la Plata, con una tradición iconográfica más acotada e influenciada por los modelos europeos, un antecedente lo constituyen los retratos ecuestres del General José de San Martín, realizado uno por el grabador Pablo Núñez de Ibarra (1818) y otro encargado a Théodore Géricault (ca. 1819) para circulación y consumo popular, tras las victorias de Chacabuco y Maipú. [11] Pero no estamos en condiciones de establecer la circulación de alguno de estos retratos en Montevideo que haya podido servir de modelo a Besnes.
La iconografía ecuestre tuvo una profunda significación simbólica. En el caso de los monarcas constituía el “trono ambulante”, con el cual el soberano se desplazaba por el territorio. En América, a partir de la revolución, la representación ecuestre se asoció al patriotismo y la independencia. La postura y actitud de montura y jinete transmitían autoridad, dignidad y heroísmo. [12]
En este retrato de Rivera encontramos la vertiente heroica, pero en la cual se destaca el componente bélico, asociado al proceso revolucionario en la Banda Oriental. No solo a los pies del caballo aparecen dos balas de cañón, todo el motivo se recorta sobre la explosión de una granada, con sus destellos y nubes de tierra y humo. Se vincula a una iconografía militar sobre el valor, habitual en el siglo XIX, utilizada posteriormente por otros artistas, como Juan Manuel Blanes en su retrato ecuestre del General León de Palleja, difundido como fotografía por la casa Bate & Cia (1866). La iconografía de Rivera con su uniforme de General refleja otras representaciones de militares y conductores destacados, especialmente de Napoleón Bonaparte.
Estos esquemas de representación eran conocidos por Besnes, que los aplica con solvencia, incorporando el gesto del brazo extendido, ya utilizado por los emperadores romanos bajo la denominación de “adlocutio”, parte de la gestualidad comunicativa hacia los soldados.
El artista combinó el modelo iconográfico con la destreza caligráfica, realizada en base a rasgos de pluma en complejos desarrollos y encabalgamientos, en lo que fue uno de los más destacados artífices, resultando en diversos trabajos presentes en colecciones públicas y privadas en Uruguay.
La figura a la par que muestra al héroe en acción, sobre el terreno, podría formar parte de un monumento, que se erige sobre la cartela con la dedicatoria. Este tipo de cartela, compuesta por un marco con distinto moldurado, en cuyo interior se encuentran inscripciones, rasgos de plumas y motivos vegetales de carácter caligráfico aparece en otras obras, como en la página dedicada a María Ignacia García de Zúñiga y en el cuadro caligráfico compuesto por 256 tipos de letras, ambos de 1828. [13] En general estas bases sirven de apoyo a figuras y ornamentos diversos.
Trabajo caligráfico dedicado por Besnes e Irigoyen a María Ignacia García de Zúñiga (1828). Montevideo, Museo Histórico Nacional.
Besnes fue un artista prolífico, que gustaba de las decoraciones abigarradas, detallistas. Podríamos calificarlo como un ilustrado en cuanto a sus intereses científicos y culturales, heredero de la cultura del siglo XVIII, pero que conservaba aún rasgos de la sensibilidad barroca. Su afán documental lo lleva a consignar información escrita en gran parte de sus obras. En este caso, además de la dedicatoria en la cartela “Al Exmo Sor. D. Fructuoso Ribera” (sic), encontramos datos en la parte baja de la composición. A la izquierda, en letra muy pequeña, la fecha “21 de sept.e 1829”, y a la derecha, el tiempo que le insumió la obra “14 horas”. Es habitual encontrar esta información en los trabajos de los calígrafos del siglo XIX, y denota cierto espíritu “archivístico” y biográfico acerca de su actividad.
La hoja sobre la que está trazado el dibujo fue recortada en algún momento, ya que los márgenes resultan asimétricos, lo que no es frecuente en los trabajos del calígrafo. A la derecha de la cartela con la inscripción encontramos elementos vegetales no presentes en el lado izquierdo, y los destellos de la explosión de ese lado quedan cortados por el borde de la hoja. Toda la composición, como es habitual en las obras de Besnes, estuvo rodeada por un marco, del cual quedan vestigios en los bordes derecho y superior. El borde inferior también aparece recortado, perdiéndose otra área en la cual el calígrafo solía incorporar datos, en general su firma y su edad al momento de realizar el trabajo. En el borde inferior derecho se notan todavía algunos trazos, que invaden la base del marco moldurado.
Detalles de los trazos caligráficos y de la cabeza de la figura.
La obra combina el dibujo caligráfico, donde es notoria su maestría en el dominio de la pluma para crear trazos continuos de alta complejidad, con el dibujo punteado para la cabeza y el bicornio, lo que le permitió una mayor precisión para lograr los rasgos y volúmenes del rostro. Esta misma técnica la encontramos en su autorretrato, presente en el cuadro caligráfico con 350 tipos de letras citado, y reproducido en este artículo.
Para 1829 Besnes es el único calígrafo destacado y prolífico registrado en Montevideo y, como se estableció, los años de esa década señalan un punto de inflexión, ya que es cuando registramos una dedicación importante a este tipo de trabajos, que continuó asiduamente en las décadas siguientes.
Este retrato ecuestre, que sintetiza de forma simbólica la actividad militar de Rivera en el proceso revolucionario, y su valor, significado por la bomba que estalla a sus espaldas amenazando aniquilarlo, podría haber catalizado por las circunstancias del momento y los hechos que protagonizó Rivera, considerando la fecha de realización del cuadro: en febrero del veintinueve fue nombrado Jefe de Estado Mayor del Ejército, el 26 de agosto fue llamado por el Gobernador Provisorio, José Rondeau, para ocupar el Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, y este cuadro caligráfico fue hecho menos de un mes después de su designación.
Notas:
1. La fecha de nacimiento del calígrafo presenta discrepancias, figurando en la bibliografía consultada, 12 de julio de 1788 ó 1789. Sin embargo, en un cuadro caligráfico con 350 tipos de letras (ver infra), consignó haberlo finalizado el día 31 de agosto de 1829, y que en ese momento tenía 39 años, por lo cual habría nacido en realidad en 1790.
2. Gras, Mario César, Amado Gras y la iconografía histórica sudamericana, Buenos Aires, El Ateneo, 1946.
3. Para un detallado tratamiento de este tema ver Fernández Saldaña, José María, Iconografía del General Fructuoso Rivera, Montevideo, Imprenta Militar, 1928.
4. Museo Histórico Nacional, “A la heroica muerte del bravo Coronel Don Bernabé Rivera. Epicedio o canción funeral”, colección Roberto Pietracaprina Nº 97, carpeta 1484.
5. Besnes e Irigoyen, Juan Manuel «Álbum», p.75 y ss., Biblioteca Nacional, Montevideo; también en Obra de Besnes e Irigoyen en Biblioteca Nacional, edición en CD, Montevideo, Biblioteca Nacional, 2004 y en
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/19670?offset=0
6. Besnes e Irigoyen, Juan Manuel, “Prontuario de paisajes”, p. 5, Biblioteca Nacional, Montevideo; también en Obra de Besnes e Irigoyen en Biblioteca Nacional, edición en CD, ob. cit y en
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/19627
7. Montevideo, Museo Histórico Nacional, Litografía de Juan Manuel Besnes e Irigoyen «Mi General… un mate…» Carpeta 1278.
8. Beretta García, Ernesto, Imágenes para todos. La producción litográfica, la difusión de la estampa y sus vertientes temáticas en Montevideo durante el siglo XIX. Primera etapa, de la constitución del Estado Oriental al fin de la Guerra Grande (1829-1851), Montevideo, Universidad de la República-Comisión Sectorial de Investigación Científica, 2015. p. 108 y ss.
9. Museo Histórico Nacional, “Plumas de aves con que Besnes e Yrigoyen hizo los retratos de Rivera y Oribe”, carpeta 288. Sobre estos retratos se presentan algunas contradicciones. Horacio Arredondo en el artículo “Iconografía uruguaya. La obra de Juan Manuel Besnes e Irigoyen, en Revista de la sociedad Amigos de la Arqueología, Montevideo, tomo III, 1929, pp. 13-14, establece que fueron hechos en 1836, lo cual sería lógico, ya que Oribe había sido electo presidente el año anterior, y ese mismo año el pintor italiano Cayetano Gallino y el litógrafo Gielis publicaron una litografía coloreada con su retrato, que se sumaron a las recién iniciadas “galerías patrióticas”. Sin embargo, en el cuadro con las plumas citadas. Besnes es preciso en fechar los retratos en el treinta y ocho, a no ser que al dejar esta constancia se haya confundido, dada su edad. Si efectivamente corresponden a 1838, deben ser datados en los meses previos al enfrentamiento que produjo la expulsión de Oribe, aunque ya con los bandos enfrentados, y Besnes haya apelado a la valoración de ambas figuras con una intención laudatoria sobre la continuidad de los gobiernos constitucionales, llamando a la pacificación.
10. Montevideo, Museo Histórico Nacional, "Llegada del Gral. Fructuoso Rivera a Montevideo en 1846. Óleo de Juan M. Besnes e Irigoyen", carpeta 1084.
11. Del Carril, Bonifacio y Houssay, Luis Leoni, Iconografía del General San Martín, Buenos Aires, EMECE, 1971.
12. Para un estudio sobre esta vertiente representativa, Amigo, Roberto, “A caballo. Variaciones sobre el retrato ecuestre en el Río de la Plata, 1810-1870”, en Peluffo, Gabriel (ed.), MERA, Memorias del encuentro regional de arte, tomo 2, Montevideo, Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes, 2009, pp. 98-109.
13. Montevideo, Museo Histórico Nacional, “Trabajo caligráfico dedicado a Doña María Ignacia García de Zuñiga por Juan Manuel Besnes e Irigoyen”, carpeta 568 y “Dos cuadros conteniendo trabajos caligráficos, dedicados a Doña Juana Josefa Zamudio, con 350 y 256 variaciones de letras, obra de J. M. Besnes e Irigoyen y fechados el 31 de Agosto de 1829 y 28 de octubre de 1828 respectivamente”, carpeta 1049. Un estudio de estos dos últimos cuadros en Beretta García, Ernesto, “Me debo a la afición en Montevideo”. Dos cuadros caligráficos de Juan Manuel Besnes e Irigoyen como fuentes hacia la cultura letrada montevideana de la primera mitad del siglo XIX”, Revista Telar Nº 23, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Tucumán, diciembre 2019, pp. 49-69.
* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios