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Exposiciones de Le Parc, Kuitca y Lukas. Un broche de oro para el primer año del MACA

Registro de Quintaesencia, la exposición de Julio Le Parc. Fotografía: Gentileza MACA.



Guillermo Kiutca y su obra. Fotógrafo: Nicolás Vidal. Gentileza MACA.



De Emil Lukas, Aura 2021. El público disfruta y comenta. Fotografía: Nicolás Vidal / Lore Larriestra. Gentileza MACA.



Leonel García 

(Montevideo, 1976)


Licenciado en Comunicación Periodística por la Universidad ORT. Periodista desde hace más de dos décadas, escritor y docente, fue distinguido en su país con el Premio Morosoli al Periodismo Escrito en 2016. Con experiencia en distintos medios, tanto de la prensa escrita como radial u online, autor y coautor de distintos libros, actualmente escribe en el semanario Búsqueda y la revista Galería en su país. Tiene una hija a la que le encantan las artes plásticas.


Por Leonel García *

El 3D antes del 3D. Un 3D “analógico”, de madera-metal-motores-serigrafía, nacido, desarrollado y admirado décadas antes que un programa informático pudiera hacer, en la virtualidad y la digitalidad, lo que Julio Le Parc creó con sus manos para revolucionar el mundo del arte. Eso es una buena definición para profanos de la obra de este artista plástico argentino, nacido en Mendoza en 1928, radicado en París en 1958 y que había expuesto por primera y última vez en Uruguay en 1967, en el Instituto General Electric. Hasta ahora. Quintaesencia, una retrospectiva de toda su trayectoria, esa que lo puso a la vanguardia del arte cinético, reina en la Sala 2 del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), esa joya que el 8 de enero cumplió un año de su inauguración en Manantiales, balneario satélite de Punta del Este, en Maldonado.


Y para este primer año, Quintaesencia de Le Parc, así como Desenlace de su compatriota Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961) y Entre dos líneas tenues del estadounidense Emil Lukas (Pittsburgh, 1964), estos últimos sí mostrándose por primera vez en suelo uruguayo, conforman un “grandísimo broche de oro”, según definió el propio Pablo Atchugarry, escultor, anfitrión e ideólogo de esa nave de sueños en forma de arca gigante de 5.000 metros cuadrados a Hilario. Cuando las tres fueron inauguradas simultáneamente, el viernes 6 de enero, unas 3.000 personas asistieron al lugar, a 10 minutos de La Barra de Maldonado y otro tanto de José Ignacio. Las tres permanecerán exhibidas hasta el 20 de marzo. En los primeros días estivales de 2023, unos 800 visitantes por jornada han recorrido sus instalaciones, una cifra de destaque si se toma en cuenta que compite con muchas de las mejores playas del país.


Julio Le Parc junto a su obra. Fotografía: Nicolás Vidal. Gentileza: MACA.


En las casi cien obras ópticas, energéticas y luminosas de Le Parc, que a sus jóvenes 94 años estuvo presente en la inauguración de su muestra, que ha expuesto de San Pablo a Buenos Aires, de París a Nueva York, “subyace el inclaudicable aliento utópico” que lo define “y su ambición por construir un mundo nuevo y más ético que combine las teorías experimentales de la percepción visual, sonora, táctil y el compromiso irrenunciable de una producción artística al servicio de la sociedad”, según escribió Angel Kalenberg, ex director del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) de Montevideo, y curador de aquella primera exposición uruguaya del mendocino, más de medio siglo atrás. Lo suyo es un arte para vivirlo y sentirlo, como dijo de él su docente Lorenzo Gigli, en 1955: “Le Parc no dibuja los modelos, dibuja su quintaesencia”. Pararse dentro de sus obras en blanco y negro de sus primeros tiempos, bellas en su simpleza, movilidad y emociones, anima al visitante a abrigarse, aunque haya 30 grados en el Parque de las Esculturas que rodea el MACA.


Desenlace de Kuitca, desplegadas sus ochenta piezas en la Sala 4 del MACA, es una interesante exploración de dos espacios que mucho le interesan: el doméstico y el teatral. El uso de los espacios y de los vacíos, así como la presencia y la ausencia de la mujer en distinto grado, es otra constante de esta exposición, que también puede considerarse una retrospectiva, ya que se trata de obras realizadas entre 1982 y 2022. La muestra reúne cuatro series de producciones: Nadie olvida nada, El mar dulce, Siete últimas canciones y El idiota de la familia. Todas ellas forman su variopinto mosaico de referencias culturales: el Teatro Colón de Buenos Aires, El acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein, El dormitorio en Arlés de Vincent Van Gogh, el judaísmo, las coreografías de Pina Bausch y Jean-Paul Sartre. Todo eso explica los “virajes profundos que articulan su trabajo”, al decir de la curadora Sonia Brecce. También se exponen sus cuadros realizados durante la pandemia, jugando con planos de apartamentos, árboles e imágenes que regalan las ventanas.


La obra de Guillermo Kuitca seduce al público. Fotografía: Nicolás Vidal / Lore Larriestra. Gentileza: MACA.


La naturaleza, sus imágenes y sus elementos, son la materia prima de Lukas. Al igual que Kuitca, es la primera vez que su trabajo llega a Uruguay. Las 25 obras que forman parte de Entre dos líneas tenues están ubicadas en el Pabellón 1 del MACA, al ingreso al arca gigante. El llamativo Aura 2101 parece cruzada por trazos a lápiz, pero en realidad son hilos; en Lost Photograph lo que semeja ramas son pintura y tinta; el plástico y el papel terminan formando un panal de abejas. Ya lo señala el propio Museo: el espectador es el verdadero aliado de este norteamericano para completar lo que hacen sus manos, aquellos con mayor capacidad de contemplación se verán doblemente enriquecidos.


En un primer aniversario cargado de eventos, en el bucólico Parque de las Esculturas se inauguró el viernes 13 la Capilla del Sol, de Roberto Vivo, de acero y hormigón, jugando con los espejos de agua. Dos películas documentales sobre el dueño de casa, Atchugarry monumental y Los hijos de la montaña, también se han estrenado ahí en estos días iniciales de 2023. La música, funcional o en vivo, siempre está presente. Según datos brindados por el propio MACA, en este primer año se recibieron unos 250 mil visitantes. En mayo la revista de lifestyle y turismo de primer nivel Condé Nast Traveller lo nombró uno de los ocho mejores nuevos museos del mundo, el único de América Latina.


“En este primer año, lo primero que se debe destacar es la realización del museo en sí mismo”, dice Atchugarry a esta newsletter. El MACA “fue un esfuerzo muy grande que cambió el panorama local y regional. Se transformó en un lugar líder en exposiciones, ubicado en un lugar estratégico”, agrega, señalando la abundancia del público argentino, el brasileño y de todo el mundo que se suma al local, a una media hora de auto de Punta del Este. Es común ver acercarse furgonetas repletas de turistas, como babilonias rodantes, en temporada alta.


El anfitrión recuerda la inauguración con las muestras de Christo & Jeanne-Claude, de León Ferrari y de Verónica Vázquez, ya consignadas en su momento. De ahí, a este grandísimo broche de oro, apelando a sus palabras. “Creo que el público está cada vez más presente en el MACA. Y me refiero a familias, que son un público que generalmente no se acerca a museos y exposiciones. Entonces acá vienen niños que están teniendo la ocasión de iniciarse en el mundo del arte a muy joven edad”, resume. Esa es más o menos la función que imaginó para su contenedor de sueños.



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