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¿Cuánto vale el arte?

Shot Sage Blue Marilyn, serigrafía sobre lino y pintura acrílica, obra de Andy Warhol de 1964. Christie’s.


Eugene Kornman, retrato publicitario de Marilyn Monroe como Rose Loomis para el film Niágara de 1953. Imagen elegida por Warhol para su célebre serie. El museo Andy Warhol conserva el ejemplar original con el recorte que el artista realizó en tinta y pintura sobre la fotografía, seleccionando la porción que él reproducirá. Gentileza Christie’s/@2022 The Andy Warhol Museum; Founding Collection, Contribution The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc.



Guillermo Vega Fischer

(Buenos Aires, 1979)


Compositor, pianista, dramaturgo, director musical y teatral, egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Dirige junto al artista visual Pablo Archetti la Compañía Canción Nocturna del Caminante con la que estrena óperas de su autoría, como En la colonia penitenciaria, sobre el cuento de Franz Kafka; El infierno musical, sobre el libro de Alejandra Pizarnik y Canción nocturna del caminante y su pálido compañero, sobre canciones de Franz Schubert. Actualmente gestan una nueva ópera sobre la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires en 1871. Integra el grupo fundador de Hibridaciones Escénico Musicales, colectivo de estudio, difusión y apoyo a la ópera contemporánea y el teatro musical. 

 

Aquí su página con su producción: www.ccnc.com.ar


Dentro del equipo de Hilario se ocupa de la investigación y catalogación, especialmente en las áreas de las artes visuales, fotografía patrimonial, cartografía y literatura.

Por Guillermo Vega Fischer *

Una serigrafía de Andy Warhol se eleva a los 195 millones de dólares, el monto más alto alcanzado en una subasta por una obra de arte del siglo XX. 


El pasado lunes 9 de mayo el retrato serigráfico Shot Sage Blue Marilyn realizado en 1964 por el artista pop norteamericano Andy Warhol (Pittsburgh, 1928 - Nueva York, 1987) trepó hasta alcanzar la cifra de 195.040.000 dólares (tasas e impuestos incluidos) en el remate inaugural de la temporada de primavera neoyorquina en la casa de subastas Christie’s. Se trata del valor más alto que una pintura de los siglos XX y XXI haya alcanzado en una subasta, y segunda del arte de todos los tiempos vendida del mismo modo- es decir, subastada-, luego del Salvator Mundi de Leonardo da Vinci (VER), pintura rematada en 405,3 millones de dólares.


Invitamos a nuestros lectores a reflexionar luego de acercarse a la historia de la creación de esta pintura ícono del arte y la cultura del siglo XX, y a conocer diversos rankings de ventas de obras de arte en el mundo. ¿Puede costar una serigrafía más que una pintura original, única? ¿Puede ser más alto el precio de una obra de Warhol que una de Picasso, de Van Gogh o de Leonardo da Vinci, o como sostiene Alex Rotter -responsable del departamento de los siglos XX y XXI de la casa Christie’s-, es Shot Sage Blue Marilyn una obra de arte “a la altura de la Mona Lisa, la Venus de Botticelli y Las señoritas de Aviñón de Picasso”? ¿Cómo se mide ese valor artístico y económico? Aún inmersos en la pandemia y con una nueva ola de Covid azotando Nueva York, más la crisis mundial financiera y una guerra en Ucrania que tensa la vida cotidiana en Europa, ¿puede el mercado del arte darse el lujo de alcanzar estas impúdicas cifras, ajeno a este contexto?


Una misión imposible, aquí no intentaremos resolver estas preguntas; los interrogantes nos enuncian una de las virtudes del arte, predisponer a la reflexión. Siglos llevan grandes pensadores en las diversas culturas del mundo reflexionando y escribiendo sobre estos asuntos. 


Andy Warhol y Marilyn Monroe, íconos de la cultura norteamericana del siglo XX


Tras la Gran Guerra, durante las décadas de 1950 y 1960, el expresionismo y la abstracción comenzaron a ser reemplazados por un nuevo movimiento en el panorama artístico y cultural norteamericano -e internacional-: el pop art, inspirado en un mundo dominado por los bienes de consumo masivo, los anuncios publicitarios, los cómics, las revistas, y el cine y sus celebridades. Andy Warhol fue una de las figuras más representativas de este movimiento, y sin lugar a dudas, la más popular, mundialmente conocida. Volviendo al asunto del valor en el arte, diremos que una de las principales cualidades de un artista y de su obra es la de comprender y reflejar su tiempo. Warhol entendió la importancia de estos nuevos fenómenos de la cultura de masas y comenzó a introducirlos en su arte. Sus representaciones de objetos de consumo como las latas de sopa Campbell y las botellas de Coca-Cola, y los retratos de figuras icónicas como Mao, Elvis Presley, Liz Taylor y Jackie Kennedy pronto lo posicionaron en el ambiente artístico neoyorkino. Desarrolló todas las formas del arte: pintura, escultura, fotografía, serigrafía, cine, música, performance. Dirigió una revista y hasta un programa de televisión. Él mismo fue su propia obra, logrando codearse con sus amadas celebridades y transformarse en una de ellas. Creó en 1963 su taller-estudio The Factory en Nueva York, un hervidero de creación, a la vez que punto de encuentro de artistas, escritores, modelos, músicos y celebrities underground del momento, un espacio crucial en la historia del arte del siglo XX. 


La aparición de Marilyn Monroe en la obra de Warhol fue tras el suicidio de la estrella de cine, en 1962. Warhol la retrató utilizando el proceso que ya venía desarrollando, la serigrafía sobre tela intervenida a mano con colores, o en nuestra terminología de anticuario, serigrafía iluminada. Semanas después de su fallecimiento Warhol realizó Gold Marilyn Monroe, reproducción serigráfica y pintada de un icónico retrato de la estrella de cine de Hollywood, el fotograma publicitario tomado por el fotógrafo norteamericano Eugene Kornman para la película Niágara, de 1953. Esta obra es ahora una de las piedras angulares de la colección permanente del Museo de Arte Moderno en Nueva York. Poco después y en base a la misma fotografía siguió con una obra titulada Dípico de Marilyn, cada una de sus partes conteniendo veinticinco retratos serigráficos y coloreados.


Dos años más tarde, en 1964, Warhol decidió realizar una nueva serie de retratos de Marilyn. Para entonces había perfeccionado la técnica. Ya no utilizaba un doble estampado serigráfico en negro de la imagen original, lo que producía a menudo un corrimiento entre las estampas, generando falta de definición y la aparición de “fantasmas”, es decir, la imagen corrida y duplicada. Con su técnica perfeccionada realizó cinco copias de mucho mayor tamaño a las de 1962, ahora de 101,6 x 101,6 cms (40 x 40 pulgadas), cada una intervenida con distintos colores. Comienza entonces una bizarra y escalofriante historia. Acababa de terminar Warhol estos cinco retratos cuando recibió en la Factory la visita de su amigo Ray Johson y su mujer Dorothy Podber, artista performer y fotógrafa. Dorothy preguntó a Warhol si podría realizar unos disparos. Andy, asumiendo que se refería a fotografiar su último trabajo, la autorizó. Podber rápidamente sacó un pequeño revólver de su cartera y disparó sobre la pila de pinturas, justo entre los ojos de Marilyn. Volvió a guardar su arma y se fue. El destino -si es que este suceso es verídico y no una performance montada entre los artistas, recordemos que Warhol fue un maestro del marketing personal- quiso que cuatro de estos retratos estuvieran apilados y fueran los “intervenidos” por el disparo. Warhol los llamó las Shot Marilyns (Marilyns disparadas) conformando entonces un grupo de cuatro pinturas, cada una con el agregado en el título del color distintivo, y la quinta no disparada quedó separada y titulada Turquoise Marilyn. Esta última fue vendida en 2007 por 80 millones de dólares. El vínculo entre los disparos y Warhol no termina - ni comienza- ahí. Entre ambas series de retratos de Marilyn, Warhol realizó en 1963 otra de Elvis Presley, con la figura del cantante interpretando a un cowboy para la película Flaming Star de 1960 en la que se encuentra disparando hacia adelante, hacia el espectador. Finalmente, la escritora y feminista Valerie Jean Solanas disparó a Warhol y al crítico de arte Mario Amaya en la entrada de la Factory en 1968, hiriendo al artista gravemente. 


Warhol elevó la cultura de la sociedad de consumo a las altas esferas del arte. En esta categoría de mercaderías de consumo entraban latas, botellas -y principalmente sus marcas-, pero también celebridades de la política y el entretenimiento, e incluso travestis, homosexuales y el erotismo pornográfico. A la vez transformó al arte en un objeto de consumo. Retrató con humor e ironía a la vez que con una melancolía trágica la decadencia de un mundo mercantilizado. 


Lo que es genial de este país es que Estados Unidos ha iniciado una tradición en la que los consumidores más ricos compran esencialmente las mismas cosas que los más pobres. Puedes estar viendo la tele, ver un anuncio de Coca-Cola y sabes que el Presidente bebe Coca-Cola, Liz Taylor bebe Coca-Cola y piensas que tú también puedes beber Coca-Cola. Una cola es una cola, y ningún dinero del mundo puede hacer que encuentres una cola mejor que la que está bebiéndose el mendigo de la esquina. Todas las colas son la misma y todas las colas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el Presidente lo sabe, el mendigo lo sabe, y tú lo sabes. Andy Warhol


Su crítica al establishment de su tiempo no le fue gratuita: celebrado por todo el mundo, nunca llegó a ver su obra exhibida y valorada por el entorno académico neoyorquino. Como suele suceder, ocurrió tras su muerte. 


Warhol sintetizó en su obra diversos fenómenos culturales y técnicos desarrollados durante el siglo XX: el cine, la fotografía, la reproducción mecánica de una imagen (apreciable en el granulado de Shot Sage Blue Marilyn, al modo de Lichtenstein). Comprendió la importancia de los procesos mecánicos de reproducción masiva en consonancia con un mundo de consumo masivo. Toda su obra es una multiplicación en gran escala de los procesos de reproducción y repetición de la imagen. La diva de Hollywood con su imagen en cada film, en cada afiche, en cada revista y en la televisión; su imagen fotografiada por Kornman para el film Niágara; la multiplicidad de imágenes del retratado en cada lienzo, como Marilyn cincuenta veces en el Díptico, o los Elvis de a pares, triples, u Ocho Elvis, eludiendo a una sociedad borracha de imágenes y símbolos; la reproducción serigráfica de cada obra, propiciando la rápida realización y multiplicidad de ejemplares, ampliando así la cantidad de productos de venta; y finalmente, ésta serigrafía Shot Marilyn transformada en ícono, reproducida actualmente hasta el infinito en remeras, tazas, pósters, y un gran etcétera. 


Como explica el erudito Hal Foster, el arte pop consiste en presentar una imagen homo imago: de seres humanos moldeados por la realidad fotografiada que han creado para sí mismo. Warhol no intentó perpetuar la efigie de Monroe a través de una creación propia, como sí hicieron artistas que le fueron contemporáneos. Eligió tomar una imagen preexistente, conocida. La belleza es en sí, y no a través de, transformándose así en un ícono. Sostuvo la idea de que no hace falta producir algo de cero para convertirlo en arte, sino que es el contexto el que hace a la obra, dotándola de infinitos significados. Como un profeta -otro de los misteriosos valores de los grandes artistas- Warhol predijo el dominio de la imagen mecánica, mercantil, reproducida al infinito, y manipulada por todos mediantes filtros en la actualidad. Aún sin conocer internet, las redes sociales y los influencers, sintetizó su pronta existencia en su célebre frase “En el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”.


Obsérvese la huella del disparo realizado sobre la tela, entre los ojos, posteriormente restaurada. Christie’s.



En los Marilyn de Warhol no solo se sintetiza todo lo anteriormente mencionado de la producción del artista pop, sino que en la inclusión de la imagen de Marilyn concluye el canon de belleza de una época. Adam Gopnik señala en su biografía de 2020 sobre el artista que cuando Warhol produjo sus primeras imágenes proyectadas de la actriz en 1962, estaba leyendo un libro de un intelectual francés que argumentaba que Marilyn tenía un profundo significado social para el mundo de posguerra; con su sexualidad feroz y su aspecto sensual, era el símbolo perfecto del renacimiento occidental de la posguerra y el epítome del sueño americano. Del mismo modo podemos observar en la Gioconda de Leonardo da Vinci, la belleza de la misteriosa mujer del renacimiento convive con la exaltación de los procesos pictóricos del momento, como el realismo virtuoso y el sfumato del paisaje. Ambas poseen la poco habitual virtud de portar los paradigmas filosóficos y culturales de una época, a la vez que transformarse en obras-ícono, populares, dos de las imágenes más reconocibles del arte universal. No gratuitamente se la considera a la Marilyn de Warhol como la Mona Lisa del siglo XX. O en palabras de Alex Rotter, responsable del departamento de los siglos XX y XXI de la casa Christie’s, “La marilyn de Andy Warhol es la cumbre absoluta del pop estadounidense y la promesa del sueño americano que encierra, a la vez, el optimismo, la fragilidad, la celebridad y la iconografía”.


Los precios del arte


El pasado lunes 9 de mayo uno de los cinco retratos de Marilyn de 1964 trepó a la cifra de 195.040.000 dólares; tal mérito lo alcanzó Shot Sage Blue Marilyn, es decir, Marilyn disparada salvia y azul, uno de los cuatro disparados. Proveniente de la colección de Thomas y Doris Ammann, empresarios suizos, fue comprado por el dealer de arte Larry Gagosian. Formó parte de un lote de 36 piezas, cuya venta se destinará a financiar la Fundación Thomas y Doris Ammann de programas para la infancia. El comprador de la marilyn podrá decidir, gracias a un acuerdo poco habitual, a qué organización benéfica destinará el 20% del precio de remate del cuadro.


Erróneamente algunos portales y periódicos titularon la noticia como “el más alto valor alcanzado por una obra del siglo XX”. Se trata, en cambio, del más alto valor alcanzado por una obra de arte del siglo XX en una subasta pública. En el ranking de ventas general Shot Sage Blue Marilyn se alza en el tercer puesto. Veamos entonces los diez valores más altos del arte del pasado siglo.


Interchange, óleo de Willem De Kooning. Instituto de Arte de Chicago, Chicago.



1. Interchange, de Willem De Kooning. La pintura expresionista de 1955 del neerlandés lidera el ranking de precios, vendida en una transacción privada en 2015 por 300 millones de dólares al director de un fondo de inversiones, Kenneth Griffin. Actualmente, el cuadro está expuesto en el Instituto de Arte de Chicago, pero pertenece a la colección privada del multimillonario.


2. Number 17A, de Jackson Pollock. Comprada el mismo año 2015 y por el mismo multimillonario Kenneth Griffin, al valor 200 millones de dólares y nuevamente, en una transacción privada. Number 17A fue pintada en 1947, un año después que el genial pintor abstracto norteamericano inventara su técnica de salpicar y chorrear espontáneamente la tela. Al igual que Interchange de De Kooning, puede visitarse en el Instituto de Arte de Chicago.


3. Shot Sage Blue Marilyn, de Andy Warhol. Aquí se encuentra nuestra pintura en cuestión, que con sus 195 millones de valor, destronó a la pintura Les femmes d’Alger de Pablo Picasso como la pintura más alta vendida en subasta.


4. Wasserschlangen II, de Gustav Klimt. La pintura de 1907 se vendió en 2013 en transacción privada por un valor de 187 millones de dólares, ocupando el cuarto puesto.


5. No. 6 (Violeta, Verde y Rojo), de Mark Rothko. Comprada por el magnate ruso Dmitry Rybolovlev en una venta privada en 2014, en el valor de 186 millones de dólares. Evidentemente sobrevalorada, la obra es parte de las sonadas adquisiciones de Rybolovlev a su ex-marchante Yves Bouvier, dentro de las que se incluye Salvator Mundi de Leonardo da Vinci (VER)


Les femmes d’Alger, inspirado en Las mujeres de Argel de Eugène Delacroix.



6. Les femmes d'Alger, de Pablo Picasso. Fue vendida en 2015 en una subasta realizada por Christie’s en Nueva York, por el valor de 180 millones de dólares. Se trata de la obra de arte más cara de un artista español.


7. Masterpiece, de Roy Lichtenstein. Obra de otro de los maestros del pop art y realizada el mismo año de los primeros retratos de Marilyn, en 1962. Fue adquirido en una venta privada realizada por la Galería Acquavella en Nueva York por el inversor Steven Cohen por un valor de 165 millones de dólares en 2017.


8. Desnudo acostado, Amedeo Modigliani. Nu Couche fue pintado entre 1917 y 1918 y forma parte de los últimos trabajos del autor parisino. Fue vendido en una subasta de Christie's de 2015 por un coleccionista chino por 170 millones de dólares. 


9. El sueño, de Pablo Picasso. Esta pintura de Picasso pintada en 1932 fue vendida al estadounidense Steve Cohen en marzo de 2013 por un valor de 155 millones de dólares.


10. Tres estudios de Lucien Freud, de Francis Bacon. Tríptico pintado en 1969 y vendido por 142 millones de dólares en 2013. En aquel momento, obtuvo el precio más alto alcanzado en una subasta por una obra de arte.


Un sinfín de análisis podríamos comenzar al observar este ranking, detengámonos en uno. En la nómina de las diez obras más caras del arte del siglo XX sólo hay autores norteamericanos y europeos, ningún oriental, ningún latinoamericano, ningún africano. Observemos las 20 más caras, tampoco. ¿Cómo es posible, si entre los compradores hay orientales y rusos? Inclusive la obra más cara de la historia, el Salvator Mundi de Leonardo fue adquirido por un magnate ruso y un príncipe árabe, sucesivamente. ¿Se trata de un signo más de la globalización, que no es otra cosa que la occidentalización del mundo? Sigamos analizando el ranking aún más allá: en el puesto 23º el primer oriental, Twelve Landscape Screens del pintor chino Qi Baishi, vendido en 140,8 millones de dólares. 


¿Y los latinoamericanos? No aparecen en esta lista, que incluye las 112 obras más caras. El panorama del arte latinoamericano en la cotización mundial cambió radicalmente el año pasado con la venta de Diego y yo (VER), pintura de la mexicana Frida Kahlo, comprada por el empresario argentino Eduardo Costantini en 35 millones de dólares, superando los 15,7 millones que había logrado Baile en Tehuantepec de Diego Rivera, también adquirida por Constantini. Para el asombro, este empresario y coleccionista, artífice del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), elevó el techo del arte latinoamericano más allá del doble. Y hablando de compatriotas, ¿cuáles son los valores más altos del arte argentino? Lejos del millón, los primeros seis puestos se los disputan alternadamente Emilio Pettoruti y Antonio Berni, con pinturas que rondan entre los 794.500 y los 552.500 dólares, todas ventas en Christie’s y Sotheby’s de Nueva York. Le continúan, en ventas locales en la casa de subastas Naón, dos Prilidiano Pueyrredón, rematados en 551.530 y 515.660 dólares. Nuevamente en Nueva York, las creaciones de Guillermo Kuitca y Julio Le Parc alcanzaron 511.500 y 506.500 dólares, respectivamente, para sellar la lista de las diez obras ubicadas en la cumbre del ranking argentino.


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