En julio de 2021 publicamos un artículo sobre una novedosa forma de arte, el criptoarte. Creaciones digitales que imitando el circuito de transacciones monetarias de las criptomonedas, se venden hasta en millones de dólares. Llevan por nombre NFT, en inglés, “token no fungible”, y son obras de arte digital almacenadas en plataformas o marketplaces. Con su compra, el nuevo propietario adquiere los derechos de propiedad, protegido por un código llamado blockchain, cadena de bloques inviolable, la que conserva el historial de venta y compras de la obra.
Como a menudo sucede en la historia del arte, frente a la innovación, a lo distinto, muchos han puesto el grito en el cielo, cuestionando no solo la calidad artística, sino incluso si verdaderamente de arte se trata este acto. Sin embargo, para tranquilidad -u horror- de los ortodoxos conservadores de los tradicionales paradigmas de la cultura, hubo ya un artista nacido en Niza, en 1928 -¡hace ya casi un siglo!- y que el 28 de abril de 1958 inauguró una exposición titulada “El vacío” en la Galería Iris Clert de París. En ella no presentó obra física alguna, sino un espacio colmado de “sensibilidad pictórica en estado puro”. Nos referimos al genial Yves Klein, famoso por sus pinturas y esculturas en un particular azul, el International Klein Blue, un color por él registrado, realmente muy especial, saturado, vibrante y único, y que si desean descubrir en primera persona -nada más alejado creer conocerlo a través de la pantalla del teléfono o monitor de la computadora- basta con acercarse a la Fundación Klemm frente a Plaza San Martín, en nuestra amada ciudad de Buenos Aires. La Colección Klemm preserva la “Vénus bleue”, obra de Klein de 1962, año de su prematuro fallecimiento. (1)
Vénus bleue (Venus azul) escultura en resina y pintada de su Azul Klein. El ejemplar 232 de una tirada de 300 pertenece a la Colección Federico Klemm.
Volviendo a la obra que nos convoca, si Klein quiso con este azul llegar a la concepción física de un azul total, absoluto, librando al color de la cárcel de la línea, con su obra Zone de sensibilité picturale immatérielle (Zona de sensibilidad pictórica inmaterial) arriba a la idea y materialización de lo absoluto en sí, ese bien “platónico” al que todo artista y toda obra de arte, de todos los tiempos, aspira. El público llegaba a la galería parisina y veía los ventanales pintados de Azul Klein, atravesaban unas cortinas también azules y finalmente arribaban a la sala, vacía, salvo de, según Klein, “sensibilidad pura de color azul”. La obra conceptual completaba su ciclo, como toda obra de arte visual, con su venta. Ésta incluía unos recibos y un ritual que debía respetarse rigurosamente. Un recibo por el pago en oro de la obra debía quemarse ante testigos elegidos por el artista, mientras éste arrojaba el mismo oro al Sena. Hubo tres ceremonias de transferencia, todas bien documentadas.
El pasado 6 de abril la casa Sotheby 's en su filial parisina subastó uno de estos recibos, la “Zona de sensibilidad pictórica inmaterial Serie n°1, Zona n°02”. Adquirido originariamente por el famoso anticuario Jacques Kuguel el 7 de diciembre de 1959 al propio Klein, su último propietario fue el asesor de arte y coleccionista francés Loïc Malle, quien lo había comprado hacía 35 años. Afrontó el remate con un estimado entre 280.000 y 500.000 euros, y finalmente fue vendido en un precio final de 1.063.500 euros, el equivalente a 1.161.129 dólares.
El recibo vendido fue el Cachet de garantie (sello de garantía) número 2, fechado y firmado por Yves Klein. Mide tan solo 8,5 x 19,5 cm, posee una marca de agua -IKB-, la anteriormente citada sigla International Klein Blue, y el texto “Reçu Vingt grammes d'or Fin contre une Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle. Cette zone transférable de peut être cédée par son propriétaire qu’au double a sa valeur d'achat initiale. (Signatures et dates pour transferts au dos). La transgresseur s’expose à l'annihilation totale de sa propre sensibilité”, que en español significa “Recibo veinte gramos de oro fino por una zona de sensibilidad pictórica inmaterial. Esta zona transferible puede ser cedida por su propietario únicamente al doble de su valor de compra inicial. (Firmas y fechas para transferencias al dorso). El transgresor se expone al aniquilamiento total de su propia sensibilidad”.
Klein comparte con los artistas contemporáneos creadores de NFTs el hecho de otorgarle al certificado de autenticidad un gran valor, al punto de sostenerse el valor de la obra -artístico y económico- en estos certificados. Observemos también cómo se adelantó un siglo con estas normativas de transacción a las de los NFT. Estas “zonas de sensibilidad” fueron sucesivamente vendidas y compradas y el propio creador mantuvo un registro de aquellas compraventas. Las cadenas de bloques del criptoarte y las criptomonedas codifican de igual modo el historial de transacciones del objeto -artístico o monetario-. Pero mientras que estas cadenas de bloques otorgan incorruptibilidad al bien de transacción, es decir, no pueden falsificarse ni tergiversarse, o si así sucede, queda registrado en la cadena, Yves Klein apeló a un concepto más profundo y al humor -disposición bastante ausente en el arte contemporáneo-: como una maldición “El transgresor se expone al aniquilamiento total de su propia sensibilidad”. Estas certificaciones comparten, entre Klein y los criptoartistas, otra característica, la de escindir el aspecto y objeto artístico, del aspecto y objeto financiero. Por un lado está la creación artística, en este caso un espacio de sensibilidad pictórica, y por el otro, la invención del artefacto que sostiene su transacción.
El valor monetario del arte adquiere en la obra de Klein múltiples dimensiones y reflexiones. Es con el más lujoso material del planeta, el oro, que se adquiere este vacío, a la vez que el más preciado de los bienes de un artista, su sensibilidad. Sensibilidad en estado puro, no contaminado o cosificado en un único objeto, sino que ese vacío los contiene a todos. Debido a que el aspecto financiero del arte está contenido de manera segura en una simple hoja de papel, el aspecto espiritual del arte es libre de tomar cualquier forma que Klein desee, incluso una no forma. La idea del vacío, de despojar a la obra de materia para llegar a su valor absoluto es fundamental en la creación de Yves Klein. Observemos la fotografía que se subastó en el mismo remate, y también perteneciente a la colección de Loïc Malle, titulada Salto al vacío, 23 de octubre de 1960. Monocopia en gelatina de plata en el gran formato de 124 x 94 cm. Harry Shunk fotografió al propio Yves Klein arrojándose, literalmente, al vacío en la Rue Gentil-Bernard de Fontenay-aux-Roses, en las afueras de París, para un proyecto que el artista llamó El hombre en el espacio. El pintor del espacio se arroja al vacío. En un instante logró capturar como un manifiesto su concepción del arte, a la vez que crear una de las imágenes icónicas del arte del siglo veinte.
El hombre en el espacio. El pintor del espacio se arroja al vacío, fotografía de Yves Klein de 1960, vendida en 75.600 dólares el pasado 6 de abril.
Significativamente, esta fue la primera subasta de la casa de remates en la que se permitía a los compradores saldar su deuda con criptomonedas. El círculo simbólico se cierra, sin embargo no se sabe, al menos por ahora, con cuál moneda fue comprada la obra de Klein. Imaginemos que esta opera magna del arte intangible, pagada originalmente con oro luego arrojado al río Sena, fue adquirida recientemente con dinero también intangible, sin respaldo en oro en banco alguno.
Nota:
1. La Fundación Federico Jorge Klemm presenta de marzo a noviembre de 2022 el primer episodio de su Programa “Encantador De La Noche. Federico Klemm 1942 - 2002”. Lo pueden visitar en Marcelo T. de Alvear 626, de la Ciudad de Buenos Aires, de lunes a viernes, de 11 a 19 hs.