Dama con libro. Buenos Aires. Circa 1854.

Daguerrotipo vintage en la medida universal de un sexto de placa -medidas: 6,8 x 5,5 cm- realizado hacia la década de 1850 y de autor no identificado. La obra se encuentra inserta en un estuche especial de guarda con el interior de la tapa forrado en terciopelo gofrado con la figura en su centro de un estilizado bouquet de hojas y flores. Para su protección el daguerrotipo está encapsulado por una bandeleta perimetral de cobre flexible dorado y ornamentado, un mat o passepartout de bronce dorado y, sellando todo el conjunto, un cristal.

Infrecuente retrato de una joven. En este caso la dama reafirma su independencia social e intelectual posando con un libro abierto entre sus manos, mientras mira fijamente hacia el objetivo de la gran cámara de madera. Luce peinado bandó, lujoso vestido oscuro de amplias mangas; la blusa y el llamativo moño son blancos, mientras los guantes o mitones se aferran a la moda imperante. Esboza cual Mona Lisa criolla, una leve y enigmática sonrisa que nos sigue interrogando a más de un siglo y medio de distancia.

Si bien debemos señalar que en sus casi tres décadas de vigencia, el daguerrotipo estuvo al servicio -en más del 90 por ciento- de la retratística social, lo cierto es que los retratos femeninos fueron significativamente menores que los masculinos. Y cuando ellas enfrentaban la cámara, solían posar acompañando a sus maridos o formando parte de la familia. Retratos de mujeres solas no fueron comunes y estas especiales figuras femeninas nos abren un abanico de preguntas.

Fue el 19 de agosto de 1839 cuando en el solemne ámbito del Instituto de Francia, el secretario Francois Arago develó finalmente el secreto que pesaba sobre el "Daguerreotype", genial invención de los franceses Joseph Nicéphore Niépce y Louis Jacques-Mandé Daguerre, y lo liberó al mundo para su libre utilización. Había nacido la Fotografía.

A 182 años de aquel suceso, hoy asistimos a una revalorización histórica de aquellas primeras obras.