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FOTOGRAFÍA

OTROS HALLAZGOS FOTOGRÁFICOS

LA VANGUARDIA DE POSGUERRA EN PARÍS, EN LA PRENSA ARGENTINA JEAN COCTEAU, SERGE LIFAR Y NINA VYROUBOVA

Ensayos de ballet Phèdre. París, 1950.

 

Cuatro gelatinas de plata vintage. Medidas: 18,5 x 23,5 cm. Al dorso, el sello húmedo del autor: “Photo Lido. 4, Rue Chernoviz, JAS 65-98, Paris. Mention obligatoire”. En una de ellas, en lápiz grafito el nombre de los artistas, y abajo a la derecha, también en lápiz, “Saber Vivir”, la revista argentina que entre 1940 y 1957 publicó a grandes autores, como Borges, Girondo, María Teresa León, Alberti y Gómez de la Serna.

 

A comienzos del siglo veinte aconteció en París una reunión de personalidades junto a un espíritu innovador en el arte solo comparables, para la cultura de occidente, al renacimiento italiano. Para dar un ejemplo, una producción de los Ballets Rusos, compañía dirigida por Sergei Diaghilev, podía reunir música de Stravinsky, Debussy o Ravel, danza de Nijinsky, Balanchine o Serge Lifar, y escenografía de Picasso o Jean Cocteau. 

 

Transcurridas varias décadas (y en ellas, las dos grandes Guerras) estos artistas continuaron su producción. Los observamos aquí ensayando la obra titulado Fedra. Estrenada en la Ópera de París en 1950, creación del multifacético Jean Cocteau (Francia: 1889 – 1963), con música de Georges Auric y coreografía de Serge Lifar. Leemos en el periódico parisino “Libération” del 16 de junio de 1950: “Jean Cocteau -este Picasso de las letras- se cansará de todo, excepto de sorprendernos. Uno tras otro, retoma los temas eternos, los grandes mitos y, para estar más seguro, ante sus propios ojos, de que no han envejecido. Fedra no se le podía escapar. Entonces, Cocteau cortó a Racine -sin dejarlo en pedazos. Unas veinte escenas siguen, paso a paso, la tragedia clásica y la mutan en “tragedia coreográfica” fiel -con algunas sutiles ironías casi- a la obra madre. ¿Se ha convertido en un ballet? No: un mimodrama tal vez por instantes, pero más bien sobre todo, según la denominación misma del programa, una “acción danzada” donde Serge Lifar se adaptó al anarquismo inmutable del mito primitivo tan fácilmente como a las innovaciones del poeta que recurre a la fotografía (fotos gigantes de Brassaï) para narrar ciertos episodios, para evocar a ciertos personajes. Las controversias suscitadas prueban por sí mismas que los espectadores de la creación asistieron sin duda a una première de la que hablará la posteridad como de la première de Isadora o de “La consagración de la primavera”. 

 

Las cuatro fotografías, tomadas con la cámara ubicada en el mismo punto, nos muestran al dramaturgo, escenógrafo y vestuarista Jean Cocteau junto a Nina Byrouvona (primera bailarina del Ballet de la Ópera de París) y a Serge Lifar, primer bailarín y coreógrafo del mismo teatro. Oponiéndose al romanticismo académico en el ballet y al naturalismo en el teatro, Cocteau revisitó el espíritu de la tragedia griega, como observamos en el texto de la escenografía escrito en griego, y en las posiciones hieráticas de los intérpretes, asemejando frisos de mármol.

 

Serge Lido (1906-1984) fue uno de los más grandes fotógrafos de la danza del siglo pasado. Nacido en Moscú, y establecido posteriormente en París alcanzó notoriedad internacional por su extensa obra fotográfica y a través de sus múltiples viajes por Europa, para cubrir los grandes eventos dancísticos del siglo pasado, desde la década de 1940 en adelante. A él le debemos las más bellas imágenes de grandes bailarines y bailarinas, captadas con sumo profesionalismo y precisión, logrando con ello uno de los más importantes testimonios gráficos de la historia de la Danza contemporánea. GGLM

AUTOR/A SERGE LIDO
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