Mate atado. Argentina. Siglo XIX.

Calabaza teñida con generoso y singular rabito, con la embocadura y el botón distal de la cola, labrados en oro, apenas decorado a buril y cincel. 

Medidas. Alto: 8 cm. Largo: 13 cm.

La historia lejana de estos mates se pierde en la noche de los tiempos… ¿Cómo se lograban estas caprichosas formas? ¿Por qué han fallado todos los intentos realizados al menos en el último medio siglo? Estas incógnitas le agregan especial encanto a los mates que se han conservado, resistiendo el paso de los años pese a su natural fragilidad.

Para los estudiosos, las versiones más antiguas de estos mates proceden de Paraguay, en tiempos virreinales. (1) Se comprende que el proceso comienza cuando la calabaza aún se encuentra en la planta; atada en distintas formas ésta crece adoptando una configuración globular y de estiramiento del asa. Luego, el orfebre le agrega su arte, aquí destacado por el metal y su sutil presencia. 

Lo cierto es que por la excentricidad y belleza, estos recipientes ingresaron a los salones refinados de la alta sociedad rioplatense, nos imaginamos, a lo largo del siglo XIX. Y hoy se encuentran algunos ejemplares conservados en colecciones y en patrimonios familiares heredados, los que rivalizan por la excentricidad caprichosa de las calabazas intervenidas y por las labores de los orfebres.  

Nota: 

1. José y Javier Eguiguren, El Paraguay, cuna del mate, en El mate en América, Buenos Aires, Eguiguren & Vega, , p. 169: «Los modelos conocidos corresponden al siglo XIX, aunque consideramos que su nacimiento ha sido anterior».