Niñas falangistas. España. Década de 1930.

Cuatro fotografías vintage tipo carnet. Gelatinas de plata. Medidas: 6 x 4 cm. Detrás, manuscrito en tinta ferrogálica, el nombre y edad de cada niña: Eugenia, 13 años; Ludivina, 12 años; Isabel, 10 años y Felisa, 15 años. Los retratos, en perfecto estado, se presentan con un paspartú calado.

Todas visten el uniforme de camisa azúl mahón, símbolo de los obreros industriales y un birrete. “Desde el surgimiento de la Falange (FE), fundada por José Antonio Primo de Rivera en octubre de 1933, existían en España, pequeños núcleos de jóvenes organizados, que eran conocidos como Balillas, en referencia a las similitudes que tenían en su organización, con las formaciones juveniles del fascismo italiano que llevaban este nombre.” (1) Siempre acudiendo a esta fuente, Desde el origen de la Guerra Civil en 1936, estas agrupaciones formaban parte de la educación premilitar, y ya dos años más tarde, buscando una mayor organización se constituyó como única organización juvenil española, dividida entre varones y mujeres; éstas organizadas a su vez en “Margaritas” (de 7 a 10 años), “Flechas” (de 11 a 15 años) y las más grandes, “Flechas azules”.

“La organización se creó con el claro objetivo de captar a todas las juventudes -explica Victoria Covernton-, sin ser de carácter obligatorio, reclamaba para sí la educación formal de niños y jóvenes en lo cívico, político, social, físico y premilitar. Dejando abiertas las posibilidades de una instrucción cultural y religiosa a otras instituciones, que muchas veces estaban ligadas o eran agrupaciones orgánicas. Uno de los pilares fundamentales, además de la función formativa, fue la defensa y el amparo de la juventud. La Delegación Nacional exigía la denuncia de la explotación infantil en trabajos que la legislación prohibía.”

Notas: 

1. Victoria Covernton, Las organizaciones juveniles de la Falange Española Tradicionalista, en Internet: https://cdsa.aacademica.org/000-108/849