Par de cuchillos verijeros. Punzón: López y Diez. Necochea. 1950 / 1960.

Ambas piezas fueron encargadas para el uso de un matrimonio, y ejecutadas con la más exquisita calidad de este notable platero - Carlos “Sordo” López -, sus medidas indican la pertenencia, así como las iniciales caladas en la traba de cada cuchillo. En la bocavaina de ambos, sendos punzones: LÓPEZ Y DIEZ y 800.

El más pequeño, con las iniciales “A.R.” (Amelia Arellano de Russo), cuenta con una hoja nacional cuya marca apenas se conserva; entendemos que una de las versiones de SIMBRA / INDUSTRIA ARGENTINA. En esta pieza en particular se advierte la notable calidad del orfebre, ejecutando un amplio repertorio de motivos cincelados sobre la base de plata -siempre de inspiración fitomorfa, y enriquecido con aplicaciones de oro con distintos tipos de flores y dos figuras mitológicas, ¿Quimeras?, con una cabeza de punzante dentadura, abierta, de la que sale una filosa lengua; con dos patas y alas. Medidas. Largo de la hoja: 8,7 cm. Largo total: 18 cm.

El más grande, con una importante empuñadura, luce también la notable jerarquía artística del autor, además de testimoniar su particular aprecio por las obras que combinan ambos metales preciosos. Cuenta con las iniciales “I.R.” (Istalino Russo), y replica la decoración del restante, con hojas y flores aplicadas, con la representación de ese ser mitológico calado y cincelado. Hoja marca “Revancha / Industria Argentina”. Medidas. Largo de hoja: 12 cm. Largo total: 24,8 cm.

Ya hemos hablado con intensidad sobre este orfebre (Ver Revista Hilario N° 36: «Carlos “Sordo” López, historias y misterios de un notable platero»), cuya biografía era apenas conocida. No así su obra, ya que en vida supo construir un enorme prestigio por la calidad de sus trabajos siendo uno de los más calificados artistas del cincel en el siglo XX. Aquí lo encontramos plasmando un trabajo dual infrecuente. Sin duda, los cuchillos fueron encargados para su uso en ocasiones especiales, y dado el muy buen estado de conservación de ambos, podemos asegurar que así sucedió.

La sociedad de López y Diez la integraba aquel platero de apellido López (1897 - 1988) y su yerno, Diez, quien le facilitó los recursos para montar el taller en la ciudad de Necochea en la década de 1950. Notable dibujante, el reconocido “Sordo” López -este es un fiel ejemplo- dominaba los cinceles como si estas herramientas fueran el lápiz que su diestra mano dirigía en maravillosas creaciones.