Jeffrey Alan Erbig Jr. Prometeo Libros. 2022.
En 4º (24 x 16,8 cm), 312 pp. Encuadernación rústica de editor.
Sugerimos una obra que cautiva a los lectores desde sus primeras páginas. El tema, apasionante, nos sitúa en el conflicto internacional que enfrentó a las dos potencias ibéricas a finales del siglo XVIII por los límites de sus dominios en la porción meridional de Sudamérica.
Enviadas por España y Portugal, las comisiones de límites fueron empresas gigantescas que empleaban entre dos mil y tres mil personas cada una, divididas en más de una docena de contingentes que trazaban mapas de cada sección de la frontera. Cosmógrafos, geógrafos e ingenieros capacitados eran apoyados por cientos de guías, trabajadores y escoltas armados mientras modificaban y agregaban precisión en la línea general acordada más tarde por las cortes reales ibéricas.
En pleno territorio indígena -así lo precisa el autor, advirtiendo que el área en disputa reunía muy escasas localizaciones de población europea y criolla-, las naciones aborígenes jugaban su papel entre españoles, portugueses y jesuitas. Hasta la actuación de las comisiones de límites, la Compañía de Jesús había desarrollado un importante corpus que incluía los encuentros con las tolderías locales en sus tareas evangelizadoras, tanto en sus cartas geográficas como en sus crónicas escritas. Esta información fue adoptada por los oficiales de las partidas demarcadoras, quienes estaban muy familiarizados con los registros existentes, pero en el terreno organizaban todas las referencias posibles centrando su mirada en la movilidad de los pobladores locales, retratándolos “como actores obstinados, invariables, que impedían la realización del orden territorial”. Así los veía la administración imperial que desde su óptica vinculaba movilidad con un carácter salvaje irreformable.
Jeffrey A. Erbig Jr acudió a archivos históricos de siete países, develando el rol de los pueblos indígenas autónomos de la región, actores centrales en la territorialidad de los imperios ibéricos.