Tener frente a nuestros ojos unas tempranas piezas de Gabriel Chaile (Tucumán, 1985) nos permite observar el arco evolutivo -palabra mal aplicada para el arte- en la producción de uno de los artistas argentinos actuales más reconocidos.
Aunque joven, Chaile ya ha desarrollado una importante carrera en nuestro país y en el exterior. Estudió la Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Tucumán y en el 2009 viajó a Buenos Aires gracias a una beca de la Fundación YPF que le permitió formar parte del primer Programa de artistas de la Universidad Torcuato Di Tella. Un año más tarde fue seleccionado para participar del programa Lipac del Centro Cultural Ricardo Rojas. Y su reconocimiento en el medio local despegó en el 2014 con la muestra Salir del surco a labrar la tierra, delirios de grandeza II realizada en el Fondo Nacional de las Artes y luego con su participación en el ciclo Bellos Jueves del Museo Nacional de Bellas Artes, donde intervino la sala de arte barroco. Le siguieron exposiciones en los centros culturales Recoleta de Buenos Aires y San Pablo T de Tucumán, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en las galerías Ruby y Barro de Buenos Aires, y en ferias internacionales como BienalSur (EAC, Montevideo, 2019), en el Faena Festival (Miami Beach) y la consagratoria participación en la 59ª Bienal de Venecia, retrasada por el COVID al año 2022, con su exposición The milk of dreams (La leche de los sueños). Sin lugar a dudas, uno de los artistas argentinos con mayor proyección internacional en la actualidad.
En estas exposiciones ha desplegado pinturas, instalaciones y fotografías, aunque en su consolidación destacan las grandes esculturas de adobe, inspiradas en la cerámica arqueológica del norte argentino, procedentes de culturas como Candelaria, Aguada, Cóndor Huasi, Tafí y Santa María. No solo ha permeado la poética y la imagen de aquellas culturas americanas, tan arcaicas pero vigentes en su proyección, sino también los objetos en los que se despliegan. Como aquellos, Chaile elabora recipientes ceremoniales, instrumentos de viento, utensilios de cocina y grandes hornos; rescata así sus raíces. Las ancestrales, su familia proviene de Trancas y Tafí del Valle, en Tucumán, y de Santa María, en Catamarca, y las recientes, su padre era albañil, y su madre hacía bollos que Gabriel vendía con los hermanos. Como un antropólogo-poeta, recupera las urnas de formas redondeadas y antropomorfas de la Cultura Candelaria, a la vez que homenajea a sus seres amados. Por ejemplo, las grandes esculturas que integran la instalación La leche de los sueños de la Bienal de Venecia, llevan nombres de los miembros de la familia y rodean a la pieza mayor, Rosario Liendo, la abuela materna de Gabriel. Hay ternura, profundidad y humor en su obra.
La leche de los sueños en la Bienal de Venecia 2022. En el centro, la escultura "Rosario Liendro", rodeada por otras cuatro: Irene Duran, Pedro Chaile, Sabastiana Martínez y Jose Pascual Chaile, padres y abuelos paternos del artista. Foto: Jean-Pierre Dalbéra.
No es culpa mía si viene el río
Chaile expuso en 2015 en el Centro Cultural Recoleta la instalación No es culpa mía si viene el río. Allí veíamos la tierra esparcida sobre el suelo de la sala, como el barro que trae el río. Resultó profética aquella exposición, el barro de las inmensas esculturas ya no era suficiente. Así ocurrió hace unos meses en Londres, en Studio Voltaire. En colaboración con la artista Laura Ojeda Bär presentaron Usos y costumbres, y allí el barro lo cubrió todo. La gran sala abovedada de madera con sus paredes cubiertas de barro marrón claro evocaba las iglesias y casas históricas de nuestro noroeste andino, levantadas de adobe y ladrillos de arcilla. Dentro de este espacio intervenido, pequeñas vasijas, pinturas, y en el centro y a su vez sobre tierra seca, una de sus grandes figuras antropomórficas. Chaile comentó que «Esta comisión representa un desarrollo significativo en mi práctica artística y reafirma mi compromiso con la creación de espacios rituales, sagrados y colectivos. A través del uso del adobe y la incorporación de iconografías antropomórficas, espero ofrecer una experiencia única que invite al público a reflexionar sobre la historia y las tradiciones que han sido olvidadas o negadas». Llevó cuatro toneladas de adobe desde Portugal, país donde vive desde que lo «atrapó» la pandemia de COVID. No es culpa mía si viene el río…
En febrero de este año nuevamente fue figura en la escena artística londinense. Su escultura Hornero fue una de las seis finalistas, elegidas por la National Gallery para ser exhibida en la Trafalgar Square, una plaza del centro de Londres construida para conmemorar la batalla de Trafalgar, en la que la armada británica venció a sus pares francesa y española frente a aquel cabo. Sobre el pedestal blanco de corte clásico, o mejor dicho, en el borde, Chaile construyó, como nuestra ave sudamericana hornero, una forma de barro circular. Sutil irreverencia la de nuestro hornero en Londres, en un rico cruce social, histórico, político y antropológico.
Gabriel Chaile frente a su modelo para la Plaza Trafalgar.
Los jóvenes olvidaron sus canciones o Tierra de Fuego
Chaile exhibe actualmente en la galería ChertLüdde de Berlín la muestra Los jóvenes olvidaron sus canciones o Tierra del fuego. Nuevamente, su material, el adobe. Ahora dibuja sobre esta superficie. Colocado ante una gran pared de la galería sus trazos conforman un bajorrelieve en el que el tapir es el protagonista. Chaile presenta el estreno de una película imaginada; concebida bajo el mismo título que la exposición, es una película que no existe más que en ideas. Donde de otra manera habría una pantalla, el público se ubica frente a un fresco tridimensional fijado en el tiempo -lo titula Selva tucumana-; ni proyección ni imagen en movimiento, la película se “anima” a través de un relieve de adobe flanqueado por dos esculturas de hierro que rompen la cuarta pared. Recoge las relaciones entre humanos y tapires. Fusionado con la historia del resiliente tapir -incluido en la lista roja de especies amenazadas-, el adobe utilizado por el artista tucumano puede hablar de manera más amplia de preservación. La exposición podrá visitarse hasta el 24 de agosto.
Selva Tucumana, 2024; Adobe, madera, estructura metálica, carboncillo, dos esculturas metálicas, audio. Audio: lectura de Andrei Fernández de Los jóvenes olvidaron sus canciones o Tierra de Fuego, una película de Gabriel Chaile; 400 × 930 × 3 cm. ChertLüdde, Berlín. Fotografía: Marjorie Brunet Plaza.
Los orígenes
Regresemos a las piezas que fueron mencionadas al comienzo. Todo artista tiene una etapa temprana la que, aún distante de lo que será su arte maduro, ya prefigura al creador. Cuando realizó estas piezas a los veinte años, se encontraba en la búsqueda de su propia poética con la que hoy nos deslumbra. Sin embargo, la crítica antropológica, la observación del cruce de razas y culturas que se da en nuestras tierras, la raigambre americana, la vida familiar humilde e incluso el humor, características en sus obras maduras, se manifiestan ya tempranamente en esta escena escultórica.
Tres pequeñas figuras realizadas en epoxi y policromadas con acrílico representan a niños vestidos con guardapolvo blancos, son escolares. El conjunto se llama Alineados, y fue realizado, como leemos sobre la base de una de las figuras, en 2007. Distintas alturas, fisonomías y colores de piel manifiestan el crisol de razas fundacional de nuestra identidad americana y argentina. La idea de la narración escolar, relacionada con la propia identidad, la desarrolló al año siguiente en Pequeños grandes personajes (el velero, el farolero, el granadero, el realista, el caballero) una foto-perfomance del 2008 en la que el mismo Chaile posa como un escolar vestido como los personajes históricos, con disfraces de cartulina y la cara pintada.
Una cuarta figura, independiente al conjunto anterior pero a la vez complementaria, representa nuevamente a un niño. Es el propio Chaile, estilizado en una forma geométrica. Su cuerpo cúbico y su pelo como un prisma, evocan la forma de una casa. Comienza en esta pieza a esbozarse la idea vectora en Chaile de la geometrización de la figura humana, que años más tarde concluirá en las grandes esculturas de barro, volumétricas figuras antropomórficas de inspiración indoamericana.
Para concluir, ¿dónde ver un Chaile en vivo, en la ciudad de Buenos Aires? Los invitamos a sorprenderse ante una de sus madre-hornos, Mamá luchona, obra de más de cuatro metros de altura que realizó en 2021 para la Quinta Trienal New Museum de Nueva York, y que engalana actualmente el hall de entrada de Arthaus. Creada como la madre de todas sus esculturas anteriores, se basa en una forma encontrada en la cerámica de la cultura Condorhuasi (c. 400 a.C. -700 dC., Catamarca, Argentina), que el artista admira hace tiempo y describe como “entre dos estados, como si estuvieran a punto de convertirse en otra cosa”. El título proviene de una expresión utilizada en diferentes regiones de América Latina tanto para referirse a las madres solteras que se esfuerzan por cuidar a sus hijos como, peyorativamente, a las madres jóvenes que no renuncian a su derecho a los placeres y las fiestas. Esta madre está cubierta de huevos de gallina, símbolos de vida y fertilidad, a la vez que es un horno. Madre que da vida y alimenta. Arthaus es un centro cultural ubicado en Bartolomé Mitre 434, Microcentro de la ciudad de Buenos Aires.
Mamá luchona (2021). Arcilla, estructura de metal, huevos, ladrillos y pigmentos. 415 x 156 x 283 cm. Recién instalada en el hall de Arthaus. Nótese el adobe aún fresco, de las uniones y reparaciones necesarias luego del transporte de la obra desde Nueva York. Fotografía: Arthaus.