Aurora Reyes: escribir pintando y pintar escribiendo

Exposición “Aurora Reyes: una vida en el arte 1908-1985”. Museo de la Ciudad de México, 2019. Se observan diversos bocetos para el mural El primer encuentro. Fotografía: Milton Martínez. En internet, Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. [ VER ]



Aurora Reyes, detalle de Trayectoria de la cultura en México, 1959-1960. Temple, 326 m2. Auditorio 15 de mayo SNTE, Ciudad de México. Fotografía: Milton Martínez. En internet, Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. [ VER ]




Aurora Reyes. Ilustración propia para su primer libro, Humanos paisajes, publicado en 1953.

En internet, Archivo General de la Nación de México: [ VER ]



Dina Comisarenco Mirkin


Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Rutgers, New Jersey, Estados Unidos y Licenciada en Artes por la Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina. Es investigadora, y coordinadora y enlace entre los Centros Nacionales de Investigación y la Subdirección de Educación e Investigación Artísticas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México (SNI, nivel 2).


En su trabajo de docencia, investigación y curaduría, Comisarenco se especializa en la historia y en la historiografía del arte mexicano del siglo XX, en la historia del muralismo, y en la producción visual de artistas mujeres, temas que aborda con un enfoque interdisciplinario en el que combina la sociología del arte, el psicoanálisis, la memoria cultural y los estudios de género.


Entre sus libros individuales destacan: Rina Lazo. Xibalbá el inframundo de los mayas (2022); “El olvido está lleno de memoria”: la pintura mural de Arnold Belkin (2019); Eclipse de siete lunas: muralismo femenino en México (2017); Las cuatro estaciones del muralismo de Raúl Anguiano (2014); y Memoria y futuro: diseño industrial mexicano e internacional (2006 y re-edición 2019). Como coordinadora de libros colectivos cabe mencionar: “Fracturas de la memoria: un siglo de violencia y trauma cultural en el arte mexicano moderno y contemporáneo” (2022); De la Conquista a la Revolución en los muros del Museo Nacional de Historia (2018), Codo a codo: parejas de artistas en México (2013), Para participar en lo justo: recuperando la obra de Fanny Rabel (2013 y re-edición 2017), así como numerosos artículos y capítulos especializados publicados en libros, catálogos y prestigiosas revistas nacionales e internacionales. Actualmente es catedrática del CIDI, UNAM.


Su trabajo docente y de investigación ha recibido varios reconocimientos, tales como el reconocimiento Profesores que dejan huella, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, CCM (2018); el Reconocimiento FICSAC-Ibero de investigación de calidad académica, Universidad Iberoamericana, CDMX (2018); el Premio Antonio García Cubas, INAH, por el libro Eclipse de siete lunas: mujeres muralistas en México, (2018) y por Frida de Frida (2008); el Premio Rabino Jacobo Goldberg al mejor artículo académico (2017); y Trofeo Alfil de Rey, reconocimiento a la excelencia académica, ITESM, CCM (2001).


Por Dina Comisarenco Mirkin *

“poesía con colores, y [… pintura] en base a palabras.” [1]

 

Aurora Reyes (1908-1985), conocida principalmente como la primera muralista mexicana, fue una destacada y multifacética artista que, a través de su producción creativa, tanto plástica como literaria, documentó e interpretó la historia y el sentir del pueblo del México moderno.


Identificada con la así llamada Escuela mexicana, tanto por su compromiso social, como por su estilo realista, y por su interés en la cultura indígena, Aurora fue una verdadera “tlacuila” [2] del siglo XX pues a lo largo de su vida se dedicó a escribir pintando y a pintar escribiendo. En efecto, la mayoría de sus poemas y murales, no solo narran las principales luchas populares del México posrevolucionario, y en especial, de aquellas libradas en defensa de los derechos de las mujeres, sino que manifiestan también una gran sensibilidad lírica.

 

Pese a que Aurora fue una figura protagónica del fascinante ambiente artístico y político de su tiempo, con el paso de los años su obra, como la de muchas de sus colegas artistas mujeres, comenzó a ser invisibilizada y olvidada. Con el presente texto me propongo entonces, reseñar algunos aspectos importantes de su vida y obra, no solo para comenzar a saldar una deuda historiográfica importante, sino y principalmente, para que podamos seguir disfrutando de la riqueza histórica, política y estética de su sobresaliente producción artística.

 

La vida de la artista


Aurora Reyes nació en Hidalgo del Parral, Chihuahua, México, el 9 de septiembre de 1908, solo dos años antes del estallido de la Revolución Mexicana. [3] En 1913 el padre de Aurora, el Capitán Léon Reyes, a causa de la participación de su padre, el General Bernardo Reyes en la decena trágica, y de sus convicciones políticas tuvo que huir de su ciudad y permaneció escondido por alrededor de un año, mientras el resto de su familia, también de forma clandestina se trasladó a la capital, pues la amenaza del castigo cayó sobre todos sus miembros. Para sobrevivir, la madre de Aurora, Luisa Flores, horneaba pan, que la pequeña niña vendía en el mercado de la Lagunilla. Arrancados de forma repentina de su confortable vida en Chihuahua, Aurora fue testigo y sufrió en carne propia la dureza de la vida de las clases más marginadas del país.

 

Las experiencias de Aurora en los barrios más pobres de la ciudad, formaron su carácter fuerte y apasionado, e influyeron de forma determinante en las convicciones políticas que la animaron a luchar, durante toda su vida, a favor de los pobres, con un compromiso y conciencia social inigualables. La misma artista era consciente de la íntima relación existente entre su vida personal y sus convicciones políticas, y asumiendo la potencia de su conocimiento situado alguna vez sostuvo: «me interesan estos asuntos sociales porque he tenido hambre, he sufrido la miseria en propia carne y porque soy gente del pueblo. Me intereso en él porque a él pertenezco. Y considero que el arte es el medio que penetra en la emoción de los seres y a eso se debe que constituye un arma poderosa para luchar por el pueblo.» [4]

 

Cuando Aurora creció, y por fin cesó la persecución política contra su familia, comenzó a estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria y al cumplir sus 13 años, se incorporó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, tomando clases de pintura en el horario nocturno. A pesar de todas las privaciones materiales sufridas, Aurora se graduó en 1924.

 

Tan solo un año más tarde, en 1925, logró su primera exposición individual de dibujos. El mismo año, cuando la joven artista contaba con tan solo diez y ocho años, se casó con el periodista y escritor Jorge Godoy. [5] Durante el corto tiempo en el que la pareja permaneció casada, Aurora dio a luz a dos hijos, Héctor nacido en 1926, y Jorge en 1931, casi en simultáneo con su divorcio, una circunstancia inusual y muy difícil para una mujer joven en el México de los años 30. Tras el divorcio, Jorge y Aurora no volvieron a verse y la responsabilidad de la crianza de los hijos recayó exclusivamente sobre ella.

 

Desde 1927 en adelante había comenzado a ganarse la vida como maestra de arte en escuelas públicas de la capital. En 1930 exhibió su trabajo con otros colegas maestros en la primera exposición colectiva de carteles y fotomontajes organizada en la ciudad de México. Y en 1936 fue miembro fundador del muy activo grupo de artistas conocido como la Liga de escritores y artistas revolucionarios (LEAR), que pronto habría de convertirse en uno de los centros artísticos más creativos de la década. Muchos de los miembros de la liga eran, además, dedicados militantes políticos de izquierda, principalmente del Partido Comunista mexicano. Se consideraban a sí mismos trabajadores académicos y asumían una responsabilidad social muy importante que trascendía el campo de la creatividad artística. Las estimulantes discusiones, conferencias y demás actividades organizadas por los miembros de LEAR dejaron una gran influencia en la carrera artística y política de Aurora.

 

Durante la década de 1930, una etapa de la historia muy activa en arte y en política, Aurora formó profundas amistades que habrían de durar  toda la vida con destacados artistas y pensadores del medio intelectual mexicano, tales como los pintores Diego Rivera (1886-1957), María Izquierdo (1902-1955), José Clemente Orozco (1883-1949) y Raúl Anguiano (1915-2006); el compositor Silvestre Revueltas (1899-1940); el escritor Renato Leduc (1898-1986); y los poetas cubanos Juan Marinello (1898-1977) y Nicolás Guillén (1902-1989). Su amistad con la artista visual Frida Kahlo (1907-1954), y con la folklorista y activista Concha Michel (1899-1990), representada por Aurora en su obra Concha, Aurora y Frida (1949), fue particularmente estrecha y de gran impacto en la producción artística y en la lucha a favor de los derechos de las mujeres de las tres. [6] Aurora también fue muy cercana a la antropóloga Eulalia Guzmán (retratada por la artista en su mural del Auditorio 15 de mayo), de cuyo conocimiento del México prehispánico se nutrió frecuentemente para su producción artística.


Aurora Reyes, Concha, Frida y Aurora, 1949, óleo sobre tela. Colección Héctor Godoy Lagunes. Permiso para reproducción: Héctor Godoy Lagunes. Fotografía de la autora.


En 1936, Aurora pintó su primera obra pública iniciando así una prometedora carrera en el campo de la pintura mural.  Durante los años 40, Aurora comenzó a escribir y publicar poemas, y cuando encontraba el tiempo y la energía necesaria, continuaba pintando y participando en exposiciones individuales y colectivas tanto en el país como en el exterior, llegando a desarrollar una significativa obra caracterizada por una gran fuerza expresiva y un notable compromiso social.

 

Su lucha a favor de los derechos de las mujeres

 

La intensa actividad de Aurora como sindicalista es un testimonio significativo de los inicios del movimiento a favor de los derechos de las mujeres en México.  Desde temprana edad, la artista fue miembro del Partido Comunista Mexicano, al que sin embargo renunció por los abusos machistas de sus compañeros.

 

En 1936 entró al Centro de Estudios Sociales Femeniles de México donde fue elegida para desempeñar el cargo de Secretaria de Prensa. En 1937 fue representante de la Unión de Escuelas Técnicas en el Congreso Nacional por la educación Popular de México, fue Secretaria de Trabajo y Conflictos en el Comité Ejecutivo del Sindicato de Maestros de Arte y también participó en el Sindicato Único de Trabajadores de Escuelas Privadas. Recordemos también que en 1937, junto con Michel fundó el Instituto Revolucionario Femenino. A partir de 1938 desempeñó cargos importantes en el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana (STERM) y en la Confederación Nacional Campesina (CNC).

 

A través de su participación en el sindicato de maestros, Aurora defendió los derechos y la participación de las mujeres, no solo dentro de las distintas organizaciones magisteriales de la época, sino también en puestos gubernamentales. Entre otros aspectos importantes, Aurora impulsó el derecho de las mujeres a votar y a ser votadas, la extensión del tiempo de maternidad para las mujeres, el reconocimiento del tiempo necesario para amamantar a los bebés de las madres trabajadoras, y la creación de guarderías en las escuelas para los hijos de las maestras.

 

En muchas de sus conferencias y escritos, destacó la necesidad de la intervención femenina directa en la creación de un proyecto cultural integral para la nación. Recordando aquellos años, Aurora dijo alguna vez que «[] haciendo un análisis del proceso de la Cultura  a través de la Historia de la Humanidad, encontramos que a la cultura de esta época el conjunto de valores que la forman son, a pesar de su importancia, insuficientes para llenar las necesidades de una humanidad compuesta por mujeres y hombres, ya que hasta hoy, la Cultura en general, tiene caracteres exclusivamente masculinos puesto que ha sido elaborada por ellos y para ellos quedando la mujer en mayor o menor grado, y en todas sus actividades en calidad de tutorada, esto es esclava y explotada del hombre explotador o esclavo  […]». [7]


La clara y avanzada conciencia de género de Aurora, incluso cuando le creaba ciertos conflictos con otros militantes con quienes compartía sus convicciones políticas, de forma consistente guió su vida personal, su discurso académico, sus acciones públicas, y su carrera artística. Aurora, y otras mujeres distinguidas de la época, como su amiga Concha Michel, sabían que los ideales socialistas no eran suficientes en sí mismos como para resolver los problemas propios de las mujeres. De la misma forma en que los colegas masculinos de Aurora denunciaron las injustas relaciones existentes entre las distintas clases sociales, la mujer artista y activista denunció las relaciones inequitativas existentes entre hombres y mujeres, parte integral del sistema capitalista, usualmente ignorado por los partidos políticos y las organizaciones artísticas de la época.

 

Su producción literaria

 

Aunque Aurora era principalmente una pintora profesional, en los círculos artísticos es generalmente más reconocida como escritora. Inició esta marcha con Hombre de México en 1947, fue su primer poema publicado en hojas murales editadas por la Universidad Autónoma de México. Posteriormente, en 1950, escribió Nueve estancias en el desierto y en 1951, Astro en camino, con los que participó en certámenes literarios. Su primer libro, Humanos paisajes, se publicó en 1953. En 1974, Aurora publicó Palabras al desierto, en el libro Tres poetas mexicanos, en colaboración con Roberto López Moreno y Sergio Armando Gómez. En 1981, una compilación de las obras de Aurora, incluyendo un poema nuevo titulado Cosecha estelar, fue publicado bajo el título Espiral en retorno.

 

Los versos de Aurora son muy originales en su forma y muy profundos en su significado. Algunos, incluido el primero y su favorito, Hombre de México, denotan su ideología política, aunque la mayoría son más bien de tono íntimo y lírico. El interés de Aurora por la cultura prehispánica inspiró su compleja cosmovisión y ciertas vívidas y expresivas metáforas, utilizadas para expresar las preocupaciones humanas más esenciales y universales como la vida, la muerte, la naturaleza, el amor, el paso del tiempo, la angustia, la ausencia y la trascendencia.

 

Sus libros de poemas ilustrados por ella misma, demuestran que fue capaz de crear relaciones intertextuales expresivas de gran interés, especialmente por el poder de síntesis alcanzado en sus imágenes, que con unas pocas líneas resumen y amplifican el sentido profundo de sus sensibles palabras.

 

Su producción pictórica

 

Las pinturas de Aurora son más descriptivas y políticas que sus poemas, pero también dejan ver la fina sensibilidad, delicadeza y amor por la vida que emergen en sus escritos. A lo largo de su vida Aurora se expresó en una gran variedad de medios artísticos y temas, tales como litografías, para panfletos políticos y carteles; dibujos en tinta para la ilustración de libros como los que acabamos de mencionar; pinturas al óleo sobre tela para encargos privados como retratos y obras de género; y témperas, frescos y acrílicos para sus comisiones públicas.

 

El enfoque de la pintura de Aurora era coherente con la tradición del arte mexicano que la misma artista describía como “realista y figurativo, y cuyo contenido se relaciona con las luchas del pueblo y la exaltación de su belleza.” [8] A lo largo de toda su carrera, los temas favoritos para sus carteles, obras de caballete y pintura mural se relacionan con su compromiso político y con sus intereses personales, tales como la historia, la injusticia social, las mujeres, los niños y la educación.

 

En sintonía con la mayor parte de los artistas de la Escuela Mexicana, se preocupó por la representación e interpretación de las distintas etapas de la historia nacional, y con la celebración de las costumbres y de las creencias del pueblo mexicano. En su último mural, El primer encuentro (1977-1978) en la Delegación de Coyoacán -ciudad de México-, se enfocó en el impacto dramático de la Conquista española sobre la población nativa. En algunas de sus pinturas de caballete enfatizó la lucha por la Independencia, y en otras obras, como Escenas de la revolución (1935), se concentró en uno de los temas más recurrentes de la Escuela Mexicana, la Revolución de 1910.


Aurora Reyes, El Primer Encuentro, 1978, temple, 25 m2. Salón de Cabildos, Delegación Coyoacán, Ciudad de México. © Courtesy Aurora Reyes Estate. En internet: https://awarewomenartists.com/en/artiste/aurora-reyes-flores/


También produjo algunas bellas pinturas de género; entre ellas Mercado de Juchitán (1953), y retratos de figuras femeninas con trajes regionales, como La novia de oro (1955), que intersectan con su preocupación por exaltar el papel de las mujeres en la sociedad de México.


Aurora Reyes, La niña Mareña, 1953, óleo sobre tela, Colección Héctor Godoy Lagunes, Permiso para reproducción: Héctor Godoy Lagunes. Fotografía de la autora.


Muchacho frente al mar (1947), Niños y estrella (1948), y La niña Mareña (1953), son ejemplos sobresalientes de la ternura con la que Aurora interpretó la niñez y los cambios físicos y emocionales propios del proceso de crecimiento; otro de sus temas favoritos.

 

Niño enfermo (1937) resume la sensibilidad, honestidad y pasión con los que Aurora interpretó la niñez. Al mismo tiempo la obra, con su tono melancólico y con el paisaje poblado por torres de petróleo, denuncia la explotación de los más pobres y la crueldad de la inequidad social que caracterizaba a la sociedad mexicana durante la década de 1930. Recordemos además que un año después, en 1938, Aurora habría de apoyar con mucho entusiasmo la expropiación petrolera de las compañías extranjeras ordenada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940).

 

El análisis del papel de las mujeres en el mundo moderno que animaba las actividades políticas y las conferencias impartidas por Aurora, también encontraron su lugar en su producción pictórica. Aurora era una observadora muy aguda, y las modelos de algunos de sus retratos tales como Retrato de la Kroupskaia (1930), Retrato de Chabela Villaseñor (1938), y Retrato de Frida (1946), combinan su interés por el género artístico con la decisión de destacar el papel de las mujeres en la educación, en el arte y en la cultura. Algunos de sus retratos alegóricos de mujeres tales como Mujer de la Guerra (1937) son extraordinarias, profundas y sensibles declaraciones sobre la maternidad, al mismo tiempo que un llamado potente y persuasivo a favor de la paz.


Aurora Reyes, Ataque a la maestra rural, 1936, fresco, 30 m2, Centro Escolar Revolución, México,CDMX. Permiso para reproducción: Héctor Godoy Lagunes. Fotografía de la autora. 


Otro de los asuntos más recurrentes en su iconografía fue la educación, un tema directamente relacionado con la misma vida de la artista y con los valores en los que creía. En efecto, estaba convencida sobre el papel fundamental de los educadores en la construcción de una nueva sociedad y trató dicho tema a lo largo de su vida y obra, especialmente en la mural.  Ya desde su primera obra pública, Ataque a la maestra rural (1936) Aurora destacó el importante papel protagonizado por las mujeres en la educación, al mismo tiempo que denunció la violencia a la que eran sometidos los maestros a raíz de su labor social, y particularmente las mujeres. [9] Su secuencia más completa sobre el tema de la educación fue su ciclo mural titulado Presencia del maestro en la historia de México (1959-61), pintado por la artista para el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). [10]


Aurora Reyes, Argumento dramático, 1946, óleo sobre tela, Colección Héctor Godoy Lagunes, Permiso para reproducción: Héctor Godoy Lagunes. Fotografía de la autora.


Conclusiones


Podemos incluir aquí, a modo de reflexión final, que la artista Aurora Reyes, pese a sus extraordinarios logros estéticos y expresivos, y pese al papel protagónico que desempeñó en vida en el seno del movimiento artístico y político de la Escuela Mexicana, con la excepción de algunos pocos estudios académicos y exposiciones, ha sido injustamente desatendida por la historiografía del arte nacional.

 

La redacción de este artículo-homenaje, nos ofrece la extraordinaria oportunidad de volver a apreciar sus obras, y de reflexionar sobre sus vanguardistas mensajes en torno al reconocimiento del papel de las mujeres en la educación y en el arte, interpretados desde la propia voz de la artista, que como mujer y como precursora del movimiento feminista nacional mexicano, siempre demostró una muy profunda conciencia de género.

 

Recuperar la memoria de una artista que tanto en su vida como en su obra luchó por los derechos de las mujeres, nos ayuda a recuperar la genealogía de la resistencia en contra de las muchas formas de la opresión patriarcal, incluida la de la invisibilización de la disciplina de la historia del arte. Hoy en día resulta fundamental recuperar los mensajes de Aurora Reyes, la tlacuila moderna que hacía «poesía con colores, y [… pintaba] en base a palabras», para poder continuar así, con su impulso poético y político, nuestra propia lucha.


Notas:

1. Aurora Reyes entrevistada por Armando Carlock, El Nacional, Junio 7, 1971.

2. Tlacuila: voz que deriva del náhuatl. Los tlacuilos eran pintores-escribanos indígenas cuyo origen se remonta a la época prehispánica.

3. La mayor parte de la información sobre la vida de Aurora Reyes fue obtenida a partir de los documentos personales y de los recortes de periódicos contenidos en el Fondo de Autor Aurora Reyes, CENIDIAP/INBAL, Biblioteca de las Artes, CENART.

4. Fragmento de una entrevista a Aurora Reyes, “De Poetisa a Pintora” Excelsior, 24, de febrero de 1953.

5. Jorge Godoy escribió El libro de las Rosas Virreinales. Falleció en 1949 a los 55 años.

6. Para un estudio detallado de la amistad entre las tres artistas ver mi artículo “Frida Kahlo and Aurora Reyes: Painting to the Voice of Michel,” Woman´s Art Journal, Vol. 40, no. 2, Fall/Winter 2019, pp. 3-13.

7. Ver Cardona, Patricia, “Aurora Reyes ingresó a la Academia de San Carlos por una golpiza que dio a una prefecta de la prepa” en Periódico Unomásuno, diciembre 30, 1985, p. 115.

8. Aurora Reyes citada en un artículo en El Nacional titulado “Sobre pintura mexicana habló ayer Aurora Reyes en Bellas Artes”, marzo 15, 1958.

9. Para un análisis detallado de la obra ver mi artículo The First Mural Created by a Mexican Female Artist: Aurora Reyes’s The Attack on the Rural Teacher, Woman´s Art Journal, Fall 2005/Winter 2006, vol. 26, no. 2, pp. 19-25.

10. Estudio esta obra en mi artículo Recuperando nuestra memoria: las mujeres de Aurora Reyes en el ciclo mural del Auditorio 15 de Mayo,” en Emilia Recéndiz Guerrero, Norma Gutiérrez Hernández y Diana Arauz Mercado, coordinadoras, Presencia y Realidades. Investigaciones sobre Mujeres y Perspectivas de Género, Zacatecas, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2011, pp. 599-609.


* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


Suscríbase a nuestro newsletter para estar actualizado.

Ver nuestras Revistas Digitales